Hita

Contemplada desde lejos, Hita es de una compostura admirable, acostada en las faldas de su cónico cerro. La plaza del Arcipreste fue antiguo mercado de la villa, rodeado en tres de sus lados por soportales y viviendas de tradición castellana. El Ayuntamiento fue cárcel, conserva aún el calabozo; más arriba están los vestigios de la iglesia de San Pedro bombardeada, como todo el pueblo durante la Guerra Civil.

De visita obligada es la Casa Museo Arcipreste de Hita, instalada en una remozada casona, que cuenta con salas de arqueología y etnografía. Fue construida entre los siglos XIII y XIV. Son muy interesantes la techumbre del altar mayor y, sobre todo, el artesonado mudéjar del siglo XVI que cubre la capilla de la Virgen de la Cuesta. Junto al río Badiel, se encuentran las ruinas del monasterio de Sopetrán, con las arquerías del claustro de inspiración herreriana.

Un buen momento para dejarse caer por Hita es en julio cuando se celebra el Festival Medieval. La representación teatral en torno a la personalidad del autor del Libro de Buen Amor, la representación del combate entre don Carnal y doña Cuaresma y el torneo caballeresco en el Palenque son los actos centrales de esta fi esta.

Brihuega

Brihuega conserva buena parte de su muralla, construida hacia 1240, en tiempos del obispo Rodrigo Jiménez de Rada. Por calles en cuesta, se llega hasta la plaza del Coso, amplio escenario barroco.

El prado de Santa María es lugar de especial encanto. Sobre este saliente rocoso se levanta el castillo de Peña Bermeja, ocupado actualmente por un cementerio singular. Casi pegada al castillo está Santa María, templo de tamaño contenido pero vocación catedralicia, construido a comienzos del siglo XIII, en estilo gótico de transición. La capilla mayor es extraordinaria.

La Real Fábrica de Paños del XVIII es un edifi cio de planta en forma de rosco. Llegó a contar con 84 telares, hoy alberga un establecimiento hotelero y un jardín es delicioso. Brihuega tiene otras iglesias. San Felipe es templo mayor, también del primer cuarto del siglo XIII. Ofrece dos buenas portadas, y dispone de tres esbeltas naves, cubiertas con artesonado de madera, columnas coronadas por capiteles con motivos vegetales y zoomorfos.

Torija

El castillo renacentista de Torija está en la plaza de la villa, bonito espacio urbano. Alberga el Centro de Interpretación Turística de la provincia de Guadalajara (CITUG), aparte del Museo de Viaje a la Alcarria de Camilo José Cela. La silueta de la fortaleza está dominada por la torre del Homenaje, de 30 metros de altura y planta cuadrada, rematada en sus esquinas por torreones redondeados, Fue construido en el siglo XV por los Mendoza y alberga el Museo del Viaje a la Alcarria. Construida en el siglo XVI, la iglesia parroquial, que fue colegiata, es edifi cio de amplias proporciones y esbelta torre. La nave central destaca por el magnífi co arco plateresco. Detrás de la iglesia se abre una encantadora plazuela.

Jadraque

El castillo de Jadraque, con sus cien metros de longitud, ocupa toda la meseta del cerro mostrando un extraordinario perfil de altos y gruesos muros almenados con torreones circulares. Es obra del cardenal Pedro González de Mendoza, el «tercer rey de España» y tuvo huéspedes ilustres: los Reyes Católicos, Carlos I, Isabel de Valois, un enfermo Felipe IV, todavía príncipe.

La localidad de Jadraque ofrece otras interesantes alternativas, como la llamada saleta de Jovellanos, o la iglesia de San Juan Bautista con dos obras de extraordinario valor de Pedro Mena y Zurbarán.

Cogolludo

La localidad de Cogolludo ofrece al viajero un importante menú monumental: castillo, plaza Mayor, iglesias y palacio. Monumento nacional desde 1931, el Palacio de los Duques de Medinaceli es edifi cio del primer renacimiento español realizado a fi nales del siglo XV por Lorenzo Vázquez.

Dos cuerpos separados por una imposta y rematados por fi na crestería plateresca forman la fachada. El almohadillado, de infl uencia italiana, marca el tono, además del escudo ducal, la fantástica portada y los seis ventanales geminados en estilo fl amígero. En Santa María guardan un cuadro de José Ribera.

Beleña de Sorbe

La Iglesia de San Miguel y su maravillosa portada están en lo alto, bajo las melancólicas ruinas del castillo de doña Urraca. El mensario de San Miguel es la representación, realizada en el siglo XIII, de las actividades del año. Da comienzo con un rudimentario ángel y fi naliza con un rostro inquietante de labios abultados, chata nariz, pelo rizado y rasgos negroides.

Es, sin duda, uno de los calendarios agrícolas más bello del románico español. En Beleña y en los pueblos de su entorno como Puebla de Valles o Puebla de Beleña se pueden admirar paisajes de inmensa belleza que caracterizan esta espectacular zona de la Ribera.

Monasterio de Bonabal

En un frondoso valle regado por el Jarama, a tres kilómetros escasos de Retiendas, se encuentran las melancólicas ruinas del monasterio cisterciense de Bonaval, el buen valle. Lo fundó Alfonso VIII de Castilla. Lo que queda de la iglesia debió iniciarse bien entrado el siglo XIII.

