Nos dirigimos a un entorno natural sorprendente, hacia el noreste de la provincia, por donde el río Júcar ha conformado un territorio de profundos valles y abruptos desfiladeros. Lugares idóneos para actividades de acción como rafting, parapente, equitación; o más tranquilas como senderismo, observación de aves, el baño en verano.
Nuestra primera parada es Jorquera, a 40 km de la capital. Desde el mirador que hay en la misma carretera tendremos una privilegiada panorámica de este pintoresco lugar: el meandro del Júcar, el cerro sobre el que se asienta el pueblo, el verde valle y cortados de 200 metros de altura. Los restos del castillo, de sus varios recintos defensivos, puertas y torreones nos acercan a su esplendoroso pasado musulmán.
Siguiente destino: Alcalá del Júcar. Un pueblo de cuento, de los más bellos de España. Deja sin palabras al que lo visita por primera vez. Casitas blancas de arquitectura popular –algunas excavadas en la montaña– se adaptan al terreno en calles estrechas y empinadas. Las cuevas de la localidad son célebres por sus múltiples usos, nidificación de palomas, establos y farmacias naturales. Pero de especial interés son los túneles de los bares como la cueva de Masagó o la cueva del Diablo. Coronándolo todo, el castillo. Abajo, un río de aguas cristalinas apto para el baño.
El castillo, de origen árabe y al que debe parte de su topónimo (al-Qa`la), tiene ya poco de su raíz andalusí: diversas reformas dejan poco recuerdo de su ascendencia. Derrumbamientos, cambios en las torres y la reconquista, dejaron sucesivas restauraciones que borraron en buena parte su origen islámico.
La parroquia de San Andrés, uno de los edificios más significativos de la población. Es una construcción de nave única y muy alargada, construida entre los siglos XVI y XVIII, del XVI conserva la bóveda de crucería con terceletes y en el XVIII se amplió la cabecera con un crucero y una cúpula.
Alcalá del Júcar es el lugar ideal para pasear, comer, descansar… y dejar pasar las horas. Si preferimos algo de actividad, hay rutas por las cuevas de su casco antiguo y oferta de descensos en balsas, rápel, puenting o piraguas.
Después de comer, o más entrada la tarde, proponemos descubrir un lugar escondido: siguiendo el Júcar, en Villa de Ves, el Santuario del Cristo de la Vida aparece colgado en un balcón natural sobre el río y nos ofrece unas vistas de ensueño.
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