«Esta noche van a conocer el verdadero Toledo, no el que aparece en las guías turísticas, sino el real. Ese Toledo en muchas ocasiones mágico. Esta noche vamos a recorrer los secretos que esconde la ciudad. Bueno, no todos, porque para eso necesitaríamos varias vidas».
«A veces me sentía como una veleta que seguía la dirección de un viento disfrazado de ilusión. No me importaba el rumbo, ni el destino, ni el sentido. Era feliz paseando por aquellas ciudad sin aditivos, sin colorantes. Me encantaba per-manecer en ella y rozar mis manos en sus muros, mis ojos en sus luces y mis labios en cualquiera de sus secretos».
Nos son pocos los poetas, dramaturgos, novelis-tas, pintores o cineastas que, a lo largo de la historia, han elegido Toledo como escenario de sus creaciones. En esta ocasión, Eloy Moreno nos lo descubre a través de los ojos y los sentimien-tos de Alicia, la protagonista de Lo que encontré bajo el sofá. Y lo hace con la visión del visitante primerizo que, como suceden tan a menudo, se enamora de la ciudad, de sus callejas, plazoletas, miradores, adarves, cobertizos... rincones secre-tos que atrapan los sentidos.
Toledo es una sucesión de mezquitas, sinagogas, conventos, iglesias, ermitas, museos, palacios, casas nobiliarias, murallas y castillos que encierran una historia milenaria y una riqueza difícilmente igualable.
Todo comienza en la plaza de Zocodover centro neurálgico de la ciudad y punto de partida de la gran mayoría de rutas que el visitante puede realizar por el casco histórico toledano. Su nombre «proviene del árabe y, como ya sabrán, “zoco” significa mercado, y la palabra completa significa “mercado de bestias de carga”. Fue el punto más importante de la ciudad desde la Edad Media. Pero no solo para el mercado, sino por otras muchas razones. Por ejemplo, aquí se hacían los autos de fe de la Inquisición, e incluso la ejecución pública de los reos».
Ciertamente este es el enclave perfecto para comenzar la visita a la ciudad; no muy lejos se levanta el Alcázar, sede del Museo del Ejército y de la Biblioteca Regional de Castilla-La Mancha, o el Museo de Santa Cruz.
Siguiendo los pasos de Alicia y del grupo de visitantes que recorren la ciudad junto a un guía nos adentramos en «la calle del Comercio o calle Ancha, y unos metros más delante pasaremos por una calle con un nombre peculiar: la calle Hombre de Palo. A la vuelta les contaré esta historia... o leyenda». Nos adentramos en el laberíntico y caprichoso entramado urbano de la ciudad por una calle cuajada de tiendas y comercios sí, pero no tan “ancha” como su nombre indica.
La calle, que suele ser un hervidero de vecinos y turistas que van y vienen, desemboca en uno de los lugares que merecen la atención del visitante. «Bien, hemos llegado a la catedral de Santa María de Toledo. De momento no les voy a decir nada más, simplemente quédense en silencio y disfruten de su belleza». Parada obligada, el templo atesora una riqueza artística solo es superada por San Pedro en Roma. La sacristía –con su excepcional colección de pintura–, el tesoro con la Custodia de Arfe, o la sala capitular no dejan indiferente. Varias son las puertas de acceso al templo, pero si quiere seguir los pasos de Alicia debe dirigirse a la Puerta del Reloj donde se esconde uno de los secretos de la novela.
Toledo es también impresionante desde al aire, y casi al cielo nos conduce la subida a la Campana Gorda. Es «la campana más grande de España y una de las más grandes del mundo [...] aún se conservan coplas que dicen algo así como que “debajo caben siete sastres y un zapatero, también la campanera y el campanero”». Situada en lo alto de la única torre del templo desde ese lugar privilegiado se disfruta de unas espectaculares vistas.
