«Se persignaba la cara y a Dios se fue a encomendar; Y muy contentose encuentra del sueño que fue a soñar. Otro día, de mañana, empiezan a cabalgar; Es día postrer del plazo, sabed que no quedan más. Hacia la sierra de Miedes se marchan a descansar, Al lado diestro de Atienza que es tierra de moros ya».
Miedes de Atienza
Comenzamos así nuestro viaje en este pueblo señorial. Gente de las dos mesetas han atravesado durante siglos el Camino Real de Cuenca a Burgos, antigua calzada romana en la transitada Ruta de Lana. Las marcas de las ruta jacobea aparecen junto al itinerario senderista del Camino del Cid.
Las sierras de Pela y Ministra en el norte de Guadalajara, eslabón entre el Sistema Central y el Sistema Ibérico. El caserío de Miedes de Atienza en la falda de la sierra de Bulejo o de Miedes, donde las crestas de la sierra de Pela se diluyen en las colinas de los altos de Barahona.
En los alrededores de la Plaza Mayor se pueden ver varias casas señoriales construidas entre los siglos XVII y XVIII por las familias hidalgas de los Beladíez, los Recacha y los Somolinos.
Destaca la fuente, el escudo de la fachada del Ayuntamiento y la casa-palacio de los Beladíez Trujillo, una magnífi ca construcción de sillería del siglo XVIII . Iglesia parroquial de origen románico, en el interior un retablo barroco con templete y una capilla con lápidas y escudos de los Beladíez y Somolinos, fechados en 1774 y 1601.
Atienza
Las murallas que intimidaron al Campeador están deterioradas, aunque se conservan las puertas de acceso en los arcos de la Guerra y de San Juan. El conjunto urbano mantiene el encanto evocador de las villas medievales. La Plaza del Trigo es el centro del casco viejo, declarado Conjunto Histórico-Artístico, un bello espacio urbano de edifi cios nobles, soportales de madera y ambiente medieval.
Otros lugares y elementos de interés son la Plaza de España, la calle Cervantes, la plaza de Minerva, las fuentes, los escudos, las puertas adoveladas y la impresionante escultura del Cristo del Perdón, de Luis Salvador Carmona, que a partir de ahora y por primera vez puede ser venerada y admirada con una cercanía que provoca asombro y silencio en el Museo de la Trinidad.
Se mantiene en pie la torre del homenaje del imponente Castillo que es su insignia, símbolo inexpugnable de poder, un escalón petrifi cado entre las dos Castillas que domina, inmóvil y eterno, los áridos relieves de la sierra del Alto Rey, los montes de Riaza, la sierra de Pela y las interminables colinas que dibujan en la distancia el camino del destierro del Cid. Te presentamos la Ruta del románico Rural de la Sierra Norte de Guadalajara, uno de los clásicos destinos turísticos de la provincia. Sus principales ejes los encontrarás en Alben-diego con la Iglesia de Santa Coloma que destaca por su factura bellísima en el ábside y la espadaña, en Campisábalos, con la extraordinaria Iglesia de San Bartolomé y para terminar de enamorarte de esta comarca, Villacadima, con su Iglesia románica de San Pedro. Su fi esta más emblemática es La Caballada que tiene lugar el Domingo de Pentecostés que recuerda la liberación por parte de sus habitantes del rey niño Alfonso VIII.
Robledo de Corpes
El itinerario del Camino del Cid pasa por Naharros y recorre la angostura geográfica del barranco del río Cañamares, penetrando en un territorio estepario de jaras y pizarras. El siguiente pueblo es Robledo de Corpes, señalado por algunos autores como el lugar en el que se produjo la Afrenta de Corpes, narrada en la segunda parte del Poema de Mío Cid. Sin embargo, los especialistas en los versos del poema han elegido la Ermita de la Virgen del Monte como el escenario donde los infantes de Carrión azotaron y maltrataron a las hijas del Cid, dejándolas moribundas y abandonadas. La ermita es un privilegio santuario rupestre en la linde de las tierras de Burgos y Soria, cerca de Castillejo de Robledo. El caserío es un pintoresco escenario de arquitectura tradicional. Su fiesta de la Pasión Viviente, en Semana Santa, esta declarada de Interés Turístico Regional. También merece la pena visitar Naharros, con su Iglesia románica y Congostrina, pueblo fronterizo entre la serranía y la campiña, y La Toba, con un paisaje de ondulación de lomas y montes poblados de pinos, robles y sabinas, rodeados de extensas estepas de jaras, lavandas y aliagas.
