En el Valle de Alcudia, la minería ha sido determinante en el devenir histórico, social, económico y cultural. Se dispone de datos sobre la actividad minera en la comarca desde el siglo VIII a.C. –aunque posiblemente su aprovechamiento sea incluso anterior– y hasta los años 70 del siglo XX. Se han catalogado un total de 484 minas metálicas, en la mayoría yacimientos de plomo y zinc. Ello ha condicionado su actual paisaje.
Las Minas de San Quintín, muy cerca de Cabezarados –aunque pertenecen a Villamayor de Calatrava– son una muestra bien clara de ello. El acceso a estas minas se efectúa por la carretera de Puertollano a Cabezarados, cuyo trazado atraviesa las ruinas de este histórico grupo minero.
Las minas de (como las de Diógenes, Riofrío, Horcajo, etc.), no sólo eran lugares de trabajo, sino lugares, pueblos, en los que se vivía, pueblos con iglesia, tiendas, cementerio, cuartel de la Guardia Civil, enfermería, cementerio, etc. En este de San Quintín, en su momento de mayor desarrollo, en torno a 1900, llegaron a vivir 3.000 personas.
El poblado minero de San Quintín no era un núcleo compacto sino que se dividía en varios: Cuarteles, Peña del Rayo, Cavilas, Chozos de Musa y las casas alineadas en torno a la carretera.
La belleza y el interés de San Quintín es especial; las desvencijadas o apenas imaginables construcciones, las montañas de materiales arrancados de la tierra, pequeñas lagunas, dunas móviles y los nuevos paisajes que crea la explotación del suelo durante siglos, nos transportan a otras épocas y nos coloca en un lugar de película, casi irreal, como extraterrestre. Nuevos tonos y colores, nuevos ecosistemas y formas geológicas.
A escasos kilómetros, el Campo de Calatrava incide en la sorpresa paisajísitica. Hay que tener una sensibilidad especial para admirar estos lugares tan poco explorados: grandes zonas esteparias y llanas mezcladas con monte mediterráneo y sierras bajas, y, apareciendo como oasis en el desierto, algunos de los mejores humedales del centro de la península, durante muchos meses del año llenos de vida animal.
En este territorio se han contabilizado más de 500 asomos volcánicos cuyo origen se data entre 8 y 1 millón de años, aunque algunas de sus manifestaciones han llegado hasta tiempos geológicamente muy recientes. De toda esa actividad nos queda una huella excepcional en forma de hoyas o maares, cuyos ejemplos más representativos podemos recorrer en esta propuesta de viaje.
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