Belmonte
Nacido en 1527, Fray Luis de León vivió los primeros años de su vida en esta población conquense. En lo alto de la población, junto a la colegiata, destaca el Palacio de Don Juan Manuel, construido hacia 1323. A Juan Pacheco debemos la edifi cación del Castillo de Belmonte, de las murallas y de la colegiata. En 1456, un convenio entre la villa de Belmonte y Pacheco acordaba iniciar la obra de la muralla, de magnifi ca estampa. Desde el casco urbano, la vemos trepar hasta fundirse en el cerro con la fortaleza. Las almenas escalonadas son uno de sus elementos más originales. Seis torreones cilíndricos se sitúan en cada una de las puntas de la estrella que dibuja la planta del castillo.
El otro gran monumento de Belmonte, la Colegiata de San Bartolomé, se levantó al mismo tiempo que el castillo. El templo tiene hacia el exterior dos portadas, ambas de estilo gótico flamígero. La primera capilla que encontramos a la entrada del templo a mano izquierda contiene la hermosa pila de piedra tallada en la que fue bautizado Fray Luis de León en 1527.
Entre los espacios urbanos mejor conservados de Belmonte tenemos la plaza de Enrique Fernández, también llamada del Pilar, con el convento e iglesia de los Trinitarios. En la Plaza Mayor, además del Ayuntamiento, se encuentra el busto dedicado a Fray Luis de León, hijo ilustre de la localidad.
Villaescusa de Haro
Se la conoce como la «villa de los obispos» por el gran número de ellos nacidos en la localidad entre los siglos XVVV y XVII. La Iglesia de San Pedro, de los siglos XIII y XIV, tiene en el interior su joya más valiosa: la Capilla de la Asunción, monumento nacional que fue mandada construir en 1507 por el obispo Diego Ramírez de Villaescusa.
Frente a la iglesia se encuentra el que fue palacio de la familia Ramírez, recuperado para Ayuntamiento. En la entrada de Villaescusa se ven las ruinas del Convento de Santo Domingo que mantiene parte de su fachada plateresca.
Alarcón
Alarcón asoma sobre un tajo labrado por el Júcar que rodea la peña donde se asienta el castillo. Tras bordear el pantano de Alarcón, el viajero se encuentra con la potente Torre del Homenaje del castillo, y pasa bajo tres arcos de la muralla. Se puede recorrer la muralla, visitar el patio de armas del castillo, subir a la torre e incluso alojarse en sus habitaciones.
En la entrada de la población, se encuentra la Iglesia de la Trinidad, con torre del siglo XIII y portada plateresca. La plaza de don Juan Manuel es un hermoso espacio presidido por el Ayuntamiento. También en la plaza se levanta la iglesia de San Juan Bautista, de líneas herrerianas y que alberga las pinturas murales de Jesús Mateo. De enorme valor es la Iglesia de Santa María en la que grandes maestros del Renacimiento volcaron su creatividad.
La portada principal, la más grandiosa, tiene un pórtico abovedado con casetones y numerosos elementos ornamentales. El retablo, dedicado a la Virgen, es un prodigio de la imaginería renacentista.
San Clemente
San Clemente conserva un excepcional conjunto de arquitectura del Renacimiento, manifestación del auge económico social que tuvo la localidad en el siglo XVI . El centro está en la Plaza Mayor, el espacio urbano más monumental y armonioso de la provincia de Cuenca. Dos de sus lados están cerrados por sendos edifi cios sobre arcadas, la Audiencia Real y el antiguo Ayuntamiento que actualmente alberga el Museo de Obra Gráfica. También en la plaza se encuentra la Iglesia de Santiago Apóstol, con dos excelentes portadas.
Un arco barroco da paso a la plaza de la iglesia donde vemos el edifi cio del antiguo Pósito, y que fue Casa de la Inquisición. Cerca, se levanta la Torre Vieja, una casa torre medieval que encierra un interesante museo etnográfico. San Clemente cuenta con una amplia nómina de conventos y palacios.
A nueve kilómetros de San Clemente, se encuentra en un precioso paraje arbolado el Santuario de la Virgen de Rus, que alberga la imagen de la patrona de San Clemente.
El Provencio
Asomada al limite de Cuenca con las provincias de Ciudad Real y Albacete. Cuenta con un monumento de excepcional belleza, la Iglesia de la Asunción.
