Uña, en la Serranía de Cuenca, muy cerca de la Ciudad Encantada, es un pequeño pueblo situado entre una hermosa laguna y el río Júcar, en un entorno de roca y agua que no deja a nadie indiferente.

En el pueblo podremos ver viviendas populares de gran belleza y edificios religiosos destacables, como la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel, construida en el siglo XIII y restaurada en el XVI; y la ermita de la Virgen del Espinar, curiosa construcción cubierta por roca y vegetación a la que se llega por un pequeño sendero pasado el mirador de la laguna.

Pero es el entorno natural lo que hace de Uña un lugar especial.

La denominada Ruta de las pozas del arroyo de la Madera es un paseo fácil, perfecto para hacer con niños y conocer el entorno de Uña. Aunque es zona de baño en verano, merece la pena hacerlo también en otros meses, sobre todo si ha llovido.

Lineal

Distancia, 2,5 km

Dificultad, fácil

Duración aproximada, 35 minutos (ida)

El recorrido empieza y termina en el parking de Uña, donde encontramos un panel interpretativo. Desde aquí debemos tomar el camino de tierra que se dirige a Las Majadas y al Arroyo de la Madera.

Nuestro camino coincide durante parte del trayecto con el Sendero de Pequeño Recorrido PR-CU 37 (Del Escalerón a la Raya) y el de Gran Recorrido GR-66.

Comenzamos por el margen izquierdo de la laguna, por la amplia pista del GR-66. Justo después de pasar el puente sobre el canal nos encontramos con una intersección: debemos ir a la izquierda (el camino de la derecha nos lleva por la senda de la Raya y la de Las Catedrales).

Andaremos un kilómetro aproximadamente por un pinar de pino negral, enebro y rosales, hasta que, en un ensanche, encontramos un caminito que sale a la izquierda cuesta abajo. Nos conduce directamente hasta las pozas del arroyo de la Madera. Las cascadas de agua (sobre todo en época de lluvias) se escuchan desde el camino.

El arroyo de la Madera trae aguas cristalinas y limpias, aguas que aquí se embalsan en pequeñas pozas formadas en huecos y cuevas de la roca caliza. Muy cerca de aquí, desemboca ya en el río Júcar.

Es un remanso de paz y naturaleza. El agua, ya avisamos, estará a una temperatura sólo apta para los más valientes.