Uno de los lugares más mágicos de la provincia de Guadalajara es el conocido Valle de los Milagros que forma el río Linares antes de ensanchar junto a Riba de Saelices. Un lugar a veces inhóspito, de kilómetros de areniscas y pizarras, pero siempre de gran belleza.

La escasez de arboleda y la presencia de troncos cortados tiene su origen en el pavoroso incendio que asoló esta zona de Guadalajara en el año 2005 y en la que murieron once efectivos de los cuerpos antiincendios. Esta catástrofe medioambiental se inició cerca de la Cueva de los Casares (Riba de Saelices). Una desgracia que nos debe servir para recordar siempre las medidas de precaución y de respeto que debemos tener en cualquier actividad al aire libre.

La ruta por el Valle de los Milagros que planteamos comienza, o bien desde Riba de Saelices, o desde las inmediaciones de la Cueva de los Casares, en un merendero existente al pie de la cueva y al que se puede llegar en coche, a 2 kilómetros de Riba.

En todo momento hay que seguir las indicaciones de los palos de madera con color rosa que hay en el recorrido, nos serán de gran ayuda sobre todo al final. En varios puntos hay paneles explicativos.

Al comienzo, si queremos, podemos visitar la Cueva de los Casares, donde veremos las ruinas de un antiguo poblado hispano-musulmán del siglo X y también, previa concertación de cita, los grabados rupestres del Paleolítico del interior de la cueva.

La Cueva de los Casares se puede visitar llamando al teléfono 949304006.

Tras aproximadamente 45 minutos de ruta y varios vadeos al río, el barranco se estrecha y las paredes de roca parecen cerrarse sobre nuestras cabezas. Tras una curva cerrada, al fondo se abre una paisaje sorprendente, más propio del Monument Valley del oeste americano, parece el Far West. 

Son el Puntal del Milagro, la Peña Eslabrada y el Puntal del Canto Blanco, sorprendentes y elementos pétreos, altos, grandes y rojos que se alzan aislados como grandes torres sobre el pinar. Nos dirigimos hacia ellos; el río ha dejado una gran explanada a sus pies.

Acabando el valle comienza una ligera pendiente que luego desciende en forma de sendero hacia la parte baja del barranco. De repente, el suelo y las rocas cercanas pasan a ser de pizarra, dificultando y ralentizando nuestros pasos. Hay que cruzar el río con sumo cuidado.

Una sucesión de meandros de pizarra que ha formado el río con el paso del tiempo hacen que la ruta se ponga un poco cuesta arriba, llegando incluso a cabrear en algunos momentos porque los árboles de la ribera dificultan muchas veces el avance. Otras veces debes buscar de nuevo el sendero porque no se aprecia el siguiente palo con marca rosa.

Cuando se abre el valle podemos dar la vuelta y regresar o seguir hacia la Cueva de la Hoz, un tramo más salvaje en el que a veces el sendero desaparece.

En el ámbito monumental, en la Riba cabe destacar la iglesia Parroquial de Santa María Magdalena, románica, de finales del siglo XII, con una magnífica portada sur y un retablo plateresco de gran belleza.

Desde aquí podemos enlazar con algunos de los lugares más bellos del Parque Natural del Alto Tajo: Huertapelayo, Buenafuente del Sistal, Villar de Cobeta, puente de San Pedro…