El Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, que alcanza ya su 43ª edición, se celebra cada año durante 25 días del mes de julio, ocupando al menos 20 espacios diferentes de la ciudad. La alta demanda para asistir obliga a ser previsores a la hora de organizar el viaje; y es que el hecho de celebrarse en una ciudad declarada Conjunto Histórico Artístico y su atención exclusiva al teatro que engloba los siglos XVI y XVII, lo ha convertido en una experiencia cultural única y la más importante del mundo en su campo.

El Festival es un lugar de exhibición y también de encuentro entre creadores, profesionales y especialistas de diversos campos en teatro barroco, como profesores, investigadores, críticos, directores, actores, productores, escenógrafos, dramaturgos, periodistas especializados, técnicos y gestores.

Alrededor de 70.000 personas se reúnen cada edición para asistir a un centenar de representaciones, encuentros internacionales y acciones culturales y pedagógicas en espacios escénicos de toda índole como plazas, claustros al aire libre o teatros a la italiana -perfectamente acondicionados técnicamente-, así como espacios multidisciplinares. 

La ciudad embellece aún más durante estos días y se transforma en un enorme escenario donde profesionales, espectadores y turistas se mezclan en un espectáculo mágico que surge en cualquier rincón.

Sin duda, entre todos los escenarios destaca el Corral de Comedias, construido en 1628 y conocido en todo el mundo por ser el único que permanece activo tal y como era hace casi cuatrocientos años. En su origen, el corral de comedias ocupaba una superficie de 622 metros cuadrados, algo más del doble de lo que se conserva en la actualidad. Se trata de un patio rodeado de 54 pies rectos de madera de color almagre (arcilla rojiza que da nombre a la población de Almagro). Posee dos pisos con aposentos y ganchos para colocar el toldo que protegía a los espectadores en las horas de sol; así como los de las velas o candiles de aceite. En el patio hay un pozo situado a la entrada donde debía estar la alojería para surtir de refresco a los espectadores.

El festival se ha convertido también en puerta de entrada del Siglo de Oro en español producido en América, prestando atención a las creaciones de países como Colombia, Argentina, Uruguay, Brasil, Ecuador, México o Perú.