Entre los Parques Nacionales de Cabañeros y las Tablas de Daimiel está la comarca de los Montes: paisajes que mezclan relieves montañosos y extensas llanuras, algunas manifestaciones volcánicas y formaciones lagunares de carácter temporal, lo cual se traduce en una tierra de contrastes paisajísticos y una amplia variedad de fauna y flora.
El término municipal de Villarrubia de los Ojos es el paradigma de dicho paisaje: muy llano en la mitad sur y montañoso en la mitad norte. Por su territorio discurren el río Gigüela y Guadiana y, en el límite con Daimiel y Las Labores, se encontraban los llamados Ojos del Guadiana, donde reaparecía el río tras esconderse en Argamasilla de Alba. La zona montañosa que se encuentra al norte son las estribaciones de los Montes de Toledo. Desde el cerro de San Cristóbal, junto a la ermita del mismo nombre, apenas a 1 km del pueblo, tenemos una panorámica de toda la comarca: el llamado Balcón de La Mancha de Villarrubia de los Ojos es probablemente el mejor mirador sobre la llanura manchega. Podemos subir en coche o dando un agradable paseo (sobre todo en primavera).
El pueblo aún conserva un peculiar entramado urbano de calles estrechas y cortas con pequeños quiebros que nos recuerdan los tiempos de la Edad Media, a los tiempos donde la población morisca era numerosa. En él destaca la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, obra del siglo XVI, emplazada en el mismo lugar que ocupó el castillo. De estilo tardo gótico, su planta es de una sola nave con ábside poligonal, bóveda de crucería y contrafuertes de sillar y sillarejo. Aquí una descripción más extensa.
La actual plaza de la Constitución es y ha sido eje neurálgico del municipio y en ella se encuentran el Ayuntamiento, el antiguo Casino, la Biblioteca Municipal... pero dos construcciones destacan por encima de todas. El templete central y la cerámica que decora los bancos, obra de un artesano local, realizados con la técnica del Bakú utilizando como materiales gres, esmaltes, óxidos y materia vegetal. Y la torre del reloj, construida en 1891 por el arquitecto Sebastián Rebollar, con ladrillo, en estilo neomudéjar, con el objetivo de albergar el reloj de la villa, que anteriormente se encontraba en el último cuerpo de la torre de la Iglesia, que se derrumbó un año antes. Actualmente alberga las dependencias de la Oficina de Turismo de esta localidad que lleva abierta al público desde el año 2002.
En un recorrido por las calles podremos ver algunas tiendas tradicionales, el mercado con productos de la tierra y las fachadas de algunas casas solariegas como la casa de los Díaz Hidalgo, es una reconocida construcción y e caracteriza por una fachada compuesta por sillar almohadillado y piedra, la puerta principal está coronada con el escudo familiar; es privada, sólo visitable el exterior. La casa Sánchez-Jijón del XVIII, cuna de la ganadería Jijona a manos de los hermanos Sánchez-Jijón, con interesante patio interior rodeada de una espesa hiedra.
Restaurado el matadero municipal de principios del siglo XX, se ha adaptado y convertido en un interesante Museo Etnográfico con una atrayente colección de elementos y útiles de la cultura rural y agropecuaria. El museo, compuesto por cuatro salas, ofrece un recorrido por la historia de las gentes de esta tierra desde época prehistórica hasta mediados del siglo XX. Durante todo el año se realizan exposiciones temporales de pintura, fotografía además de jornadas y charlas; el patio del museo recientemente rehabilitado ha sido y es escenario de conciertos y certámenes.
Pero más allá del patrimonio cultural e histórico que nos ofrece el pueblo, el término municipal de Villarrubia de los Ojos destaca por un rico patrimonio natural: una parte de las zonas húmedas de Villarrubia de los Ojos forma parte del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel y otra parte de la zona de sierras se encuentra también protegida bajo la Red Natura 2000.
El Parque Nacional de las Tablas de Daimiel está a apenas 15 km en coche. Pero más cerca, a pocos kilómetros, tenemos varias opciones para el paseo y el ocio.
PASEO Y SENDERISMO
El Parque Recreativo Gigüela está a tan sólo 1 km del pueblo, junto al cauce del río Gigüela: es una enorme área de esparcimiento recreativo, accesible en coche, en bicicleta o a pie que cuenta con una red de caminos para pasear o practicar deporte. El camino principal discurre paralelo al cauce del río Cigüela y está delimitado por grandes olmos y pinos. Además, el parque está equipado con varios merenderos de madera para realizar picnic y un par de puentes de madera por donde se puede cruzar el río.