Jadraque
Esta villa alcarreña es famosa por el popular Castillo del Cid, los asados de cabrito y las esculturas de alabastro. El castillo emerge a las afueras de la población sobre la cima aislada y desnuda de un elegante cerro de laderas blancas y relucientes.
La Plaza Mayor, centro de la población y punto de partida de la visita, agrupa a su alrededor los principales monumentos: el Palacio de los Verdugos, del siglo XVIII, es sede del Ayuntamiento y fue residencia temporal de Jovellanos, donde fue retratado por Goya. La Casa del Inquisidor, del siglo XVII, es otro interesante monumento civil.
Castejón de Henares
En la entrada del pueblo hay hitos del Camino del Cid, cerca de un edifi cio de piedra y adobe conocido como la Casa del Cid. El Paraje de los Chorrones, un manantial rodeado de nogales, es un lugar ideal para el descanso. Los monumentos más importantes son el Rollo jurisdiccional y la Iglesia Parroquial de San Miguel Arcángel, en las inmediaciones del lugar conocido como El Castillo, donde se supone que estuvo la atalaya conquistada por el Cid durante la campaña del Henares.
El Monasterio de Valfermoso de las Monjas es el monasterio de monjas benedictinas más antiguo de Guadalajara. Fundado en 1186 mantiene tras el paso de los siglos el carácter hospitalario tradicional, y ofrece visita, mesa y alojamiento al viajero interesado en la cultura monacal y el arte arquitectónico religioso.
Hita
En la puerta de entrada al conjunto medieval de la villa, conocido como Arco de Santa María, hay un hito del Camino del Cid y los escudos de los Hita y los Mendoza. La Plaza Mayor es una excelente representación de las plazas castellanas del medievo. El pintoresco espacio público está dedicado al clérigo Juan Ruiz, arcipreste de Hita y autor del Libro de Buen amor, a quien se dedica un pequeño museo.
Es obligado conocer el Festival Medieval que tiene lugar el primer sábado de julio, declarado de Interés Turístico Nacional. Uno de los festejos más atractivos es la celebración de justas y torneos caballerescos en el palenque, al lado de las viejas murallas. La vistosidad de los personajes ataviados con trajes medievales, los mercadillos callejeros y los encuentros folclóricos invaden el ambiente de Hita de magia, alegría y tradición.
Guadalajara
En el siglo VII, bajo la dominación islámica, Guadalajara tenía el control militar, político y económico del valle del Henares. En el Alcázar, las torres y las murallas testimonian su pasado medieval, cuyo edifi cio más emblemático es el famoso Palacio del Infantado, joya de la arquitectura gótica española del siglo xv, vinculada a los duques del Infantado, la casa principal de la familia Mendoza. La fachada del palacio es espléndida. Los adornos de cabeza de clavo, la traza gótica, el color ocre de la piedra y los ventanales renacentistas comunican un poderoso aire de fortaleza señorial. Su patio de los Leones es la parte más bella del conjunto arquitectónico. La Iglesia de Santiago, sede del convento de Santa Clara, es una magnífi ca obra gótica del siglo XIV con artesonado mudéjar.
El Panteón de la Condesa de la Vega del Pozo y Duquesa de Sevillano es otro de los edifi cios emblemáticos de la ciudad. Fue construido entre 1882 y 1916, de estilo ecléctico historicista, muy utilizado a fi nales del siglo XIX, y está dividido en dos plantas, la superior dedicada al culto, y la cripta donde se encuentra un monumento sepulcral central, compuesto por dos cuerpos donde esta enterrada la duquesa y en nichos sus parientes más cercanos.
La Iglesia de San Ginés, en la animada y concurrida plaza de Santo Domingo, con su magnífica fachada, alberga varias esculturas funerarias de interés.
Es difícil dar un paseo por la villa alcarreña y no pasar por la animada plaza donde se encuentra el Ayuntamiento, de principios del siglo XX. En los soportales laterales suelen situarse coleccionistas de monedas, sellos y piezas antiguas.
