En pleno Parque Natural del Alto Tajo, en la profunda hoz que dibuja el río Abalanquejo, se encuentra el pequeño pueblo de Ocentejo, con su iglesia parroquial, el castillo que se alza dominante en lo alto y un puente medieval que aún conserva su empedrado original. Pero sin duda, lo mejor que ofrece Ocentejo es el espectacular patrimonio natural circundante.
Desde el pueblo sale una ruta perfecta para pasar un día con niños en plena naturaleza, una de las más bonitas y espectaculares que se pueden realizar dentro del Parque Natural. Encontraremos un paisaje precioso que pasa por el Hundido de los Armallones, con varios rápidos y zonas de baño del río Tajo, y termina en las Salinas de La Inesperada –una obra comunal de 1860 con un pozo de extracción de sal–.
Todo, por una amplia pista forestal, con paneles informativos y sin apenas desnivel.
Desde Ocentejo tomaremos la pista al Hundido de Armallones, que está señalizada. La pista inicia pronto un camino descendente y, tras pasar una barrera, traza una marcada curva a la izquierda, desde donde tendremos vista del cañón desde las alturas.
Nos encontramos dentro del paraje que le da nombre a la ruta: Hundido de Armallones. Aquí se pone de manifiesto el poder erosivo del río. Al fondo y sobre el agua, observamos un desprendimiento de enormes rocas que prácticamente colapsó el curso del río en el siglo XVI. Es impresionante ver esas grandes moles entre las aguas verde esmeralda que luchan por seguir su camino.
Seguimos por la pista y, doscientos metros más adelante llegaremos a una cascada que, según en qué época del año, estará seca o llevará algo de agua.
La pista traza una marcada curva y comienza a descender. El camino continúa siempre junto al río Tajo que va formando rápidos y pozas. Es habitual ver majestuosas aves volando sobre nuestras cabezas. Al descender al fondo del cañón tenemos una gran poza perfecta para el baño. El color del agua es increíble y con buen tiempo pegarse un chapuzón se hace prácticamente irresistible.
El sendero continúa con un ligero ascenso dejándonos buenas imágenes para finalizar en las Salinas de la Inesperada. Se componen de un edificio central para almacén y vivienda y una serie de canales y artesas con pavimento de piedra donde se recoge el agua salina y se remansa para, tras la evaporación, obtener la sal. Estas construcciones marcan el final de la ruta. Volveremos sobre nuestros pasos para regresar de nuevo al pueblo de Ocentejo.
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