Las onduladas estepas y parameras de la Mesa de Ocaña presentan, a primera vista, un paisaje seco y riguroso, pero si nos adentramos un poco más en estas tierras de campos cerealistas podemos descubrir un variado y rico conjunto de fuentes, charcas y regatos escondidos. Estos espacios naturales han dado lugar a lo largo de los siglos a construcciones y fábricas para el almacenamiento y aprovechamiento humano de sus frescas aguas. En este paseo, el viajero podrá acercarse y disfrutar de fuentes de frugales caños, abrevaderos solitarios y tradicionales lavaderos que se reparten salpicadas por los barrancos y depresiones que se extiende hacia el oeste del caserío de la toledana localidad de Villarrubia de Santiago.

Si partimos desde la céntrica plaza de la Constitución debemos dirigirnos hacia el llamado Camino de la Fuente Vieja.  El sendero desciende hacia los barrancos que vierten sus aguas al cauce del río Tajo y nos acerca a las antiguas fuentes, la vieja y la nueva que dan lugar a dos arroyos con el mismo nombre. Ambas son de estilo románico y tuvieron gran importancia en la vida económica y social del pueblo como fuentes de agua potable y lavadero. Aunque ya tenemos constancia en 1576 de la existencia de los manantiales, no fue hasta finales del siglo XIX que se construyó la estructura de arcadas existente en la actualidad en ambas fuentes. 

La Nueva, situada en el paraje al que da nombre, tuvo como uso principal el abastecimiento al pueblo de agua potable y lavadero. Además de la propia fuente en sí, la estructura consta de un pilón de grandes dimensiones donde las vecinas generalmente acudían a lavar la ropa. En el año 1926 se realizaron las obras de casa de máquinas y el montaje de un equipo de bombeo para suministrar al municipio de agua corriente, estando en funcionamiento hasta principio del siglo XXI, momento en el que se realizó la última restauración de la zona y se quitó toda esa infraestructura, dejando el entorno como está actualmente.

En nuestro recorrido encontraremos singulares hábitats, algunos con figuras de protección por su interés geológico y medioambiental. Cárcavas y barrancos son un signo distintivo de la riqueza natural de Villarrubia de Santiago que, junto a riscos y cerros, conforman un paraje reseco y blanquecino que reverdece en la proximidad del río. Durante todo el recorrido se podrá observar la fauna existente en la zona que, principalmente, se compone de conejos y, la muy apreciada por los cazadores, perdiz roja.

Esta ruta circular se puede recorrer a paso tranquilo en unas tres horas y está marcada con las típicas señales blancas y amarillas de la red de senderos de la provincia de Toledo (PR-TO-33); para realizarla se recomienda zapato y ropa cómodos. La mejor época es la primavera, aunque también otoño o invierno es recomendable; en el caluroso verano manchego es aconsejable evitar las horas centrales del día. 

El casco urbano de Villarrubia de Santiago bien merece una visita tras nuestro paseo. Con más de 500 cuevas documentadas destaca la llamada Cueva de la Yedra; no pasa inadvertida la Iglesia de San Bartolomé, con su torre de cinco tramos y su bello retablo barroco; la Iglesia de San Pedro, la Mezquita Campesina, el Palacete de los Lara, la Plaza de Toros, el Museo Etnográfico o alguna de sus bodegas permiten completar un plan cultural y natural muy gratificante.