Elche de la Sierra es el mayor pueblo de la zona, tanto en extensión como en población. Es por ello el centro de la vida económica y comercial.
Su casco urbano se adapta a la singular morfología del relieve, con calles sinuosas y zonas en cuesta que contrastan con otras más llanas; de igual modo lo hacen lo antiguo y lo nuevo, añejos y coquetos modelos arquitectónicos con otros más modernos. Elevándose sobre estos edificios y elementos urbanos aparece, como vigía, la Iglesia de Santa Quiteria, edificio religioso de gran monumentalidad.
Una visita obligada para cualquier visitante es el Parque de la Concordia, pequeño oasis que recoge multitud de plantas autóctonas. No muy lejos del parque, en el patio del Colegio del Cristo Crucificado, se conserva un magnífico ejemplar de encina milenaria, La Carrasca, de más de 700 años de vida. Un poco más abajo encontramos la Balsa del Pilar, estanque de agua que se utiliza para regar y en el que se pueden observar peces y de agua potable en sus cuatro caños que salen del pilar.
Desde prácticamente cualquier punto de la ciudad se divisa la Peña de San Blas: son 871 metros de altura, uno de los enclaves naturales más importantes para Elche y en torno a él se realizan actividades durante todo el año, como la escalada, senderismo y carreras populares. Desde lo más alto de la peña dicen que la vista alcanza incluso a las localidades de Ayna, Férez y Socovos.
En las faldas de la Peña, cerca de Villares, se cree tuvo lugar la batalla en la que hirieron de muerte a Amílcar Barca, general cartaginés (y padre de Aníbal), el cual herido gravemente se cree cayó al río Segura y murió ahogado. Un túmulo con una placa nos recuerda aquí este pasaje entre la Historia y la leyenda.
A 5 km de Elche está La Longuera, uno de los rincones naturales más bellos del municipio: una zona de baño en la frondosa vega del río Segura, un remanso de paz y sosiego. Desde aquí, hacia el oeste, siguiendo los cañones del río, parajes como los Bancalicos, la loma La Muela, puerto de La Pluma o puente de Almazarán harán las delicias de cualquier aficionado al senderismo.
Otro paraje natural bañado por Segura es El Gallego, más al sur, a unos 7 km en dirección Férez: el río suele llevar aquí un abundante caudal que lo hace ideal para el baño, el descenso del río y la pesca; aquí hay un importante coto de pesca. Muy cerca hay otra zona de baño, la del Barranco Andrés.
Y hablando de pesca, un sitio muy conocido entre los aficionados a este deporte es el embalse del Cenajo, ya en el límite provincial de Murcia y Albacete.
Si nos acercamos a él por la carretera comarcal A13, pasaremos por un espléndido mirador frente a un gran meandro que realiza el río Segura en el relieve, justo antes de llegar a las colmatadas aguas del embalse del Cenajo.
Las inmediaciones del pantano son también un lugar ideal para el baño, la fotografía y pasar unas horas de campo. El entorno de sierras y la proximidad del Segura posee un alto valor ecológico. Se puede pasear por su bosque de eucaliptos y en sus montes observar especies como la cabra montesa, el águila real, el búho real o la nutria. Si el nivel del pantano desciende, se puede apreciar un puente romano y la aldea de Alcantarilla de Jover.
El Corpus Christi es famoso por la elaboración de alfombras de serrín en las calles de la localidad y está declarado Fiesta de Interés Turístico Nacional. Durante toda la noche, jóvenes y mayores dibujan en las calles motivos religiosos y florales. Las alfombras son pisadas por la procesión que se celebra el Domingo por la mañana.
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