Estamos en pleno Parque Natural del Alto Tajo, muy cerca de Zaorejas, uno de los centros neurálgicos del Parque y excelente punto de partida para cualquier excursión o práctica deportiva en la zona.

A 20 km de Zaorejas está el pequeño pueblo de Huertapelayo, de donde parte uno de los recorridos más bellos de todo el Alto Tajo.

Nuestro destino es el puente de Tagüenza sobre el río Tajo, ubicado entre los municipios de Huertapelayo y Huertahernado. Antaño, los habitantes de los pueblos de Huertapelayo y Armallones debían de cruzar el río para comunicarse con los pueblos de Ocentejo, Huertahernando y Buenafuente del Sistal, de ahí su construcción. El camino y el puente están hoy en desuso.

Datos de la ruta:

A pie

9 kilómetros en total (ida y vuelta desde Huertapelayo)

4:00 horas

Dificultad moderada

El sendero sale desde detrás de la Iglesia de Santa María Magdalena de Huertapelayo. Nada más salir, nos conduce hacia las Asomadillas, una gran roca que nos ofrece una espectacular panorámica de la gran cresta caliza que flanquea la población. El camino promete ya desde el principio.

Sin abandonar nunca la pista, dejamos el pequeño cementerio de la localidad a la derecha y tomamos un camino más ancho que sube al Picayo. Desde lo alto las vistas son increíbles.

El camino es ancho y de tierra, entre los pinos de vez en cuando se ve y se oye el río Tajo. Aproximadamente a 1 kilómetro de distancia, tomaremos un desvío a mano derecha señalizado como GR-113-GR-10. Llegaremos a un mirador con unas vistas increíbles. Al poco, el camino se irá complicando, convirtiéndose en una pista de piedra suelta que desciende en zigzag en busca del Tajo. Hay que ir con cuidado.

El último tramo se precipita hacia el río ya con el Puente de Tagüenza a la vista.

Construido en el siglo XIX en piedra y hormigón (aunque fue volado parcialmente durante la Guerra Civil y reparado a mediados del siglo XX), el puente tiene un único arco y es pequeño y elegante, aunque la altura de las rocas sobre las que se asienta nos dan otra sensación. Antiguamente fue un paso obligado para los gancheros. De hecho, aún hoy en día quedan recuerdos de estos tiempos grabados en las rocas de esta construcción, como rebajes o hendiduras que realizaban para facilitar la conducción.

Para los más osados o más enérgicos, justo al otro lado del puente sale un camino que se dirige hacia Huertahernando, aunque nuestra ruta vuelve por donde hemos venido.