«El sol que ha salido entre las nubes plomizas hace resplandecer los colores: verdes de mil tonalidades, amarillos de las retamas y las aulagas que se adelantan a la floración, rosas y blancos de los brezales, los cortaderos y caminos marrones que serpean las montañas, las pedrizas grises, la tierra anaranjada. A eso estaban esperando. Esperando porque faltaba algo. La belleza sacada de los sueños colocada ante tus ojos. [...] Mirad: “El paisaje que veis es donde vivimos y afanamos los hombres y mujeres de Valhondo. Nuestro paraíso terrenal”.».

La ruta literaria Valhondo recibe ese nombre por la emotiva novela que lleva ese título. Y que cierra la trilogía En la raya del infinito, acompañando a sus hermanas Quercus y Enjambre, y acotando un territorio literario –Los Montes de Toledo, La Jara, Cabañeros– como La Mancha, Comala o Macondo.

«Ahora, la fascinación es por la imagen de esa sierra que nos rodea tras una noche de lluvia menuda, una noche de llovizna que ha lavado el monte y lo muestra en todo su esplendor: los pinos, las encinas y jarales, los valles, las riscaleras con sus picachos de nubes, los alcornocales y las fresnedas».

Valhondo, nombre metafórico de niebla y ensueño, es en realidad Robledo del Buey. Pedanía de Los Navalucillos donde un joven maestro es destinado a su escuela unitaria para dar clase a sus veinticinco alumnos. Ellos son los verda-deros protagonistas de la novela, junto a sus padres –cabreros, leñadores, corcheros, colmeneros, guardas y cazadores furtivos– que afanan para sacarle un trozo de pan a los animales y a la tierra, conservando su cultura ancestral que es un tesoro de valor incalculable. Igual que el paisaje, los valles y las sierras, los alcornocales y las riscaleras, creando el mejor escenario para una novela.

«Va dejando ramonear a las cabras en los zarzales que hay de este lado del arroyo y luego se pasa por el puentecillo de madera y piedra al otro lado, el ganado triscando las orillas, hasta unos zumajales muy frescos y frondosos, con mucho verde, que las cabras sortean porque les da pánico meter los remos en el barro y quedarse allí clavadas. O hundirse en el cieno como si fueran aguas movedizas. Por algo se llaman trampales».

«–Si quiere oír la berrea, véngase aquí conmigo en septiembre. Menudo concierto. Si los dejas, se meten a berrear en el huerto. –Después ventea el aire y sigue con su relato.

– Cuando tumbas el bicho tras el escopetazo que hace temblar la sierra, debes quedarte un buen rato quieto, parado, en silencio. Escuchando el monte. El monte que habla y, tras el disparo, calla y guarda silencio. Tan en silencio, que oyes el palpitar de tu corazón. Miedo, placer y silencio. Si el asunto está complicado y temes que el guarda haya podido sentir el disparo, escondes la pieza– ciervo, gamo, jabalí o corzo– en un hueco de monte, la disimulas con unas jaras, unos romeros…y te largas. Luego regresarás a la noche, en la profundidad espesa de la noche, a buscarla».

La ruta, de seis kilómetros de sencillo recorrido, transcurre siguiendo las huellas de las caminatas de esos muchachos, descubriendo el campo y la vida, la casa del maestro, el bar de la señora Encarna, la fuente y la escuela.

Un paseo novelado, para el alma y la memoria, que ya nunca se perderá porque estos personajes y sus vidas se han hecho eternos en la historia de la literatura.

La ruta literaria Valhondo se ubica en un rincón privilegiado de Los Montes de Toledo. Porque desde Robledo del Buey se abren numerosas posibilidades que no te puedes perder.

Si lo que te ha movido es la literatura, deberías conocer las otras dos rutas literarias de la trilo-gía: la de Quercus, en Navas de Estena, en el Parque Nacional de Cabañeros de Cabañeros, a 60 kilómetros de distancia) y la muy cercana de Enjambre, en Anchuras (a 21 kilómetros).

De camino a la aldea de Enjambre entrarás en el hermoso valle del Gévalo, y deberías visitar Piedraescrita (a 21 kilómetros) , con su ermita que atesora la más bella azulejería talaverana y el Pantócrator románico más al sur de la península. Obligada es la visita a Los Navalucillos, con su Museo Etnográfi co, sus restaurantes donde degustar la gastronomía típica y su magnífica oferta de casas rurales. Y, sobre todo, la ruta del Chorro en Cabañeros, que es un espectáculo de la naturaleza.

Todos los paneles, los atriles e información de la ruta son accesibles para personas con discapacidad visual.

La ruta literaria Quercus se ubica en la localidad de Navas de Estena (Ciudad Real), Enjambre en Anchuras (Ciudad Real) y Valhondo en Robledo del Buey, pedanía de Los Navalucillos (Toledo). En su recorrido, los lectores/senderistas podrán seguir las huellas de los personajes de cada una de las novelas, reconociendolos paisajes y el territorio humano que inspiraron al autor en su escritura. Las tres rutas forman una especie de triángulo en el centro de Los Montes de Toledo, en el corazón de Los Montes de Toledo. De Robledo del Buey (Valhondo) hay tan solo 21 kilómetros a Anchuras (Enjambre) y 60 a Navas de Estena (Quercus). Estas cortas distancias permitirían realizar las tres rutas literarias envarios días, en un fin de semana; propiciando también el conocimiento de otros atractivos paisajísticos, culturales y etnográficos de la zona.

CABAÑEROS

Cabañeros, a caballo entre las provincias de Toledo y Ciudad Real, es mucho más que un Parque Nacional: es un lugar único en el mundo. En sus sierras, valles y rañas se extiende una de las muestras de bosque mediterráneo mejor conservadas del planeta, que da cobijo a parte de la fauna ibérica más amenazada como el lince, la cigüeña negra, el buitre negro o el águila imperial.

Encinares, alcornocales y el aromático matorral mediterráneo a base de jaras, romeros, tomillos y cantuesos se suceden entre serranías, pedrizas y salpican las rañas –el particular Serengueti español–. No será difícil observar el vuelo de los majestuosos buitres leonados o de alguna rapaz, y avistar ciervos y corzos.

El Parque cuenta con centros de visitantes, museos y puntos de información repartidos por el perímetro de la zona protegida, donde se puede disfrutar de exposiciones sobre los valores naturales y culturales del parque y su entorno. Para conocerlo a fondo es recomendable realizar alguna de las rutas que de forma libre o con guía -de esta última forma no se perderá detalle de la riqueza de ese espacio único- se pueden hacer a pie, en bici o en vehículo todoterreno. Varios son los posibles puntos de partida para estas rutas: Navas de Estena, Retuerta del Bullaque, Horcajo de los Montes. Alcoba o Casa Palillos.