El Bonillo es una localidad del campo de Montiel que ofrece muchas razones para ser visitada: su historia, el Greco y el arquitecto Andrés de Vandelvira, la gastronomía, y su espléndida naturaleza, en la que destacan reservas de aves esteparias y el sabinar más meridional de Europa, además de importantes humedales endorreicos. Muy cerca está el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, hacia el oeste, y, al sur, la Sierra de Alcaraz. Ambos enclaves son lugares con muchísimo encanto que pueden ser el complemento perfecto a esta visita.
El conjunto urbano de El Bonillo siempre ha mantenido su acentuado carácter manchego de paredes encaladas, casas bajas y abundante rejería de forja en sus ventanas. El Ayuntamiento, en la plaza mayor, con dos arquerías sobrepuestas, la inferior de cuatro arcos y la superior de ocho, es obra del siglo XVI dentro de un evidente estilo vandelviresco. Andrés de Vandelvira, oriundo de la vecina Alcaraz, conocido como el arquitecto del Renacimiento del Sur y uno de los arquitectos más importantes del siglo XVI dejó su huella e influencia en muchas construcciones de la zona.
La iglesia de Santa Catalina es una obra del siglo XVIII construida encima de otra del siglo XVI. Su planta es de salón con pilares de planta cuadrada y cúpula de crucero y en la torre se conserva una ventana plateresca de admirables proporciones. Posee un bello retablo barroco churrigueresco en el que se alza Santa Catalina, patrona del municipio. Hay que destacar la escalera de caracol de ascenso a la torre, de tipo caracol de Mallorca, sin eje, de clara filiación vandelviresca aunque de un periodo tardío.
Contiguo a la capilla del Cristo de los Milagros hay un pequeño Museo Parroquial que sin embargo alberga obras de gran interés, como “Cristo abrazado a la Cruz” de El Greco, semejante a otros conocidos del mismo tema pero superior en calidad a todos ellos, incluido el del Prado. Otro lienzo notable y de gran tamaño es el del Milagro de Cristo, de Vicente López; también veremos “la Magdalena” de Andrea de Sarto; “San francisco de Paula, San Vicente Ferrer, y “San Pedro arrepentido” que por sus características podrían ser de José Rivera.
Sobre el cerro de San Cristóbal se encuentra El Rollo, construido en piedra con forma cilíndrica, tiene una altura de cinco metros y se calcula un peso de 6200 kg aproximadamente, fue levantado en 1538. Era el símbolo de la jurisdicción del pueblo y servía para aplicar justicia, fue concedido a El Bonillo de manos del emperador Carlos I de España y V de Alemania, Felipe II confirmaría después sus privilegios.
SENDERISMO Y BTT
El entorno natural de El Bonillo es ideal para la práctica de senderismo o ciclismo. Un paisaje en el que predomina el monte abierto y las vastas extensiones llanas… con algunas sorpresas.
El sabinar, en la carretera que une El Bonillo con Ossa de Montiel, es el más meridional de Europa y sorprende por su cantidad de árboles y la edad de los mismos, así como por su repentina presencia en parajes normalmente secos. Por aquí sobrevuelan águilas imperiales y milanos reales. De sabina albar, junto con hierbas aromáticas como el tomillo, romero, mejorana, son capaces de perfumar las más vastas extensiones.
Hacia la zona oriental, próximos al límite con el término municipal de Lezuza, se ubican una veintena de pequeñas formaciones lagunares denominadas navajos o esteros, algunos de más de 50 hectáreas, que componen un único complejo lagunar ligado a un mismo origen por hundimientos. Estas ligeras depresiones del terreno se llenan de agua con las lluvias y forman lagunas en las que encuentran cobijo especies como los patos, avocetas, cigüeñuelas, chorlitejos y avefrías.
Las Navas y Navajos se incluyen dentro de la ZEPA Zona Esteparia de El Bonillo, una superficie superior a las 17.000 hectáreas de amplios pastizales mediterráneos y campos de cultivo que constituyen el hábitat ideal para aves como la alondra ricotí, el sisón, el alcaraván o la perdiz, siendo la reina indiscutible de estos campos la avutarda. El Bonillo cuenta con una de las mayores reservas de esta especie, cifrándose en torno a los 600 ejemplares. En el observatorio de aves de San Miguel de Susana podemos apostarnos para su avistamiento.
Cargadas de historia, las Salinas de Pinilla (a 15 km de El Bonillo), de origen romano, han sido ejemplo de actividad humana sostenible desde muchos siglos antes que se acuñara este término. Agua, costras blancas de sal y tablones de sabina cuadriculando el terreno y las aguas configuran este paisaje. Hoy, sin apenas actividad humana ni producción, han sido declaradas Microrreserva Natural por sus valores botánicos y faunísticos.
Como es habitual en la comarca del Campo de Montiel, otro de los paisajes predominantes son los campos de encinas, en los que la riqueza cinegética es muy elevada. Jabalíes, perdices y conejos han dado fama internacional a estas tierras entre los amantes a la caza menor. También habitan en estos campos aves como el mochuelo o el arrendajo.
Encontramos, también, frondosos bosques de pinares, fruto de una reforestación que se llevó a cabo en la zona entre los años 60 y 70 con pino negro y pino carrasco, en los que hoy se cobijan ardillas y gavilanes. Los aficionados a la micología encuentran en estos campos un terreno ideal para la búsqueda de hongos y setas de todo tipo, algunas de las cuales hasta ahora eran desconocidas.
Por último, la riqueza gastronómica de El Bonillo merece una mención aparte. Abundan las piezas de caza menor, como la liebre, el conejo o la perdiz y destacan platos como los gazpachos manchegos, los escabeches, arroz con liebre, judías con perdiz, gachas con setas, migas ruleras, caldereta de cordero o estofado de rabo de toro entre otros manjares. Como postre, los dulces típicos de Semana Santa como las torrijas, las flores, el arroz con miel o los panecillos en dulce.
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