Es un lugar ideal para pasar una tarde en familia, para pasear con los perros, practicar deporte (running, ciclismo, etc.) y también para observar la fauna de la zona, principalmente las aves asociadas a cauces de ríos.
El principal acceso está en la carretera de Villarrubia hacia el Parque Nacional de las Tablas, en un camino que comienza justo enfrente de la Depuradora de Villarrubia.
La Sendilla de San Cristóbal es un sendero de 1 km que une la localidad con la Ermita de San Cristóbal. Es corto pero tiene gran encanto, sobre todo en primavera, cuando las jaras, lavandas, romeros y tomillos están en flor; idóneo para realizar un poco de ejercicio y disfrutar de un rato muy agradable en plena naturaleza. El camino termina en la Ermita de San Cristóbal que dispone de un patio anterior y un balcón hacia la llanura manchega, donde puede contemplarse una espectacular panorámica. Hay un día especial al año en que todos los villarrubieros recorren esta senda para ir a la romería en honor a San Cristóbal, el día de la Madre o primer domingo de mayo. Niños y mayores salen del pueblo y se “echan al monte” por este sendero que aunque corto, es empinado y requiere un cierto esfuerzo que los paisanos invierten con alegría, pues la recompensa es grande. En primer lugar para reponer fuerzas se come el tradicional “Hornazo” realizado con masa de pan endulzada (torta) y un huevo cocido sujeto con una cruz de masa. A media mañana se celebra la misa en honor al Santo y posteriormente se realiza una tradicional rifa y reparto de bateo (candial tostado). Todo en un ambiente de festividad y alegría propio de este tipo de romerías.
Otra opción para el senderismo –de dificultad algo más elevada, por la distancia– es la Sendilla de la Virgen, de 9 km, que discurre por la Sierra de Villarrubia de los Ojos que se encuadra dentro del conjunto de La Calderina. Esta es la denominación que recibe el sector más oriental de los Montes de Toledo, donde se encuadra también el Parque Nacional de Cabañeros. Se trata de uno de los relieves más antiguos de la Península Ibérica y del continente europeo y es refugio de algunas especies emblemáticas en peligro de extinción, como el águila imperial, el buitre negro, el lince ibérico. En el tramo cercano al Santuario podemos disfrutar de la fauna y flora característica del monte mediterráneo bien conservado con encinas, carrascas, cuernicabra, romero, etc. Y según nos vamos acercando a la carretera el paisaje cambia gradualmente hacia cultivos de viñedo olivar y cereal. Pero si algo es destacable en nuestras sierras es el olor, producido por las muchas especies aromáticas (lavandas, tomillo, romero, jaras), que hacen el paseo mucho más agradable. Divisamos en todo momento la extensa y vasta llanura Manchega, incluido el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel.
En la sierra de La Calderina se asienta un importante grupo de yacimientos arqueológicos que se asocian a la cultura prehistórica del Bronce de La Mancha, siendo estos los conocidos como castellones coetáneos a “las motillas” (del 2200 al 1350 a.C.). Los castellones eran emplazamientos dispuestos en las más elevadas y agrestes alturas de estas sierras con un claro sentido estratégico (difícil acceso, proximidad a cursos fluviales y tierras fértiles serranas) siendo en algunos casos simples puestos de vigilancia y en otros auténticos poblados de hábitat. En esta ruta podemos divisar los castellones del El Cerrajón, Peñón del Moro y Manciporras.
De época más reciente es el Santuario de la Virgen de la Sierra, patrona de Villarrubia de los Ojos, aunque su origen puede que se remonte a tiempos lejanos, ya que el escenario donde se ubica, muy evocador y junto a un destacado manantial de agua, así como algún resto prerromano y romano encontrado en las inmediaciones, invita a pensar que ya en época íbera y oretana pudo ser un lugar de culto. La actual edificación religiosa es del siglo XVII, de singular belleza con un conjunto de patio cuadrangular y porticado por el que se accede al santuario, que corresponde al típico patio solariego manchego. Sin duda un lugar mágico en el que recomendamos emplear tiempo de visita.
Turismo Castilla-La Mancha 2023. Todos los derechos reservados.