Una de las excursiones más sorprendentes y desconocidas que podemos hacer desde Toledo capital, ideal para pasar un día en la naturaleza y para aquellos de espíritu explorador: nos dirigimos a un tesoro escondido entre agua y montañas, a un lugar detenido en el tiempo rodeado de la misma exuberante vegetación de hace 300 millones de años.
Estamos en las inmediaciones de Robledo del Mazo, en la comarca de la Jara toledana, al suroeste de la provincia, donde la erosión del río Gévalo forma un precioso valle. Dentro del valle, existe una pequeña y frondosa garganta atravesada por el arroyo de Las Lanchas.
El acceso natural al espacio se realiza a través de un camino que arranca en el kilómetro 2,700 de la carretera TO-7531-V, a la altura del cementerio de Las Hunfrías (pedanía de Robledo del Mazo). En las inmediaciones de dicho cementerio se puede estacionar el coche. Desde ahí, el camino se adentra unos 3 km en el bosque hasta el inicio de la Microrreserva, donde encontraremos una caseta y paneles explicativos.
Las condiciones especiales de humedad y temperatura han permitido conservar especies y formaciones vegetales más propias de climas oceánicos e incluso subtropicales, por lo que pueden ser calificadas de auténticas reliquias de los bosques de laurisilva que poblaron la península hace 300 millones de años. De todas las especies vegetales que podemos encontrar aquí, la más rara y singular es un arbolillo de hoja perenne llamado «loro» (prunus lusitanica), emparentado con prunos, rosales y especies similares. También veremos tejo, acebo, abedul o serbal, grandes formaciones de roble en la zona de umbría, y sauces y matorrales de brezo junto al cauce del arroyo.
Por las pistas y caminos –todos señalizados– encontraremos un total de 5 cascadas, no todas de fácil acceso.
Ya para más valientes y considerada ruta de alta montaña, el tramo extra de esta excursión: subir al pico Atalayón. Al final de la última cascada nos encontramos con una fuerte subida hasta el cordal de la Sierra de Sevilleja, desde donde hay unas magníficas vistas, hacia el sur, de Anchuras (Ciudad Real). Por la pista de tierra que transcurre por el cordal se alcanzan los 1293 metros del Atalayón. Desde su vértice geodésico hay una impresionante vista del valle del río Gévalo. El recorrido completo es una caminata de unas 6 horas –descansos incluidos– y un desnivel acumulado de 730 metros.
La visita al espacio es libre, aunque cuando las actividades son realizadas en grupos superiores a 20 personas o con ánimo de lucro, sí se necesita permiso.
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