Brihuega, en plena vega del río Tajuña, es conocida como El Jardín de la Alcarria; además de un entorno de gran belleza, la localidad nos ofrece agradables y tranquilos paseos por un casco urbano en los que podemos disfrutar de un interesante patrimonio cultural.
Sus monumentos religiosos nos llevan del románico tardío hasta el gótico, destacando en ese trayecto el esplendor de la arquitectura cisterciense que llegó a Brihuega en el siglo XIII. Por otra parte, los siglos XVI y XVII fueron los siglos “conventuales” de la villa. Monjas Recoletas de San Bernardo, Jerónimas y Franciscanos dejaron su huella en Brihuega.
La iglesia de San Felipe, construida en el s. XIII, es una de las construcciones más bellas de la villa; la cabecera es la parte que mejor conserva los rasgos románicos. La iglesia de San Miguel, también del siglo XIII, está desacralizada y destinada en la actualidad a actos culturales, pero sigue formando parte activa de la riqueza patrimonial y cultural de Brihuega.
La iglesia de Santa María de la Peña se encuentra situada junto al castillo de la Piedra Bermeja. Su emplazamiento es uno de los lugares más románticos de toda la Villa, rodeado de frondosos árboles y en un entorno natural y patrimonial inolvidable.
El castillo se asienta sobre un promontorio rocoso en el extremo sur de la población. Sobre el primigenio fortín árabes, se fueron añadiendo estancias en el siglo XII, de estilo románico, y posteriormente, en el XIII, la capilla de tono gótico de transición. Las vistas desde aquí, resultan espectaculares.
Brihuega estuvo amurallada por completo y hoy conserva en buen estado cientos de metros de lienzos de la antigua muralla de los siglos XI–XII, casi 2 kilómetros. Dos puertas de esta muralla merecen una mención: el arco de Cozagón y el arco de la Cadena.
El centro neurálgico de la localidad es la plaza del Coso. En ella reposan importantes edificios civiles como el ayuntamiento o la Real Cárcel de Carlos III (s. XVIII), actualmente oficina de turismo. También es posible contemplar las cuevas árabes –un laberinto de secretos caminos por distintas épocas, culturas y actividades– y un par de vistosas fuentes en el acceso a la calle Mayor.
Pero sin duda el monumento civil por antonomasia es la Real Fábrica de Paños, eje de la actividad industrial de Brihuega, de un bellísimo concepto arquitectónico, una joya de complejo industrial del siglo XVIII. De sus espectaculares jardines proviene el sobrenombre de esta villa. Éstos se levantaron después de 1840 y tienen un aspecto versallesco, con un bello trazado geométrico, formando una malla intrincada de estructura casi barroca y un gran mirador sobre el Tajuña.
Una visita muy curiosa es la del Museo de miniaturas del Profesor Max, situado en el convento de San José. Brihuega es su ciudad natal y también de su hermana María Rosa Elegido Millán, ambos precursores de la miniatura a nivel mundial. Es posible presenciar, por ejemplo, el cuadro de “La Última Cena”, de Leonardo da Vinci, pintado en un grano de arroz.
El paisajes que nos ofrece Brihuega pone la guinda a nuestra estancia en Brihuega: bosques de encinas y quejigares, pequeñas huertas, los olivares y las plantas aromáticas, lavanda, espliego, romero, tomillo o salvia…
La lavanda y el espliego son la imagen de Brihuega. Cada mes de julio los campos de lavanda de la comarca se visten de morado e impregnan el aire con su aroma, un verdadero espectáculo que despierta los sentidos. En honor a la nueva recolecta tiene lugar cada año, desde 2016, el Festival de la Lavanda, con conciertos únicos al atardecer. Los invitados vestidos de blanco se mezclan con los campos morados, la puesta de sol, el aroma de la lavanda y la música para disfrutar de una experiencia única e inolvidable.
Entre sus fiestas destaca el Encierro, Fiesta de Interés Turístico Regional, es uno de los más antiguos de España, de siglo XVI. Es un encierro peculiar ya que es celebrado en el campo.
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