Sigüenza
Importante y señorial ciudad de la Sierra Norte de Guadalajara, de notable historia y carácter medieval. En la época árabe llegó a su máximo esplendor y se levantó la alcazaba, ahora Parador de turismo. La ciudad medieval ocupa la parte alta, en los alrededores del castillo.
En este barrio se encuentra el célebre Palacio del Doncel interesante construcción civil de finales del XV y las iglesias románicas de Santiago y San Vicente. La Sigüenza renacentista, impulsada por los obispos humanistas, se desarrolló en el entorno urbano de la catedral. Delante de ella se extiende la Plaza Mayor, que luce llamativos arcos renacentistas en la fachada del Ayuntamiento.
La Catedral de Sigüenza es una espléndida obra arquitectónica del arte medieval religioso español. Las obras comenzaron en estilo románico cisterciense en 1140 y terminaron góticas en el siglo XV.
El Castillo, en la parte alta de la ciudad, es la imagen medieval de Sigüenza. Alberga las dependencias del Parador de turismo.
Parque Natural del Barranco del Río Dulce
La justificación para esta escapada será mayor cuando admiremos la belleza del Parque Natural del Barranco del Río Dulce. Este río ha ido modificando de tal forma las hoces a lo largo de los siglos que, desde la carretera es difícil imaginar que se encuentre un paisaje de tan singular belleza. Se trata de una zona de importantes valores naturales y ecológicos, con una gran riqueza geológica, así como de fauna y flora mucho más propia de las zonas montañosas del Sistema Ibérico que de los páramos alcarreños.
La Hoz de Pelegrina constituye el tramo más espectacular y más bello del río Dulce, enclave que abarca el cauce del río comprendido entre el pueblo de Aragosa y Pelegrina. Por esta senda se nos permite observar las hoces desde el mismo lecho del río, observando sus meandros, sus cuevas y su vegetación de ribera que contrasta fuertemente con la del páramo. Siguiendo su curso entre álamos, sauces, nogales y chopos es posible encontrar gran cantidad de rincones para el baño y el fresco descanso, mientras se disfruta de unas espectaculares vistas de los murallones del cañón.
Anguita
El viajero encontrará multitud de cuevas y abrigos naturales, probablemente «las Cuevas de Anguita» del verso 544 del Poema de Mío Cid, excavadas en las paredes areniscas de la garganta del río Tajuña. Algunas están habilitadas como viviendas rupestres cerca de las huertas de los campesinos locales.
En la parte alta de la peña emerge la Torre de la Cigüeña, una antigua atalaya de vigilancia musulmana que conserva parte de los muros. Debajo de las ruinas árabes se extiende el pintoresco barrio de la Hoz, encajado en las paredes rocosas del barranco del Tajuña.
Maranchón
En los paisajes serenos y lejanos de Maranchón se cruza el camino del destierro con el trágico itinerario nupcial de doña Elvira y doña Sol.
El Caserío de Maranchón conserva su pasado señorial en las tres torres que decoran el pueblo y en algunas fachadas de casonas de piedra de rica y elegante arquitectura rural. La Ermita de la Virgen de los Olmos, patrona de Maranchón, está situada cerca de la población en un agradable paraje arbolado.
El Valle del río Mesa, entramado de barrancos y desfiladeros, seduce al viajero con una magnífica garganta de singulares formaciones geológicas.
Molina de Aragón
Los Castillos de Molina, son la imagen simbólica de la ciudad. De villa militar y fronteriza pasó en el siglo XV a ser una próspera urbe gremial y mercantil. Árabes, cristianos y judíos convivían en armonía, compartiendo Ciencias, Artes y creencias. La Judería es uno de los espacios urbanos más atractivos del casco viejo. La Iglesia de Santa Clara, espléndida construcción románica del siglo XIII, es el edifi cio religioso más importante de Molina.
En el cauce del río Gallo quedan restos de un puente románico que saca al viajero de la ciudad camino del Alto Tajo y del Barranco de la Hoz, espectacular cañón fl uvial labrado por el río Gallo.
Conglomerados y areniscas son las rocas que forman las paredes del cañón, desde donde se pueden divisar diferentes tipos de rapaces y al pie de los escarpes se sitúa la Ermita de la Virgen de la Hoz.
