En esta ocasión nos dirigimos hacia el límite fronterizo de Castilla-La Mancha con Ávila y Cáceres para, tras atravesar la reserva fluvial del Soto del Río Guadyerbas y Arenales del Baldío de Velada, alcanzar Navalcán.
El entorno es un espacio natural en el que abundan encinas, retamas, cantuesos, acebuches, alcornoques o torviscos. Desde el pueblo parte la Ruta de las Aves: un sendero circular que recorre dehesas y las orillas del embalse de Navalcán, y lugar privilegiado para la observación de aves como garzas, buitres leonados, cormoranes, ánades, ánsares o las majestuosas grullas.
La ruta, en dirección sur, atraviesa amplias zonas de cultivo para alcanzar Oropesa. Entre numerosos atractivos patrimoniales destaca su imponente castillo, cuyo perfil se dibuja frente a las cumbres de la Sierra de Gredos y que alberga el Parador de Turismo.
El castillo que vimos desde la carretera son en realidad dos, el viejo y el nuevo, unidos. El castillo viejo, también llamado Castillo de los Álvarez de Toledo, fue construido por los árabes entre los siglos XII y XIII sobre una construcción de origen romano. El castillo nuevo, o Palacio de los Álvarez de Toledo, destaca por su tamaño y situación, mirando al norte, y fue construido en el año 1402.
En su interior hay una gran plaza, un patio de armas que consiste en un gran rectángulo para albergar todas las infraestructuras de la fortaleza y donde en la actualidad se desarrollan actividades culturales. Protegiendo esta plaza, una torre del homenaje de 25 metros de altura a la que se sube mediante una ancha rampa escalonada, que también da acceso a todo el adarve y a las torres restantes. La escalinata del castillo de Oropesa es una de las más impresionantes de los castillos españoles. En el interior de la torre, cuatro pisos, alguno de ellos de madera y comunicados por escaleras de disposición variada, se observa un sistema defensivo realmente original y único.
Juntos, los dos castillos componen una de las fortalezas más hermosas de la región.
Desde 1930 el castillo es Parador de Turismo –fue el primer Parador-monumento de la cadena–, así que el horario de visita y las posibilidades de disfrutarlo se amplían: puedes dormir o comer en su magnífico restaurante mientras disfrutas de unas increíbles vistas de la sierra de Gredos.
Pero hay mucho más que ver en Oropesa.
La plaza del Navarro es el centro neurálgico del pueblo. Veremos, sin salir de ella, la esbelta torre del Reloj, neomudéjar de 1901; el antiguo Pósito municipal, del siglo XV, que hoy alberga el Ayuntamiento; y en un extremo de la plaza, la antigua biblioteca, modernista, en cuya fachada superior destaca un conjunto de azulejería talaverana de Ruiz de Luna.
La impronta religiosa ha dejado su huella a lo largo de los siglos. Se dispersan por el municipio varios conventos de interés: el Colegio de los Jesuitas del siglo XVI, de estilo plateresco; el de las Concepcionistas (de 1523, en la actualidad establecimiento hostelero); el de Nuestra Señora del Recuerdo (donde vivió San Juan de la Cruz en su juventud); el de las Misericordias (del año 1618, de Clarisas) y el de los Franciscanos Observantes (ubicado extramuros).
También sobresalen el puente de origen romano sobre el río Guadyerbas, en la carretera de Oropesa a Candeleda; los restos del callejón de los Duques de Oropesa (siglo XVI) con arcos de medio punto; y la puerta de la muralla (siglo XV), con dos torreones.
Muy cerca, Lagartera es todo un referente mundial en la artesanal y delicada labor del bordado. Aquí destaca la celebración del Corpus Christi en la que cada año desfilan, solemnemente, las mujeres del pueblo con sus espectaculares y singulares trajes de lagarteranas.
Bañado por las aguas del Tajo, El Puente del Arzobispo es otro referente mundial en este caso de la cerámica. A destacar también su imponente puente de traza medieval y germen del actual núcleo urbano en el que destaca la iglesia de Santa Catalina y un agradable conjunto de casas populares con soportales y encaladas que aportan cierto sabor manchego.
No muy lejos se encuentra Ciudad de Vascos, un impresionante asentamiento islámico de gran interés, situado sobre grandes formaciones graníticas en los márgenes abruptos del río Huso, afluente del Tajo.
Las Jornadas Medievales de Oropesa, a mediados de abril, son ya toda una atracción turística. Durante tres días, las calles se llenan de puestos, actuaciones, pasacalles, competiciones, exhibiciones, talleres, torneos a caballo, música… Con el castillo como epicentro, las actividades se reparten también por la plaza del Navarro, Palenque, la capilla de San Bernardo, los jardines del Virrey, la plaza de la iglesia, el Paseo Bajo o los jardines del Parador. Malabaristas, domadores de serpientes, acróbatas, duendes y bufones se mezclan con los visitantes y vecinos.
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