Según el diccionario, una campiña es un terreno amplio con tierras destinadas a la labranza. Así que no hay mejor nombre para definir esta comarca: La Campiña, fiel a su significado, es una tierra de amplias terrazas fluviales, entre los ríos Henares y Jarama, ideal para el cultivo de cereales, hortalizas y fruta. Estamos en una de las huertas más ricas del centro peninsular.
A lo rural y lo tradicional hay que sumar una notable riqueza monumental y bellos parajes naturales que la convierten en un destino perfecto si lo que se busca es tranquilidad y campo. Proponemos un recorrido circular que empieza y acaba en Guadalajara capital.
Acompañando al río Henares, entre arboledas de álamos y chopos, nos dirigimos primero a Fontanar, donde destaca el gran caserón de la Casa Cartuja, levantada por los monjes Cartujos del Monasterio de Santa María de El Paular a finales del siglo XV. Un buen ejemplo de arquitectura barroca castellana en ladrillo.
Enseguida llegamos a Yunquera de Henares. En los alrededores hay una senda que discurre entre cereales y chopos –la ruta de las ermitas– que nos lleva, a lo largo de 8 km, por varias ermitas del pueblo. Si no tenemos tanto tiempo, podemos ir directamente a la ermita de la Virgen de la Granja, donde se ha conseguido crear un estupendo parque con arboledas, mesas para comer al aire libre, paseos y fuentes.
Entre grandes parcelas de regadío está Humanes. En su patrimonio arquitectónico destaca la Iglesia Parroquial de San Esteban, del siglo XVI. Vigilando todo el paisaje está la montaña de La Muela de Alarilla. La Muela es lugar de reunión de aficionados al parapente o al aeromodelismo. Sin duda, las vistas desde su cima merecen la pena.
La carretera nos lleva desde Humanes a Puebla de Beleña. La Reserva Natural Lagunas de Puebla de Beleña son un importante área de invernada y punto de parada en los viajes migratorios para multitud de aves acuáticas.
Continúa el viaje hasta El Cubillo de Uceda, donde encontramos la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, un templo de origen románico, con portada plateresca y ábside mudéjar semicircular de ladrillo. Seguimos hasta Uceda por paisajes salpicados de chopos, olmos, fresnos y sauces, donde visitaremos los restos de la iglesia románica de Santa María de la Varga.
Después, por este mismo trayecto, llegamos a El Casar, villa en la que de inmediato fijamos nuestra atención en la Iglesia Parroquial del siglo XVI o en varias casonas del XVII. Merece la pena la visita a la ermita del Calvario (siglo XVII), desde donde tenemos impresionantes vistas del valle del Jarama y el macizo montañoso del Sistema Central.
Volvemos a Guadalajara capital, donde la huella de la historia nos exige una visita más pausada.
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