Corría el año 1273 cuando Alfonso X el Sabio, ante los conflictos existentes entre pastores trashumantes y agricultores, creó el Honrado Concejo de la Mesta. Su labor permitió el paso y el pastoreo de los rebaños para aprovechar los pastos del sur de la península durante los meses de invierno. Una de esas rutas, la Cañada Real Segoviana, arranca en la Sierra de la Demanda y Neila (en los límites provinciales de Burgos, Soria y la comunidad de La Rioja) y finaliza en los invernaderos de Badajoz y Ciudad Real, atravesando el Parque Nacional de Cabañeros.
La bonita, sencilla y coqueta Senda de la Cañada Real Segoviana recorre un pequeño trecho de ese milenario camino que durante siglos fue protagonista del paso de millones de ovejas de raza merina que llegaban a recorrer hasta 800 kilómetros en busca de pastos y de climas benignos.
El inicio de la ruta se sitúa en el aparcamiento acondicionado que el viajero encontrará entre los puntos kilométricos 80 y 81 de la carretera CM-4017, a medio camino entre las localidades de Horcajo de los Montes y Retuerta del Bullaque.
Desde el aparcamiento, la marcada senda sube paralela a la carretera –junto a la que se sitúa la Venta Nueva, que servía de descanso a los pastores trashumantes y sus rebaños–. Entre jaras, tomillos y lavandas que salpican el recorrido llegamos al Puerto del Espinazo del Can. De frente, y antes de tomar el camino que encontramos a la derecha, hay que asomarse al mirador acondicionado para disfrutar de unas fantásticas vistas del Parque Nacional de Cabañeros: ante nuestros ojos se extiende una de las joyas de la naturaleza europea, reducto del bosque mediterráneo.
La Cañada Real Segoviana sobre la que nos encontramos se adentra en los Montes de Toledo por el Puerto Marchés y discurre por la Sierra del Chorito, siempre buscando los pasos más favorables para el ganado. Retomando el pedregoso sendero nos encontramos con un tramo desbrozado y abierto que muestra la anchura reglamentaria que debían tener las cañadas reales: 90 varas castellanas que vienen a ser 75 metros. Espectaculares se muestran los alcornoques, algunos de ellos centenarios, al pie de uno de ellos de majestuoso porte termina la ruta y comienza el camino de regreso.
Un paseo asequible y para todos los públicos que, para los más andarines, se puede unir con la Senda de La Viñuela, ya que ambas comparten los puntos de inicio y final.
Duración: 50 minutos ida y vuelta
Longitud: 1’8 km. (lineal)
Desnivel: 65 m.
Senda con tramos pedregosos pero con escasa dificultad.
No es necesario pedir permisos.
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