Declarada Patrimonio de la Humanidad, Cuenca es uno de los conjuntos arquitectónicos más bellos de España, a lo que se une su privilegiado y espectacular emplazamiento, con buena parte de su casco histórico asomado a las hoces de los ríos Huécar y Júcar.
Uno de los aspectos que no pasan desapercibidos para el viajero es la cantidad, calidad y variedad de los espacios museográficos que encierra la ciudad. Muchos de estos espacios ya merecen por sí solos una vista al peñasco sobe el que se levanta.
Si hay un elemento que ha hecho universal a Cuenca son, sin duda, sus Casas Colgadas. Es por ellas por donde, por todo lo alto, puede el viajero comenzar este recorrido por los museos conquenses. Desde hace más de medio siglo el edificio alberga el Museo de Arte Abstracto Español, cuya visita es imprescindible. Promovido por Gustavo Torner y su amigo Fernando Zóbel, reúne una fantástica colección de pinturas y esculturas de artistas españoles de la generación abstracta de los años 50 y 60. La originalidad estética de las obras exhibidas contrasta y a la vez se complementa con la peculiar estructura del emblemático edificio. En sus salas cuelgan obras de artistas españoles de renombre internacional como Eduardo Chillida, Antoni Tapies, Antonio Sempere, Gerardo Rueda, Pablo Serrano, Rafael Canogar o Luis Feito, así como de los ya citados Zóbel y Torner.
Muy cerca –tan solo a un centenar de metros– se levanta el Palacio Episcopal, que conserva un magnífico claustro y acoge las dependencias del Museo Tesoro de la Catedral, antes Museo Diocesano. Guarda obras de orfebrería, tapices, esculturas, retablos y pinturas. Entre sus autores reconocerás artistas tan asombrosos como Juan de Borgoña, Martín Gómez o El Greco.
En un edificio colindante, en la Casa del Curato de San Martín, ejemplo de arquitectura medieval, nos espera un detallado paseo por la historia conquense. Es su Museo Provincial, donde se conservan restos arqueológicos desde el Paleolítico a la Edad Media. Buen número de ellos procede de las ciudades hispano romanas de Segóbriga, Valeria y Ercávica.
No hará falta desplazarse más de 500 metros para la siguiente parada. A escasos metros de la Plaza Mayor, la Casa Zavala, sede de la Fundación Antonio Saura, acoge una selección de obras de este pintor aragonés de nacimiento y conquense de corazón, siendo espacio para el fomento de las artes contemporáneas. Y, calle arriba, en el antiguo Convento de las Carmelitas Descalzas, la Fundación Antonio Pérez conserva la singular colección que este poeta, editor y artista ha acumulado en su intensa vida bohemia y comprometida con la cultura.
Muy cerca del Ayuntamiento abre sus puertas el Museo de las Ciencias, en la Plaza de la Merced: una propuesta sugerente y muy recomendable también para los más pequeños; sus salas nos acercan al conocimiento de la astrología, al proceso de formación de nuestro planeta y a la exploración espacial. Y, a pocos metros, se levanta el antiguo Palacio de Girón y Cañizares donde abre sus puertas el Museo de la Semana Santa. Aquí se exhiben piezas relacionadas con esta celebración, declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional.
Dejando atrás, el casco histórico, el recorrido por los museos conquenses tiene su broche de oro en el Museo de Paleontología de Castilla-La Mancha, que sin duda hará las delicias de los más pequeños. Su estrella es Pepito, dinosaurio jorobado, conocido científicamente con el nombre de Concavenator Corcovatus, localizado en el yacimiento de Las Hoyas. En sus salas veremos reproducciones, a tamaño real, de estos enigmáticos y atractivos animales que dominaron Castilla-La Mancha hace millones de años y que hoy regresan a tierras conquenses.
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