Alarcón es uno de los pueblos más bonitos de España. Sobre un peñasco, encajonado entre las abruptas gargantas del río Júcar, fue declarado Conjunto Histórico Artístico por la belleza y armonía en que conviven sus monumentos y su entorno.
Con semejante altura y defensa natural, no es de extrañar que fuera elegido desde antiguo como lugar de asentamiento. Son los árabes los que levantan la primera fortaleza y es de su lengua de donde proviene el topónimo.
La villa nos sumerge en todas las culturas que la poblaron y fueron corrigiendo su arquitectura y su trazado. Lo hace ya desde su recinto amurallado, que se mantiene casi íntegro y nos da la bienvenida.
Al llegar a Alarcón, lo primero que veremos será la Torre de Armas (o Torre del Campo) y la Puerta del Campo, a través de la cual se puede vislumbrar el castillo. Desde aquí se ven las torres de los Alarconcillos y del Cañavate. Se atraviesan dos puertas más antes de llegar a la población: la Puerta del Calabozo –con la torre del Calabozo– y la Puerta del Bodegón, ya a los pies del castillo.
Abajo, unas vistas impresionantes de la hoz de Alarcón y la presa de los Henchideros. Arriba, el imponente castillo.
El castillo de Alarcón conserva parte de su aroma musulmán pero sus posteriores reformas nos muestran su original estructura medieval. Es uno de uno de los mejor conservados de España, gracias a que jamás se vio envuelto en ninguna contienda. De entre sus torres y defensas destaca la torre del homenaje, protagonista involuntaria en cualquier “foto” de Alarcón. El castillo es Parador de Turismo desde 1964.
La plaza del Infante Don Juan Manuel es uno de los puntos más elevados de Alarcón y parece mantener las dimensiones de lo que debió ser la plaza del siglo XVI. Aquí están el Palacio del Concejo y la Iglesia de San Juan Bautista, antiguo lugar de culto y en la actualidad desacralizada.
Esta iglesia de San Juan alberga una propuesta contemporánea y radical digna de un viaje ex profeso: los Murales de Alarcón de Jesús Mateo, una obra de arte permanente no religiosa aprovechando la ordenación interior de los espacios y de los paramentos. En 1994, el artista desarrolló los primeros bocetos que darían forma a los Murales de Alarcón. Con absoluta libertad y una potencia creativa inusual, fue dando forma a un proyecto con una identidad plástica única, basado en la Naturaleza y el Hombre como pretextos para configurar un universo personal y comprometido. La pintura Mural de Mateo ya es un hito moderno del patrimonio castellanomanchego cuya visita resulta imprescindible. Jesús Mateo terminó las Pinturas Murales en noviembre del año 2002 dejando para el futuro una obra de arte, en suma, que forma ya parte del mejor patrimonio artístico de nuestro tiempo.
En nuestro recorrido por Alarcón nos encontraremos una nutrida representación de casi todo el arte español en sus templos religiosos. Obligadas las visitas a la iglesia de Santo Domingo de Silos, la iglesia de la Trinidad y la imponente Iglesia de Santa María.
La iglesia de Santa María fue erigida en el Renacimiento con vocación de "templo ideal" según los cánones de la época y roza esa aspiración de perfección. La portada lleva el sello del genial escultor Esteban Jamete. En el interior destaca el retablo del altar mayor, uno de los mejor conservados y pieza única renacentista en Castilla-La Mancha.
Si buscamos algo de naturaleza, desde el pueblo parte el Sendero de Pequeño Recorrido PR-CU 71 “Hoz de Alarcón”. Este breve itinerario tiene una longitud aproximada de 8 Km, lo que supone unas dos horas de paseo. Nos lleva a disfrutar de Alarcón desde sus alrededores, con preciosas vistas de la hoz y panorámicas privilegiadas. Si llevamos algo más de tiempo, el Sendero de Gran Recorrido GR64 une Alarcón con el Picazo siguiendo el cauce del río Júcar.
Alarcón es un viaje en el tiempo sin apenas concesión a los anacronismos. Un monumento total y plural.
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