En la orilla derecha del río Gallo, en el fondo de un no muy profundo valle, la ciudad de Molina de Aragón cuenta con uno de los conjuntos histórico-artísticos más impresionantes de Castilla-La Mancha y es el núcleo de población más importante del Geoparque de la Comarca de Molina-Alto Tajo. Posee un casco histórico con aires medievales en el que se mezclan palacios, monumentos religiosos y fortificaciones. Molina fue una ciudad con fuertes murallas, de las que hoy en día se puede contemplar una buena parte. Este hecho condicionó su desarrollo urbanístico dando lugar a estrechas calles con altos edificios.
Para empezar la visita, recomendamos ver la ciudad de lejos y tener así una panorámica completa de lo que luego conoceremos de cerca. En la carretera CM-210, en dirección a Taravilla, a 1,3 km de Molina de Aragón, existe un mirador perfecto para ello. La vista es especialmente bella al atardecer.
En un paseo por la ciudad, podemos tomar como punto de partida la Oficina de Turismo, antiguo Colegio de Escolapios del s. XVIII. A continuación vamos hasta a la iglesia de San Felipe, en cuyo interior destaca un retablo barroco. Enfrente, el Palacio de los Molina, del siglo XVI, con sus escudos nobiliarios de Castilla y León y el primitivo de la ciudad, es en la actualidad es la Hospedería Palacio de los Molina.
Desde aquí nos acercamos a la plaza de Santa Ana, uno de los rincones más bellos de la ciudad y donde encontramos la joya del románico molinés: la iglesia de Santa Clara, levantada en la segunda mitad del siglo XII y perteneciente al Convento de las Clarisas. Destaca por su extraordinaria portada románica de influencia francesa y su interior gótico con bóvedas de crucería.
Llegamos a la plaza de España, flanqueada por el Ayuntamiento y la Horma, centro político y comercial del Señorío de Molina.
Siguiendo la calle de Arriba llegamos a la Judería, un barrio característico judío, de calles empedradas, rodeado de muralla y cerrado por la puerta del Baño, que ejercía el control sobre este barrio. Se extendía la judería desde la calle Arriba hasta la parte baja del castillo, donde las excavaciones sacaron a la luz restos de la sinagoga, con yeserías semejantes a las de la sinagoga de Santa María la Blanca de Toledo, un lagar, la escuela talmúdica, un hospital y diferentes dependencias, y restos materiales de los personajes que en ella vivían como un sello notarial, que nos da una idea de la importancia que tuvo este barrio en el siglo XVI.
Saliendo por la puerta del Baño llegamos al barrio de la Soledad. En la margen derecha del río Gallo, junto a sus huertas, se sitúa el barrio de la morería: sus casas aprovechan la antigua muralla medieval para asentarse y fortificarse, son construcciones realizadas en altura y cada uno de los pisos sobresale un poco más que el otro hasta que en la parte alta se juntaban sus aleros. De vanos pequeños, siguen la arquitectura popular de piedra y madera.
Descendiendo hasta la plaza de San Francisco nos toparemos con el convento del mismo nombre y su magnífica portada neoclásica y la torre del Giraldo, del siglo XVIII. En su interior se ubica el Museo de Molina que, entre otras piezas, alberga importantes colecciones de arqueología celtibérica y romana, de vida natural, Paleontología y Entomología.
El precioso puente románico sobre el río Gallo está formado por tres arcos escarzanos, realizados en piedra sillar arenisca roja, característica de la zona. Los arcos se separan con tamajares en el lado del adarves y en el otro lado por medio de pequeñas torrecillas.
Atravesando el puente, nos encontramos algunas de las más grandes casas-palacio de la villa, testigos de un esplendor aún visible en sus blasones e inscripciones los nombres de sus insignes habitantes: Casa del Obispado Díaz de la Guerra, Palacio de los Arias, Palacio de los Montesoro, el del Virrey de Manila…
En el camino está la iglesia de Santa María la mayor de San Gil, parroquia principal de la localidad: su torre fue muy famosa en el siglo XV y era conocida como la Torre de Pisa española, por su inclinación.
Llegados a la calle de las tiendas descubrimos la iglesia de San Martín, la más antigua de Molina, del siglo XII y que alberga en su interior una portada románica, restos de su ábside.
Finalmente, el monumento más destacado y significativo de la ciudad: el castillo, uno de los más grandes e imponentes de toda la geografía española. Su extensión, sus características, y haber sido la cabeza del importante Señorío de Molina -casi una nación independiente de Castilla y Aragón-, hacen imprescindible su visita.
En el castillo de Molina hay que distinguir la fortaleza rodeada de muralla, y la llamada Torre de Aragón. La fortaleza es del siglo XII y fue construida por Manrique de Lara, primer señor de Molina. La Torre de Aragón fue construida sobre el castillo árabe, y éste sobre un castro celtíbero anterior.
El acceso lo realizaremos por la Puerta del Reloj, que es parte de la muralla que rodea el recinto, con sus torres de vigilancia, dejando un gran espacio en su interior, casi suficiente para albergar una ciudad medieval. No es casual, porque en el siglo XIII, cuando la señora de Molina era Doña Blanca Alfonso, albergó un barrio entero. Los restos de la iglesia de Santa María del Collado, románica, de la que quedan el suelo de su nave y las basas de las columnas, es testigo aún de ello. También existe en este recinto interior o albacara una sima natural, conocida como Cueva de la Mora.
Al castillo propiamente dicho accedemos por una puerta con arco apuntado. Atención a las defensas que sobresalen para protegerla, y al balcón superior de madera. Atravesándola seremos conscientes del gran espesor de los muros. Las torres tienen tres plantas, con grandes ventanas de arcos apuntados, y comunicadas por escaleras metálicas. Sobre nuestras cabezas veremos las bóvedas de crucería, restos de decoración en las paredes, y escritos de soldados de diferentes épocas que ocuparon la fortaleza. En el patio de armas se encontraban la residencia del señor de Molina, las caballerizas, cocinas, horno, habitaciones, pozo, aljibe, almacenes, y calabozo.
La Torre de Aragón: llegaremos desde el castillo a esta segunda fortaleza, torre pentagonal rodeada de una muralla con almenas. Es una reconstrucción del siglo XIX, aunque aquí se sitúa la fortaleza árabe primigenia y el castro celtíbero. La torre tiene tres plantas, con un simple vano de acceso en el muro sur. Dispone de tres ventanas, la última con un arco de medio punto. En su cumbre, una terraza almenada permite divisar, casi, toda la comarca de Molina.
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