Ubicado en el parque Abelardo Sánchez, uno de los pulmones de la ciudad, el Museo de Albacete ofrece al visitante la posibilidad de conocer el devenir histórico y cultural de la provincia albaceteña, y descubrir y admirar parte de su valioso patrimonio histórico, artístico y cultural.

Fue creado el 20 de marzo de 1867, y sus puertas se abrieron al público en la Diputación Provincial el 22 de junio de 1927. En 1943 se trasladó la sede a la planta baja del edificio, pasando a llamarse Museo Arqueológico Provincial. En 1967 nuevamente fue trasladado al edificio anejo de la Casa de Cultura, donde permaneció hasta 1978 en que fue inaugurada la nueva sede situada en el parque Abelardo Sánchez. El 27 de mayo de 1975 pasó a denominarse Museo de Albacete bajo la tutela del Estado, que en 1984 hizo efectivas la transferencia de gestión a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

El recorrido por sus salas nos permite hacer un viaje en el tiempo para adentrarnos en la  Prehistoria -la antigua y la reciente-; descubrir la gran riqueza de la cultura ibérica en la provincia de Albacete (que es mostrada a través de objetos procedentes de poblados, necrópolis y santuarios, destacando un rico y magnífico conjunto escultórico fechado entre los siglos VI y I antes de Cristo); admirar restos de la antigua Roma (inscripciones conmemorativas y funerarias, esculturas, objetos de la vida cotidiana, la singular colección de muñecas romanas y de mosaicos); hacer un sucinto recorrido por la historia de la  moneda desde la época griega hasta el siglo XIX; empaparse de la cultura visigoda, a través de elementos litúrgicos, enseres caseros y cerámicas usadas en los rituales funerarios, y de la arqueología islámica que está presente a través de cerámicas, arquitectura y del excepcional ajuar califal hallado en Liétor; y admirar piezas de los siglos XIII al XVIII procedentes de intervenciones arqueológicas, así como la Cruz de término de Albacete como monumento escultórico más destacado.

Además el Museo exhibe obras de arte realizadas entre los siglos XVI y XVIII, y manufacturas de la provincia como la cuchillería albacetense y la loza hellinera. Las tres últimas salas están dedicadas a exhibir obras de los siglos XIX y XX, entre ellas, el busto de Francisco Jareño, la colección de cuadros donada por Benjamín Palencia, así como lienzos, grabados y esculturas que ilustran algunos de los conceptos por los que se mueven las artes plásticas actuales: el paisajismo, el realismo, el informalismo, la abstracción, o la fotografía. 

La visita al Museo requiere su tiempo, pero es imprescindible detenerse en algunas de sus obras maestras como el Caballero de Los Villares (jinete a caballo tallado en piedra y con 2.500 años de antigüedad); un Lekanis (caja de cerámica griega ática de la primera mitad del siglo IV a. C.); un anillo de oro del siglo III a. C.; las Muñecas romanas de Ontur del siglo IV, talladas en hueso y ámbar; el visigodo cancel de la basílica de Eio hallado en el Parque Arqueológico del Tolmo de Minateda; el bello candil de piquera de la llamada Sima de los Infiernos, de bronce y de origen islámico; la cruz de término del siglo XV que se erigía en la calle de La Cruz de la ciudad albaceteña; la Dolorosa (1755) de madera y policromada obra de Francisco Salzillo y Alcaraz; el Retrato de Alberto Sánchez (1932) de Benjamín Palencia.