Entre los Parques Nacionales de Cabañeros y las Tablas de Daimiel está la comarca de los Montes. La forman 16 municipios, paisajes de relieves montañosos y extensas llanuras, algunas manifestaciones volcánicas y formaciones lagunares de carácter temporal, lo cual se traduce en una tierra de contrastes paisajísticos y una amplia variedad de fauna y flora.
Nuestra primera parada resume de un vistazo toda una comarca: el llamado Balcón de La Mancha de Villarrubia de los Ojos es probablemente el mejor mirador sobre la llanura manchega. Está en el cerro de San Cristóbal, junto a la ermita del mismo nombre, apenas a 1 km del pueblo. Podemos subir en coche o dando un agradable paseo (sobre todo en primavera).
En Fuente el Fresno destaca la iglesia parroquial de Santa Quiteria, una bella construcción románica con una original torre de planta redonda.
Hacia el oeste, Malagón, el pueblo más poblado de la comarca, está indisolublemente vinculado a la figura de Santa Teresa desde el siglo XVI, cuando fundó aquí el Monasterio de San José, el único de sus 17 monasterios que pudo diseñar y edificar desde el principio. Existe una ruta que recorre los pasos de la Santa por la localidad y nos sirve al tiempo para descubrir la historia de los edificios, calles y rincones más emblemáticos.
A la salida de Malagón, dirección Porzuna, nos encontramos con la reserva natural de Las Navas de Malagón: tres lagunas de origen volcánico y uno de los observatorios de aves menos conocidos, pero de los más interesantes. Son lagunas estacionales y de salinidad muy variable, siendo ello causante de su alta diversidad biológica, de su rareza y de su vulnerabilidad. La Nava Grande, la de mayor tamaño de las tres, destaca por la mayor permanencia de sus aguas y por presentar un anillo de tobas volcánicas a su alrededor. Aquí pasan el invierno un gran número de aves acuáticas entre las que destacan la malvasía cabeciblanca, el zampullín cuellinegro, el zampullín chico, el pato colorado, el ánade friso, el pato cuchara, el fumarel cariblanco, el somormujo lavanco y el porrón común. De interés especial es también la presencia de dos anfibios amenazados: la ranita de San Antonio y el tritón pigmeo.
Si nos interesa es el avistamiento de aves, muy cerca de aquí, entre dos aldeas del municipio de Malagón, El Cristo del Espíritu Santo y Piedralá, es habitual avistar grandes rapaces, como el buitre negro y el buitre leonado, el águila real y la culebrera europea.
La siguiente parada es Porzuna, un pueblo “con un volcán dentro”. El espectacular volcán del Cerro de los Santos, a cuyos pies se extiende el pueblo, es un monumento natural que nació de una única erupción, arrojando coladas de lava en todas direcciones. Aún se pueden ver las escorias negras y a veces algo rojizas en sus laderas. Se accede a lo alto por varios caminos para disfrutar de unas estupendas vistas de los alrededores.
Por último, Piedrabuena, un pueblo tranquilo cuyos paisajes están marcados por la cercanía del río Bullaque. El río crea lugares de gran belleza muy poco conocidos: Los Jarales, El Cañal, La Tabla de Las Guarrillas o El Puente Nuevo son sitios de un elevado valor medioambiental. En ellos nos encontramos una variada vegetación a base de sauces, fresnos, álamos negros y blancos, chopos, nenúfares blancos y amarillos, araclanes, olmos…
Entre todos ellos destaca Tabla de la Yedra, un lugar de esparcimiento muy conocido en la zona donde disfrutar de la naturaleza, del descanso, del bañ o de la pesca. Está a unos 2,5 km del pueblo y se puede ir andando (está señalizado) o en coche. Con suerte podremos contemplar nutrias, aves como el martín pescador, garzas reales, zampullines o incluso erizos y zorros.
Para senderistas, desde Piedrabuena parte el PR-CR 26 que lleva al Volcán de la Arzollosa, caracterizado por ser el de mayor extensión superficial y el que más coladas de lava emitió de toda la región volcánica del Campo de Calatrava.
Dos fiestas declaradas de interés regional destacan en esta comarca.
El Corpus de Porzuna es característico por los danzantes y las alfombras de sal y serrín.
La fiesta de Cruces y Mayos de Piedrabuena es una profunda tradición que conlleva mucho trabajo y dedicación, y un resultado muy vistoso cargado de significados.
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