«El alto Tajo no es una suave corriente entre colinas, sino un río bravo que se ha labrado a la fuerza un desfiladero en la roca viva de la alta meseta. Y todavía corroe infatigable la dura peña saltando en cascada de un escalón a otro, como los que han dado nombre a aquella hoz». Son palabras del escritor José Luis Sampedro, y, en ellas, describe la hoz de la Escaleruela, uno de los muchos y bellos rincones que nos aguardan en el Parque Natural del Alto Tajo.
Y es precisamente en este paraje donde arranca El río que nos lleva, novela publicada en 1961 y con la que Sampedro lanzó al universo literario los paisajes del Alto Tajo y la vida de los gancheros: «los hombres más enteros, más íntegros, más humanamente hombres que he conocido», como los describía el vital novelista.
Durante siglos, los gancheros surcaron estas aguas cristalinas –quién lo diría al ver el paso del Tajo aguas abajo, pero esa es otra historia– sobre los troncos de los pinos que guiaban desde estas tierras hasta las vegas de Aranjuez –donde se encontraban las factorías madereras– en un periplo que se extendía desde el final del invierno y principios de la primavera, hasta bien entrado el verano. Estos hombres, que compartían una vida de duro trabajo durante meses, se valían de una larga vara rematada por un gancho –de ahí su nombre–, de sogas y de su pericia, equilibro, fuerza y conocimiento al dedillo de cada rápido, recoveco y corriente para llevar a buen término su encargo.
Desde hace dos décadas, los pueblos ribereños del Alto Tajo recuerdan el esfuerzo y el trabajo de estos hombres, y recuperan la memoria de un oficio que marcó, en muchos sentidos, una parte de la vida de los vecinos de estas serranías. Lo hacen con la Fiesta Ganchera, atractiva y peculiar celebración de carácter itinerante se celebra cada año –normalmente durante el mes de agosto– en alguno de estos pueblos del Parque Natural del Alto Tajo: Peralejos de las Truchas, Poveda de la Sierra, Peñalén, Zaorejas y Taravilla. Miles de personas se dan cita en las riberas del Alto Tajo para ver una recreación –realmente fiel– de las maderadas y del trabajo que desarrollaban los gancheros. Además, la fiesta ofrece otros actos de carácter eminentemente popular: degustación de platos típicos de la zona, exhibición de corta de troncos y la celebración de distintos juegos tradicionales, todo ello acompañado por el sonido de las dulzainas.
Pero no solo esas localidades guardan los secretos de una forma de vida. La ruta de los gancheros se extiende, dentro de los límites del Alto Tajo, por Villar de Cobeta, Olmeda de Cobeta, Huertahernando, Riba de Sealices, Sacecorbo y Ocentejo
La vida de los gancheros era dura y áspera, igual que la de los pueblos serranos en cuyas cercanías detenían sus maderadas. Hoy, estos rincones del Parque Natural del Alto Tajo, que encierran las historias de aquello hombres, se ha convertido en un espectacular atractivo para los visitantes amantes de la naturaleza en estado puro. El Puente de San Pedro, el Salto de Poveda, la laguna de Taravilla, el barranco del Horcajo o el de la Virgen de la Hoz... son algunos de los rincones más espectaculares y visitados. Pero lo cierto es que la extensión de parque y su variado paisaje permiten disfrutar de cada recodo de sus caminos y senderos, pues, no debemos olvidarlo, nos encontramos en uno de los sistemas de cañones y hoces más importantes de Europa.
La oferta hostelera de la zona es variada, apta para todos los bolsillos y, en la mayoría de los casos, ofrece un contacto directo con el mundo rural y natural. Y eso no es todo. La comarca ofrece un amplio abanico de posibilidades para la práctica de deportes de aventura: senderismo, bicicleta de montaña, barranquismo o piragüismo en aguas bravas son algunas de las opciones que ofrecen muchas de las empresas asentadas en la zona.
Bosques, agua, historia, tradición, naturaleza... No se pierdan esta fiesta, empápense de los encantos naturales del Alto Tajo, uno de los enclaves más bellos y mejor conservado de España, y lean El río que nos lleva, ninguna de estas tres cosas les defraudarán.
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