Es especialmente hermoso el hastial meridional del crucero, en el que se abre la gran portada de acceso, muy maltratada, pero de gran belleza plástica. Encima muestra un hermoso ventanal con ajimez.

Tamajón

Pueblo típicamente serrano, dispone de una cuidada trama urbana formada por tres calles que van a parar a la iglesia parroquial. En el centro de la calle Mayor se ubica su sencilla y encantadora plaza, porticada en dos de sus lados. Casi frente a ella, el plateresco palacio de los Mendoza, actual Ayuntamiento y recientemente restaurado.

Otras casonas son la de los Montúfar, del siglo XVI, y la del labrador, que en su dintel muestra tallados los elementos de su trabajo: una hoz, un hacha, un azadón y un martillo. La iglesia conserva doce singulares canecillos antropomorfos del siglo XII . En el curioso paraje de la «ciudad encantada», se encuentra la ermita de los Enebrales.

Arquitectura Negra

Comarca partida en dos por la Sierra del Robledal, en la que destaca el Ocejón, con sus 2.048 metros de altura. Jarales y pizarra conviven con manchas de robledal y las hayas del Parque Natural del Hayedo de Tejera Negra. Ríos como el Jarama, el Sorbe, el Bornoba y el Cañamares discurren en lo hondo de los barrancos. Sobre este paisaje fantástico, los «arquitectos populares» han levantado, a golpe de pico, azada y hacha, esa extraordinaria lección constructiva que es la arquitectura negra. Pizarra, cuarcita, pedernal, madera, barro y paja de centeno son los materiales a mano. La pizarra se emplea en muros, tejados o para solar el zaguán. Todo levantado directamente sobre el prado, en núcleos reducidos como Campillo de Ranas, Majaelrayo, Valverde de los Arroyos, La Vereda, o Matallana. Junto con su peculiar arquitectura, la comarca atesora un extraordinario folclore.

Para ir al Hayedo de Tejera Negra se pasa por Galve de Sorbe, con su deteriorado pero magnífico castillo de los Zúñiga, la plaza, sus picotas y el baile ancestral. Espacio declarado Parque Natural en 1978 no hay en la España central un bosque de hayas de tanta calidad y extensión como éste. En otoño el espectáculo es sencillamente impagable.

Románico Rural

En el extremo norte de Guadalajara, al pie de la sierra de Pela, se encuentra un conjunto de pequeñas iglesias que forman una de las más brillantes y singulares muestras del románico de repoblación. Ábsides y portadas proporcionan una peculiar belleza. Las principales se encuentran en Albendiego donde está Santa Coloma, Monumento Histórico Artístico, cuya cabecera de triple ábside es única en la tradición europea.

En Campisábalos, San Bartolomé y la capilla adosada de San Galindo. En el muro aparece un calendario esculpido de derecha a izquierda. Finalmente, San Pedro en Villacadima con una arquivolta en la que cada dovela lleva labrada una flor.

Atienza

Atienza, Conjunto Histórico Artístico desde 1962, es medievo puro, una joya todavía poco explorada. En lo alto de la villa se encuentran los restos del Castillo Roquero, entre ellos el mejor conservado es la torre del homenaje, en la que sobresale el garitón volado. Atienza fue villa bien defendida, con dos recintos amurallados. De ambos se conservan importantes restos, algunos de ellos certeramente restaurados. Y varias puertas como la de Arrebatacapas, la Salida, de la Guerra... Dentro del cementerio se encuentra la iglesia de Santa María del Rey, cuya portada sur, de fi nales del siglo XIII, es todo un compendio iconográfi co del románico tardío. La voluminosa iglesia de la Santísima Trinidad conserva de su pasado románico un ábside románico con tres interesantes ventanas abocinadas. Guarda un magnífi co Museo de Arte Sacro, uno de los tres con que cuenta Atienza. El Cristo de los Cuatro Clavos (siglo XII) y el Cristo Arrodillado, de Luis Salvador Carmona, son las piezas más valoradas.

La plaza del Trigo es de las más bellas de las dos Castillas, con casas de entramado y casonas solariegas con soportales. En la plaza de España de nuevo soportales y edifi cios como el ayuntamiento del XVIII o la casa solar de los Bravo de Laguna. En ella nació el comunero Juan Bravo. Entre ambas plazas se abre la puerta de Arrebatacapas.

La iglesia museo de San Gil merece una visita reposada. Para empezar, el ábside, del siglo XII . Y los fondos del museo, con cuatro tablas de Juan de Soreda, pintor renacentista, la talla de San Gil, del siglo XVI o el pequeño altar con la imposición de la casulla a San Ildefonso.

Además del hospital de Santa Ana y las ruinas del ábside gótico del desaparecido hospital de San Francisco, en la parte más baja de Atienza se levanta la iglesia románica de San Bartolomé, el tercer museo atencino. Tras su estupendo pórtico los fondos del museo ofrecen un singular descendimiento románico, el Cristo de Atienza, en el que José de Arimatea se abraza a Jesús. Un poco más allá está la iglesia de Nuestra Señora del Val, con los famosos contorsionistas en las arquivoltas.