A 40 kilómetros de Guadalajara y 90 de Madrid, en plena Sierra Norte de Guadalajara, se encuentra Arbancón, un pueblo con una privilegiada oferta para los amantes de la naturaleza y del patrimonio cultural: estamos en la entrada de las rutas de la Arquitectura Negra y del Románico Rural.
Arbancón posee una estética personal reflejada en algunas puertas de madera antiguas, sus plazuelas típicas y el saliente de los aleros en sus estrechos callejones. Junto a su vecino Cogolludo, ofrece un aspecto gastronómico digno de mención; la extraordinaria fama de los asados de cabrito, que dicen probó y elogió el mismísimo Cristóbal Colón. Se guarda en secreto el misterio culinario de los siete brebajes que por costumbre ancestral deben acompañar la receta de cabrito asado.
En su calendario festivo destaca la fiesta de las Candelas, cuando hace aparición su enmascarado o botarga. La botarga es una figura ancestral que aparece ataviada con un traje multicolor y una grotesca máscara, seguramente el elemento folclórico más singular, tradicional y emblemático de la cultura popular en la provincia de Guadalajara. Persiguiendo a las botargas podemos conformar un estupendo viaje por algunos de los pueblos más bellos de la provincia.
Si visitamos Arbancón con niños, junto a la rivera del arroyo Salcedo, no nos podemos perder el pequeño “bosque encantado” en el que los árboles parecen haber tomado vida.
En los alrededores del pueblo discurren tres rutas de senderismo perfectamente señalizadas y aptas para todos los niveles.
En nuestro viaje nos vamos a detener en la llamada Ruta de Carrallano, circular, desde cuyo punto más alto sale una senda, lineal, que lleva a la Torrecilla, donde encontramos un asombroso búnker abandonado.
Distancia total, 7 kilómetros (parte lineal: 3 kilómetros; parte circular: 4 kilómetros).
Dificultad, fácil.
Todo el camino está perfectamente señalizado con balizas de madera y señales.
La ruta de Carrallano comienza por detrás de la Fuente Vieja, tomando el camino de la izquierda que asciende durante un buen trecho hasta una gran zona llana de bosque mediterráneo.
Desde el punto más alto de la ruta de Carrallano hay que seguir la pista que va hasta la punta de la Torrecilla. Nos quedan 1,5 kilómetros. Esta pista nos brinda el espectáculo visual del Valle del Henares y la inconfundible silueta de la Muela de Alarilla a un lado, y la imponente mole de la Sierra del Ocejón al otro.
Arriba del todo, el impresionante búnker de la Guerra Civil. Soterrado por la parte este y construido en hormigón, tiene 2 entradas (una de ellas en curva), 3 arpilleras o nidos de ametralladoras para disparar. Es visitable y a él se accede por un estrecho pasadizo. Consta de un largo pasillo, una habitación pequeña y otra de forma triangular con las troneras donde se colocaban los soldados con su armamento.
Desde aquí se vigila la carretera de Arbancón, nuestro camino de vuelta, y se disfruta de unas espectaculares vistas.
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