Se dice popularmente que este Carnaval es la única fiesta en el mundo de diez días que dura once. El hecho es que durante diez días y sus respectivas noches, como mínimo, se desarrolla un amplio programa de actividades entre las que destacan sus grandes y originales desfiles, su carnaval infantil y mucha fiesta nocturna.

Declarados de Interés Turístico Nacional, los Carnavales de Villarrobledo son los de mayor tradición de toda España, y presumen de haberse mantenido vivos y activos durante los períodos en los que su celebración estuvo prohibida. En la década de los ochenta, el Carnaval se reinventa y adquiere nuevas fuerzas, se hace más participativo y todo el pueblo se involucra, con la calle por fin como principal escenario. Se pasa de un único carnaval a muchos carnavales: cada día es una fiesta distinta. Hoy, los carnavales de Villarrobledo son una exaltación del ingenio y humor, atrevidos, irreverentes y abiertos a todos los públicos y a todos los visitantes.

Los carnavales van del jueves anterior al Miércoles de Ceniza (jueves lardero) al domingo posterior al Miércoles de Ceniza. Tal y como ocurriera en los siglos XIV y XV, todo comienza, pues, el Jueves Lardero, que sirve para disfrutar al aire libre de abundante comida, con platos y productos propios de la gastronomía local, a la que se añade la tradicional “mona”. La música, los bailes y juegos completan esta celebración, que llega a su fin cuando el sol empieza a ocultarse. En ese momento se vuelve a la ciudad para recibir a “Los Juanes”, unos peculiares cuervos que cambian su color negro y su mal agüero por trajes de colores y un anuncio festivo: el comienzo de los Carnavales.

Aparte de todos estos (y otros) eventos que vamos a señalar, con horas y días concretos, el Carnaval tiene dos protagonistas perfectos para la improvisación: la noche y las calles. Como en un gran escenario al aire libre, cada noche, a la plaza de Ramón y Cajal y sus calles adyacentes recogen infinidad de escenas, parodias y espectáculos. El sentido del humor, la imaginación y la creatividad de las gentes del pueblo se m uestran en todo sus esplendor. Es el carnaval “puro”, el que cada villarrobletano lleva en la sangre.

El viernes, en el Gran Teatro, tienen lugar el pregón y el concurso de murgas y chirigotas con los que se da comienzo “oficial” a la fiesta.

El primer sábado tiene lugar el desfile de grupos y comparsas Locales. El segundo sábado, el desfile regional alcanza tales dimensiones que obliga a cambiar el recorrido habitual para dar cabida a los numerosos participantes. Gentes venidas de pueblos y ciudades, además de los grupos locales.

La noche del martes, peñas, comparsas y grupos ocupan la plaza de Ramón y Cajal con escenas de las costumbres populares, y productos y platos típicos en el día del orgullo manchego.

Pionero de los que han ido surgiendo por toda España y, durante mucho tiempo, el único de su naturaleza, el Carnaval Infantil de Villarrobledo alcanza su máxima expresión en los desfiles del primer domingo y el viernes siguiente, declarado fiesta local. Más de mil niños toman parte en estos desfiles.

El entierro de la Sardina, según manda la tradición, se celebra coincidiendo con el “Miércoles de Ceniza”, que supone el inicio de la Cuaresma pero no el final de las fiestas;  aún quedan días por delante para seguir disfrutando.

La noche siguiente al Entierro de la Sardina se celebran “las bodas”, un acto diferencial del Carnaval de Villarrobledo que tiene concurso y desfile propio; en las “bodas” carnavaleras el objetivo es dar la nota llevando al extremo el disparate.

El Domingo de Resaca es el último día de Carnaval. En la plaza se organiza un concurso de gachas hechas a la manera tradicional y en la lumbre. Acompañándose de tocino, pan para mojar, chorizos, morcillas y un buen vino de las bodegas locales, se pone punto y final a unas fiestas que, con toda seguridad, nos habrán dejado exhaustos. Pero felices.