Al borde de una depresión, asomada a la altiplanicie caliza de la Mesa de Ocaña, se levanta el caserío de Cabañas de Yepes. De las suaves laderas erosionadas del valle que se extiende al sur de la población brotan manantiales que han formado parte de la historia y la economía, de la existencia misma y la supervivencia de sus vecinos. La ruta que proponemos es una invitación precisamente a reflexionar sobre la vital importancia del agua en territorios como estos de estepas yesosas donde el terreno tiene una escasa productividad.
El sendero, que está marcado con las señales amarillas y blancas de la red de senderos de la provincia de Toledo (PR-TO-16), desciende al encuentro del arroyo del Barranco del Valle y visita los parajes más relevantes de este surco fluvial que se abre hacia el valle del río Tajo.
Toda la zona se encuentra dentro del Lugar de Interés Comunitario de los Yesares del Valle del Tajo y la vegetación silvestre que se ha apoderado de las laderas y escarpes, contrasta con los terrenos de cultivo extendidos en las altas llanuras y el fondo de los valles.
Arrancamos la ruta, siempre con calzado deportivo y ropa cómoda, desde la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Nuestro primer destino es la Fuente Vieja, una construcción monumental del siglo XVI que forma parte del complejo de abastecimiento que sirvió durante siglos tanto para el consumo de los vecinos y abrevadero de sus bestias, como de lavadero; gracias a su ubicación en la cabecera del barranco el agua se conducía hacia las huertas que todavía se pueden contemplar más abajo.
El camino, por pista ancha y buen firme, continúa hacia la Fuente Nueva, la más popular de la localidad por la calidad y finura de sus aguas. Como antaño, aún acuden vecinos de esta y otras localidades para abastecerse de estas aguas.
Continuamos ruta por un camino que desciende al fondo del barranco y tomamos el camino a la derecha para alcanzar los restos de la Ermita de Nuestra Señora del Socorro, cuya fundación en el siglo XII está relacionada con la Orden de Calatrava.
Desandamos el sendero para volver al cruce y continuar rectos. En pocos metros, a nuestra izquierda, hay que subir unos metros hasta el Yesar, una antigua cantera de yeso excavada en la ladera; en producción hasta los años 60 del siglo XX, la actividad minera ha dejado a la vista un escarpe de piedra caliza tableteada, un sustrato rocoso sobre el que se modelan los cerros y laderas que nos rodean.
El sendero continúa recto hasta alcanzar la Fuente de la Cárcava, en el extremo noreste de del Valle. Para retornar al pueblo hay que volver sobre nuestros pasos y en pocos metros tomar el camino que sube a la derecha hacia el núcleo urbano.
Merece la pena completar el paseo con la visita a la localidad y degustar su gastronomía basada en guisos pastoriles. En el paseo por el callejero de la localidad destaca la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, la antigua Casona de Gaspar Gutiérrez o la encalada ermita de San Sebastián.
La ruta, de 9 kilómetros, nos llevará dos horas y veinte minutos. Para realizarla se recomienda zapato y ropa cómodos. La mejor época es la primavera, momento en el que encontraremos una temperatura alejada de los rigores del frío invierno y el caluroso verano manchego.
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