Parque Natural del Alto Tajo
El Parque Natural del Alto Tajo es un precioso paraje donde el recién nacido río Tajo, en su nacimiento ha modelado a través de los siglos un paisaje singular. Los cauces fl uviales del Tajo y sus afl uentes han esculpido un valle de hoces, cañones, barrancos y multitud de caprichosas rocas que asemejan cuchillos y agujas. Un lugar vivo, de una gran riqueza paisajística, con gran diversidad de fl ora y fauna.
Las oportunidades que ofrece el Parque Natural del Alto Tajo a los amantes de la naturaleza son inmensas. Es posible disfrutar de multitud de actividades con total respeto al medio ambiente y en perfecta sintonía con los moradores de este espacio protegido. Distintas empresas organizan, entre muchas actividades relacionadas con la naturaleza, rutas a en quad, descenso de barrancos o piragüismo que atraviesan el corazón del Parque Natural del Alto Tajo. Sin necesidad de conocimientos previos y siempre con la ayuda de monitores especializados, toda la familia disfrutará de una irrepetible experiencia. El Parque Natural del Alto Tajo cuenta con cuatro centros de interpretación situados en los pueblos de Corduente, Zaorejas, Checa y Orea.
Ruta Senderista
El itinerario cidiano se plasma en una ruta senderista de más de 300 kilómetros, un largo trayecto senderista que ha sido homologado por la Federación de Deportes de Montaña de Castilla-La Mancha como GR-160. El caminante ha de saber que el trazado se encuentra salpicado por más de 300 balizas, postes de señalización y paneles informativos de poblaciones y de etapas que le servirán para informarle de todos los detalles y datos posibles que precise para un óptimo recorrido de la ruta. Aparte, en cada una de las etapas del recorrido el caminante puede obtener su salvoconducto que podrá ir sellando conforme vaya cumpliendo las etapas de este Camino del Cid por tierras de Guadalajara. Para mayor grado de información: www.caminodelcid.org.
Un libro para un viaje
Los versos eternos de un poeta-guerrero, las aventuras universales de un loco soñador, las divertidas fechorías de un pícaro jovenzuelo, el minucioso viaje a una tierra con nombre de miel y las batallas de un caballero medieval son la invitación con la que Castilla-La Mancha te quiere seducir para que la descubras.
De la mano de Jorge Manrique, de Cervantes, del Lazarillo, de Camilo José Cela y del Cid, Castilla-La Mancha te invita a recorrer bellos rincones de sus cinco provincias: Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Toledo.
EL AUTOR
Se desconoce quién escribió el Poema de mio Cid, ya que el único ejemplar existente es una copia de otro anterior escrito o simplemente copiado por un tal Per Abat en el año 1207, alojado actualmente en la Biblioteca Nacional.
LA OBRA
En la iglesia de Santa Gadea, en Burgos, el infanzón Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid, obligó a jurar al rey Alfonso VI, rey de Castilla y de León, que no había participado en la repentina muerte de su hermano el rey Sancho. Éste, molesto con Rodrigo Díaz, le ordenó mediante carta dejar bienes y posesiones, de acuerdo con el derecho tradicional castellano de la época.
El Cid tenía nueve días para abandonar tierras de Castilla en compañía de familiares, amigos y vasallos. Así pues, en el verano de 1081 el Cid atravesaba la Sierra de Pela adentrándose en el que fuera territorio musulmán de la taifa toledana. El Campeador y sus 300 caballeros cruzaron la sierra de noche para evitar posibles escaramuzas con los lugareños de las poblaciones del camino, a pesar de que gran parte de las tierras moras se encontraba bajo la protección de la corona castellana. La pequeña hueste del Cid salvó las escarpadas vertientes de las montañas fronterizas que separaban a los musulmanes de los cristianos, hoy límite de las provincias de Soria y Guadalajara, acampando cerca de Miedes de Atienza.
Aquí comienza nuestro recorrido por tierras de Guadalajara. Siguiendo los pasos del Cid en su destierro camino de Levante, recorremos tierras húmedas, frescas, de jaras y pizarras, valles y vegas, ásperas muelas y barrancos… para encontrarnos pueblos y senderos habitados y transitados por mercaderes, vagabundos, campesinos, peregrinos, pastores, nobles… que quizá, salgan a nuestro encuentro de entre las ruinas de un castillo o una villa.
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