Liétor, considerado uno de los pueblos más bonitos de la región, se nos aparece literalmente colgado a 100 metros de altura sobre el valle del río Mundo. De inicio, el emplazamiento natural es indudablemente hermoso.
Ya en el pueblo, el casco viejo de la villa presenta un trazado de estrechas callejas de indudable tradición morisca donde aún perduran algunos rincones con sabor popular que convierten Liétor en un lugar perfecto para pasear. En el denominado barrio morisco existen tres miradores que nos permiten entender en conjunto el lugar en que estamos. Por la pasarela del llamado Mirador del Pilancón se puede acceder a las Cuevas del Pilancón, desde donde veremos el valle y la presa de Peña Bermeja, que acumula el agua con que se riegan los bancales.
Liétor tiene un rico patrimonio cultural. Nos llamarán la atención en nuestro paseo las diversas casas señoriales con fachadas blasonadas diseminadas por el pueblo, como la de los Tovarra, Belmonte, Galera o Rodríguez de Escobar.
En la plaza Mayor, frente al ayuntamiento, encontramos la fuente del Pilar, bajo doble balconada de balaustres torneados y dos caños sobre el pilón; todo el conjunto aparece adornado con azulejos de Manises con representaciones del Quijote. Es agua potable de manantial.
La parroquia de Santiago Apóstol es un templo sobrio de contenido barroco en el que destacan por encima de todo dos obras: el retablo del Altar Mayor, un enorme trampantojo obra del milanés Paolo Sistori del año 1795; y un maravilloso órgano barroco, obra de Joseph Llopis en 1787, que consta de 16 registros, 2 teclados de 47 notas cada uno, más un pedalero y 1100 tubos; esto es: un órgano mediano pero de muchas posibilidades sonoras, perfecto en su género y categoría desde su concepción.
En la sacristía está el Museo Parroquial, formado por varias salas en las que se reparten desde fósiles, minerales, monedas antiguas… hasta arte sacro, documentos y maquinaria de otros tiempos… o artesanía en seda y esparto.
El antiguo convento de frailes carmelitas de San Juan de la Cruz (s. XVII) esconde bajo su altar mayor uno de los lugares más misteriosos y curiosos de Liétor: la cripta de las momias incorruptas. La ausencia de humedad y las construcciones en yeso mantienen los cuerpos de 20 momias, de casi 200 años de antigüedad, en un sorprendente estado de conservación, incluso con sus ropajes originales.
Pegado al convento está el antiguo lavadero El Ramblón: es curioso ver las pilas en las que se lavaba la ropa en las aguas del arroyo que cruza el pueblo hasta los años 80.
Por último, es obligatorio visitar la única e inigualable ermita de Belén, declarada Monumento Histórico Artístico, cuyos murales están considerados la mejor colección de pintura popular del siglo XVIII a nivel nacional. Pero su principal interés reside en dicho gran ciclo pictórico que adorna todos y cada uno de sus rincones y fue realizado entre 1734 y 1735.
Todo está pintado: retablos, cortinas, arquitecturas ilusorias... en una línea ingenua y colorista dentro de la mejor estética popular. Estilísticamente, estos murales están llenos de encantadores arcaismos e imperfecciones, pero es quizá eso lo que le confiere un notable interés. Aquí desfilan santos, santas, escenas, decoración, hasta la alegoría de la muerte, acompañados en ocasiones de sentencias y versos ejemplificadores... el conjunto ofrece una gran variedad iconográfica. Cabe destacar el Camarín, donde ingenuamente se supone que existe una cúpula sostenida por los cuatro evangelistas y rematada por el Espíritu Santo.
SENDERISMO
Para terminar nuestra estancia en Liétor, recomendamos una sencilla ruta de senderismo por el río Mundo de apenas 6 km, apta para hacer en familia, en la que disfrutaremos de las vistas del valle y frondosas zonas de choperas y alamedas junto al río Mundo.
Desde la plaza Mayor, por la calle Postigo, un camino baja hacia la carretera de Elche de la Sierra. Justo allí sale una senda que nos lleva hasta la presa Bermeja, área recreativa y de baño de especial interés; más adelante, hasta una antigua central hidráulica rehabilitada. Finalizamos en paseo por el río Mundo en la presa del Azud y ascendemos por una pista asfaltada de nuevo a la localidad.
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