Hablar de pan es hablar de un alimento milenario. Los últimos datos nos sitúan hace 14.400 años. Todo parece conducir a un antepasado del hombre, que conoce ya las semillas y cereales, y sabe que una vez triturados y mezclados con agua, dan lugar a una papilla; este hombre olvida la papilla en un recipiente y al volver encuentra una torta granulada, seca y aplastada, el primer pan de la historia acaba de ver la luz. El noble alimento, quizás el más estudiado de los que componen una mesa, forma parte por tanto de la alimentación humana desde hace milenios; ha estado presente en todas las grandes civilizaciones y forma parte de la cultura universal del hombre.

Hoy su elaboración ha evolucionado y alcanzado cotas de excelencia. Y en ese nivel se encuentra el Pan de Cruz: producto de calidad, saludable y sabroso, que aparece ya mencionada en El Quijote, y que se amasa, fermenta y hornea desde el siglo XIII.

El Pan de Cruz, que recibe el nombre porque en la parte superior de la corteza se le realizan unos cortes en forma de cruz en representación a la Cruz de Calatrava, está unido históricamente a la cocina tradicional de amplias zonas de Ciudad Real, pues era base fundamental en alimentación de pastores y labriegos. Gracias a su larga conservación, se usaba durante días en guisos o como acompañante de quesos manchegos y vinos.

Su elaboración se extiende por toda la provincia de Ciudad Real, aunque la receta es originaria del Campo de Calatrava, concretamente de zonas ligadas a los municipios de Carrión de Calatrava, Manzanares y Almagro. Estamos en campos que históricamente han abarcado amplios cultivos cerealistas por lo que la elaboración de panes tiene una amplia tradición. En estas zonas la climatología, caracterizada por la baja humedad relativa del aire, ha ejercido una notable influencia sobre la conformación y características de este tipo de pan; así, la baja humedad relativa del aire es la que provoca que la consistencia de la miga sea compacta, pero de forma algodonosa y sin alvéolos dando una suavidad característica a la miga.

La elaboración artesana del Pan de Cruz está certificado desde el 2009 con la Indicación Geográfica Protegida (IGP) con la denominación de “Pan de Cruz de Ciudad Real”. La mayor parte de la producción se localiza en los hornos de panadería familiares regentados por sucesivas generaciones que aúnan tradición y experiencia con toques de modernidad.

Estamos ante un pan de elaboración artesana que posee un intenso aroma a cereales y en boca un agradable sabor a cereal tostado ligeramente dulce. El formado –embolando el trozo de masa con las manos hasta conseguir una bola de forma cónica–, el cortado –en su cara anterior se procede a efectuar dos cortes perpendiculares en forma de cruz y en la cara posterior de la pieza se marca con el logotipo identificativo de la IGP– y el echado al horno se realizan de forma manual. Se elabora con harina de trigo duro, tiene forma de hogaza redondeada y ligeramente aplastada, su corteza de color dorado es gruesa, crujiente, fina y lisa, con miga de color blanco, esponjosa y suave, de forma consistente y sin alvéolos.

Sin duda, un acompañante indispensable en cualquier plan por tierras ciudadrealeñas para disfrutar en todo su esplendor de una buena jornada gastronómica.