El Monumento Natural Nacimiento del río Cuervo se sitúa en el extremo noreste de la provincia de Cuenca, en el término municipal de Vega del Codorno. El protagonista indiscutible es el mismo nacimiento del río, un manantial de agua de gran belleza y valor paisajístico; no en vano, es una de las atracciones turísticas más importantes de Castilla-La Mancha.
Pero en el Monumento, además del nacimiento, existen otras zonas igualmente recomendables, merece la pena adentrarse un poco más en este entorno. Todo este terreno se halla sobre la muela de San Felipe, con altitudes que llegan a alcanzar los 1.700 m, lo que, unido a las altas precipitaciones, supone un vistoso paisaje repleto de elementos kársticos como lapiaces, dolinas, ciudades encantadas y simas, además de comunidades y especies de fauna y flora que no existen en otras partes de Castilla-La Mancha.
Existen tres itinerarios para realizar la visita. Todos parten desde el aparcamiento:
Proponemos este último, la subida a la Muela de San Felipe, un exigente paseo a través del pinar, rodeando todo el Monumento Natural, hasta conseguir tener unas vistas privilegiadas de todo el lugar. Más de la mitad del recorrido está por encima de los 1.600 metros, contando con breves pendientes, aunque muy pronunciadas; es la montaña característica de la Serranía de Cuenca. Cuenta con áreas de descanso y espacios de información.
Desde el aparcamiento, el sendero coincide con el SL-CU 14 Sendero del Nacimiento del río Cuervo. Poco después se separan, y muy pronto encontraremos la turbera: una formación herbácea que sufre un continuo encharcamiento, lo que provoca grandes acumulaciones de curiosas especies vegetales.
Nuestro camino sigue y asciende por una zona de denso bosque de pinos albares y negrales, sabinas, robles, enebros; es la parte de mayor desnivel de la ruta, con un ascenso de 200 metros en apenas 1,2 km.
Esta subida nos lleva, por un bonito portillo horadado en la roca, a un mirador natural. Arriba, el relieve es suave; las vistas, inolvidables. En invierno, las cascadas se congelan y la nieve tiñe todo de blanco, tanto aquí arriba como por el camino; la primavera trae agua en abundancia y verdes brillantes; el otoño, toda la gama de marrones, ocres y amarillos. Un espectáculo de color.
La bajada se hace por una ladera pronunciada, rodeada, al igual que a la subida, de un denso pinar de pino albar. Los postes y marcas del camino nos guían sin pérdida hasta el parking del que partimos.
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