«Volvimos a la calle Hombre de Palo y desde ahí nos dirigimos a la catedral, pero justo antes de llegar giramos en dirección contraria hacia la derecha». Alicia pasea por calle de Nuncio Viejo que desemboca muy cerca de los cobertizos. El entramado de estrechas callejas y altos muros conventuales envuelven esta parte de la ciudad de una magia especial.
La coqueta y apartada plaza de Santa Clara y la contigua plaza de Santo Domingo el Real se conectan a través de cobertizos, estructuras en al-tura que unen dos edificios permitiendo el paso por la calle. Son rincones con un ambiente es-pecial, sobre todo si se transitan de noche. Uno de los más espectaculares y largos de la ciudad desemboca en la ya mencionada plaza de Santo Domingo el Real y es aquí «donde sucede –al menos hasta ahora se piensa que es así– parte de la leyenda de las tres fechas de Bécquer. Miren a su alrededor e imagínense en un día cualquiera de hace ciento cincuenta años...».
Saliendo de la plaza a la derecha se alcanza la calle Buzones que desemboca en la calle de la Merced, desde la que se emprende una prolongada bajada. Pasamos junto a la Diputación Provincial, la iglesia de Santa Leocadia, los conventos de Santo Domingo el Antiguo y el de las Carmelitas Descalzas, y llegamos a la monumental Puerta del Cambrón.
Si la atravesamos tendremos un bello mirador que se asoma a la parte nueva de la ciudad y al curso del río Tajo que se aleja en su discurrir hacia Extremadura y Portugal.
De nuevo en el recinto histórico hay que volver a subir para disfrutar de la impresionante fachada del Monasterio de San Juan se los Reyes cuyo claustro es una delicia para la vista.
«Bueno, estamos en la zona de la judería, así que solo recorrerla ya es un placer». Este barrio se convirtió en los siglos XII y XIII en la comunidad judía más poblada y próspera del Reino de Castilla. Los monumentos y edifi cios civiles y religiosos de gran riqueza artística y arquitectónica son innumerables: las sinagogas de Santa María la Blanca y del Tránsito (Museo Safardí), el Palacio de Fuensalida (sede del Gobierno de Castilla-La Mancha), la iglesia de Santo Tomé (con el magnífico Entierro del Señor de Orgaz, de El Greco), el Museo del Greco, el Taller del Moro o la iglesia de El Salvador. «Bueno, hemos llegado al paseo de San Cristóbal. ¿Te suena el dicho de pasar una noche toledana». Este rincón en el que se detienen Marcos y Alicia es un magnífi co epílogo al paseo por la judería toledana.
La visita a la ciudad estaría incompleta sin observarla en todo su esplendor desde el otro lado del río. La llamada «carretera del Valle» discurre por un pintoresco paraje conocido como «los cigarrales» donde se levantan casas de campo de encalados muros y bellas mamposterías, con discretos y cuidados jardines, y recogidos rincones, en alguno de los cuales celebraban reseñadas tertulias de artistas e intelectuales.
«-Hemos llegado –me dijo–. Este es el Parador de Toledo.
- Es precioso.
- Sí, y las vistas más aún. Ven.»
En la zona más elevada, y asomado al Tajo se en-cuentra el Parado Nacional de Turismo. Un lugar perfecto para reponer fuerzas y seguir soñando con este Toledo mágico y de leyenda «...porque, con Toledo como excusa, es tan fácil enamorar a alguien».
VIAJAR, COMER, DORMIR...
La ciudad de Toledo está situada en el centro de la península Ibérica y tiene unas excelentes comunicaciones tanto por carretera (autopista y autovía) como por tren: el AVE permite viajar desde Madrid en algo menos de media hora.
La gastronomía toledana es un ejemplo de riqueza y diversidad. Desde la tradición castellana de los guisos, potajes, escabeches y platos de caza, se ha evolucionado hacia una cocina moderna, atrevida, plena de esencias y sabores. Por su proximidad a los Montes de Toledo y La Mancha, la cocina toledana se ha visto influenciada por los productos y sabores de estas tierras, como el queso manchego, el vino, el aceite, la caza y el azafrán.