El río Záncara imprime carácter a El Provencio en sus puentes, paseos y calles arboladas. Lo primero que hemos de visitar es la parroquia de la Asunción que presenta al exterior unas líneas sencillas en las que destacan las ventanas y los masivos contrafuertes.
La verdadera sorpresa de esta iglesia está en el interior donde una restauración reciente ha sacado a la luz toda la belleza dorada de la piedra. Desde sus pilastras y columnas arrancan en abanico espectaculares nervaduras que se entrecruzan en las bóvedas. En las calles de El Provencio pueden verse buenas casas de traza típicamente manchega.
Mota del Cuervo
La imagen de los Molinos sobre un pequeño cerro es inseparable de la población. De los 18 que había en el siglo XVIII, hoy se ven siete, reconstruidos en los años 60 del siglo XX. El lugar donde están instalados se conoce como Balcón de La Mancha por sus amplias vistas sobre los alrededores. Muy cerca se encuentra el barrio de las Cantarerías, donde estaban los alfares de Mota, ofi cio que ejercían las mujeres y del que sólo queda un representante.
El edificio de la Tercia fue construido en el siglo XV por el marqués de Villena para almacenar el grano que pagaban los campesinos como impuesto. Otros edifi cios de interés son el Ayuntamiento, los Juzgados, el Palacio de los Condes de Campillo, la Ermita de San Sebastián y la Iglesia de San Miguel Arcángel construida entre los siglos XVI y XVII.
A las afueras del pueblo, hacia el sur, encontramos la Ermita de Nuestra Señora de Manjavacas, patrona de la localidad y la laguna del mismo nombre.
Un escritor para un viaje
Versos, dramaturgia y prosa son las tres formas de expresión literaria con las que estos autores quieren acompañarte en tu recorrido por tierras castellanomanchegas.
Para que descubras, a través de sus obras y de sus vidas, rincones en los que el patrimonio monumental y la naturaleza se funden en perfecta simbiosis con el recuerdo evocador de sus letras.
EL ESCRITOR
Esta ruta es una invitación a la lectura de la obra poética y en prosa de Fray Luis de León, escritor que se inspiró en la tradición clásica para dar el salto hacia la literatura del Renacimiento español y poeta de honda inspiración humanista y religiosa, y a recorrer Belmonte, el lugar de la provincia de Cuenca en que nació, y otras poblaciones que se encuentran en su entorno.
Luis de León nace en Belmonte, en La Mancha conquense, en 1527. En su colegiata se conserva la pila de su bautismo, simbólico recuerdo de quien fue perseguido por la ortodoxia eclesiástica representada por la Inquisición. El niño Luis de León pasó en Belmonte sus primeros cinco o seis años, edad en la que se traslada con su familia a Madrid, donde su padre ejerce la profesión de abogado de la corte, y en 1541, cuando ya era un adolescente, a Valladolid.
Poco después iniciaría sus estudios de Artes en el convento de Agustinos de Salamanca, ciudad a la que están ligados su formación de fi lósofo y teólogo, su profesión de religioso y el ejercicio de sus labores como catedrático.
El episodio más conocido de la biografía de Fray Luis es su encarcelamiento por parte de la Inquisición, que tuvo lugar en 1572 y que marcaría profundamente su vida posterior. Los agustinos, que, en su caso, tomaron pie en su traducción del hebreo al castellano de la obra bíblica El Cantar de los Cantares , le llevaron a ser procesado por el Santo Oficio y absuelto cuatro años más tarde. Forman parte de la leyenda sus palabras, ese «decíamos ayer» con el que reanudó el magisterio en su cátedra salmantina, tras su absolución por la inquisición.
Fray Luis llevo a cabo una extensa obra en la que consiguió elevar la lengua castellana a niveles de precisión, nobleza y elegancia poética desconocidos hasta entonces. Además de la citada del Cantar de los Cantares , realizaría la traducción del Libro de Job y escribiría en prosa La Perfecta Casada y el libro De los nombres de Cristo . Su obra poética es extensa, desde versiones de poetas clásicas como Virgilio, Horacio, de Pindaro... e imitaciones de Petrarca y otros autores italianos, hasta sus veintitrés Odas y cinco Sonetos originales.
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