Tobarra, la cuna del tambor. El nombre de Tobarra va íntimamente ligado a este instrumento que es, entre otras cosas, la estrella de su Semana Santa, la fecha más importante para los tobarreños.

El Miércoles Santo, cada cuadrilla se junta en su local –conocidas en Tobarra como garutos– para comer. Al terminar, en torno a las 4 de la tarde, los grupos de amigos salen a las calles para dar comienzo a lo que serán 104 horas de tambor ininterrumpidas, hasta las 12 de la noche del domingo de Resurrección. Los tambores enmudecen tan sólo en los actos solemnes. Especialmente, en la bendición del Viernes Santo impartida por la imagen articulada de Jesús Nazareno a la que acuden cada año más de treinta mil personas.

La Tamborada de Tobarra está declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

En Tobarra se tiene constancia del uso del tambor desde principios del siglo XIX; los tambores artesanos actuales tienen una gran fama y es posible adquirir uno en sus tiendas locales. Para descubrir más sobre esa unión entre la localidad y el instrumento, recomendamos visitar el Museo del Tambor y la Semana Santa, que cuenta con fantásticas colecciones de todo el mundo y piezas del siglo XVIII.

Con un añadido que hace la visita aún más interesante: el museo está en la Iglesia de la Purísima, del siglo XVIII, que llama la atención por sus techos decorados con motivos florales.

La principal iglesia de Tobarra, al igual que en Hellín, está dedicada a la Asunción de Santa María y fue edificada durante el siglo XVI.

A las afueras de Tobarra, construcciones y ruinas musulmanas se ubican en la cumbre del Cerro de la Encarnación, junto al santuario, en cuyos aledaños se hallan además los llamados “Ojos del Diablo”, ruinas del castillo del mismo origen musulmán.

El Castellar, yacimiento hispanomusulmán, es uno de los pocos que se conservan intactos en la provincia. Se sitúa en el cerro de su nombre, a 714 m de altitud, entre las pedanías de Sierra y Cordovilla, dominando dos amplios valles y el paso obligado del camino. Este castillo o fortaleza puede fecharse en torno al siglo XI y constituye uno de los conjuntos históricos más importantes del pasado medieval de la provincia, cuyo valor refrendan las estructuras monumentales que aún quedan en pie.

Cerca, la Microrreserva Laguna de Alboraj rompe con el árido paisaje; dos lagunas de origen kárstico, de orillas rocosas, abruptas y carentes de playas, que sirven de refugio para aves nidificantes como el Chotacabras pardo, Carricero común y Críalo, entre otros.

Y antes de abandonar tierras tobarreñas, una excursión llena de misterio: al eremitorio rupestre de Albojarico. El origen de estas construcciones es un misterio, podrían tratarse de iglesias rupestres de época mozárabe de las que hay numerosos ejemplos en el país y que se realizaban por la expresa prohibición de levantar nuevos templos durante la ocupación islámica. Otro uso podría ser el de refugio de pastores y guardar ganado. Una tercera teoría es que la estancia fuera construida y habitada por los propios trabajadores de la cantera cercana.

La puerta de entrada es de forma trapezoidal con una altura superior a los dos metros, el sistema de cierre original sería de madera y a día de hoy se observan pequeñas hendiduras que servirían para colocar bisagras y pestillos. La construcción principal es un rectángulo casi perfecto de unos 25 metros de largo por 5 de ancho. Tiene una altura de poco más de 3 metros. La nave presenta una falsa cubierta a dos aguas y a lo largo de ella se aprecian hornacinas. En la cabecera se aprecian dos camas de piedra talladas en la roca. En el centro de la cabecera existe una especie de chimenea/tubo de ventilación excavado con un diámetro de 1 metro y que se extiende unos 9 metros hasta llegar a la superficie, siendo este el único elemento que ilumina y ventila la estancia.

El camino nos lleva hasta Albatana, en cuyo término municipal vamos a visitar un magnífico acueducto en un paraje conocido como Molino de Arriba.

Quizá la mejor opción para realizar esta visita sea dejar el coche en el centro del pueblo y realizar un paseo de uno dos kilómetros. El paseo está bien indicado mediante paneles. La ruta va por la carretera CM-412. Justo al cruzar dicha vía nos encontraremos con uno de los edificios más significativos de Albatana: el Lavadero de La Venta, seguramente el mejor conservado de toda la comarca, perfectamente rehabilitado y conservado, y que data del primer cuarto del siglo XX.

Andando un poco más veremos el acueducto. Con 389 m de longitud, es la más interesante obra hidráulica de la provincia. En la actualidad pueden observarse los restos de dos acueductos: un tramo de uno realizado con mampostería de piedra irregular y el más conocido, realizado con mampostería en 1742, que todavía hoy traslada agua.

Nos acercamos a Ontur. En la necrópolis del Paraje de las Eras se hallaron las famosas Muñecas Romanas: cuatro muñecas de hueso y una de ámbar, todas ellas articuladas en las rodillas, caderas, hombros y además 3 de ellas también en los codos. Las de huesotienen una altura aproximada de 18 cm y la de ámbar, la más valiosa, mide 16,5 cm. Estas auténticas joyas romanas del siglo IV se hallan expuestas en el Museo Provincial de Albacete.

Por último, una propuesta para los más aventureros. Un lugar que atrae a los pilotos de planeador de todo el mundo, atraídos por las térmicas que en esta zona les permiten volar cientos de kilómetros. En el monte del Madroño, el más alto de la comarca con 1.051 m de altitud, a 2 km de Ontur, se ubican las instalaciones del Aeródromo de Ontur-Centro Regional de los Deportes Aéreos. Es un aeródromo civil propiedad del Ayuntamiento en el que es posible la práctica de todas las modalidades aéreas deportivas y, especialmente, vuelo sin motor, gracias a unas condiciones climáticas excepcionales. Está dotado con hangares, una pista asfaltada de 1.200 m de longitud, zona de acampada y seis bungalós. Cuenta también con una pista para aeromodelismo, apta para ultraligeros.