Existe una amplia y variada oferta de locales con opciones para todos los gustos y bolsillos, desde restaurantes clásicos con platos tradicionales hasta fogones vanguardistas con cocina de autor. Proliferan, por sus calles y plazas, bares y tascas con una rica carta de raciones y tapas.
Toledo ofrece también un amplio y variado abanico de alojamientos que hacen que la estancia en la ciudad sea cómoda y asequible. Albergues, hostales, hoteles de todas las categorías, muchos de ellos con un especial encanto para todos los gustos y presupuestos.
Una región de libro
La pasión por el viaje y la literatura –profundamente relacionadas a lo largo de la historia– se dan la mano en estas rutas turísticoliterarias que permiten, al lector y al viajero, recorrer caminos, descubrir paisajes, y visitar pueblos y ciudades a través de la mirada y la imaginación de autores que centran sus narraciones en escenarios de Castilla-La Mancha.
El lector se adentra en una doble experiencia: viajar leyendo a través de la imaginación y el relato del autor, y explorar esos relatos para enriquecer la propia experiencia viajera.
Estas rutas ofrecen una forma diferente de adentrarse en rincones literarios de Castilla-La Mancha y, a la vez, son una fuente de inspiración para los viajeros y los amantes de la literatura.
Invitamos a lectores y viajeros a disfrutar de estas páginas que nos transportan a través de la historia, la naturaleza y la cultura de una región inagotable.
EL AUTOR
Eloy Moreno (Castellón, 1976). Ha publicado las novelas: El bolígrafo de gel verde (2011), Lo que encontré bajo el sofá (2013), El Regalo (2015), Invisible, traducido a varios idiomas y adaptado a serie por Disney+, Tierra (2020), Diferente (2021) y Cuando era divertido (2022); la colección de Cuentos para entender el mundo. Es uno de los escritoresmás leídos y queridos por su capacidad de abordar temas universales con una sensibilidad única. Ha vendido más de un millón y medio de ejemplares de sus obra en más de 30 países.
LA OBRA
«¿Qué ocurre al mover un sofá? ¿Y al mover una vida? Quizás en ambos casos encuentres algo parecido: objetos –o personas– que ya habías olvidado, un calcetín que se quedó sin pareja o una pareja que se quedó a la espera, esquirlas de otra vida… O uno de esos secretos que creías enterrado para siempre y que te obliga a pronunciar la frase que lo cambia todo: “Tenemos que hablar”…». El propio autor, Eloy Moreno, describe con estas líneas lo que encierra Lo que encontré bajo el sofá , su segunda novela, publicada en 2013.
Una historia que cuenta varias historias narradas a través de Alicia, la protagonista, y que pone sobre la mesa asuntos como el acoso escolar, los desahucios, la corrupción de la clase política y el clamor de una generación indignada.
El autor entrelaza estos temas con otros más personales como las relaciones de pareja, la amistad o la fidelidad en el matrimonio. Todo aderezado con un misterioso enigma que la protagonista tratará de resolver recorriendo las calles y plazas empedradas de un Toledo mágico.
Con un ritmo ágil y entretenido, los capítulos se suceden de forma vertiginosa; vidas cotidianas, refl exiones personales y sociales, todo ello asomándose por las ventanas de una ciudad de leyenda.
EL ESCENARIO
Los progagonistas de Lo que encontré bajo el sofá recorren, se hablan, se pierden, se aman por las callejas y plazas empedradas de Toledo, una ciudad que sitentiza la historia de España y del mundo. Una ciudad de leyenda en la que han dejado su huella romanos, visigodos, árabes y cristianos. Estamos en uno de los centro históricos más grandes del dmundo, y uno de los que más riqueza y encanto patrimonial atesoran.
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