Saccharinus, piñonet, piel de sapo… Puede que nunca haya oído (o leído) estos términos, pero si les hablamos de dulzor, jugosidad, frescor, escasa fibrosidad, forma ovoide, color exterior verde con manchas oscuras de tamaño medio, tornando en la madurez hacia el amarillo, y blanco o cremoso en el interior, entonces quizás le venga a la mente el melón, un alimento saludable que tiene a Castilla-La Mancha como uno de los principales productores a nivel nacional.
El melón de La Mancha, reconocido con la Indicación Geográfica Protegida desde 2014 -lo que certifica la inigualable calidad del producto-, pertenece a la variedad botánica del melón llamada Saccharinus de los cultivadores piñonet o piel de sapo, en cualquiera de sus variedades comerciales. Estamos ante uno de los cultivos sociales hortícolas característico de la comarca natural manchega, particularmente representativo de la zona nororiental de la provincia de Ciudad Real, en la que su cultivo constituye un buen complemento para las explotaciones familiares agrarias, cuyos ingresos principales proceden principalmente de la viña y los cereales.
Es muy probable que, como tantas otras cosas en nuestra región, el cultivo del melón fuera introducido en la comarca manchega por los árabes. Las referencias más antiguas las encontramos recogidas en el Tratado Agrícola de Ibn Bassal al-Tulaytubí, discípulo de Ibn Wafid, visir de Yahya ben Ismail al-Mamún, que reinó con el nombre de Yahya I al-Mamún en los reinos taifas de Toledo (1043-1075) y Valencia (1065-1075).
A la jugosidad, sabor y frescor del melón de La Mancha hay que añadir que es una importante fuente de vitamina C, que contribuye a la formación normal de colágeno para el funcionamiento normal de los huesos, ayuda a disminuir el cansancio y la fatiga y mejora la absorción del hierro.
La zona de producción, acondicionamiento y envasado del melón amparado bajo la IGP Melón de La Mancha comprende las localidades de Alcázar de San Juan, Arenales de San Gregorio, Argamasilla de Alba, Campo de Criptana, Daimiel, Herencia, Las Labores, Llanos, Manzanares, Membrilla, Puerto Lápice, Socuéllamos, Tomelloso, Valdepeñas y Villarta de San Juan.
Aunque no alcance el protagonismo de otros alimentos manchegos, lo cierto es que la calidad y características del melón de La Mancha, no se queda a la zaga de los quesos o vinos de estas tierras.
Estamos en una zona que atesora encantos históricos, patrimoniales y naturales que harán las delicias del viajero. Son las tierras de las andanzas de don Quijote y Sancho Panza: paisajes de onduladas llanuras salpicadas de cerros en los que se levantan imponentes molinos. El Parque Nacional de las Tablas de Daimiel y el Natural de las Lagunas de Ruidera son indispensables para los amantes de la naturaleza. Sin olvidar la rica gastronomía manchega donde tiene su rincón el melón de La Mancha.
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