En la ribera del Guadiana, limitando ya con Extremadura y a 45 km de Almadén, se encuentra Puebla de Don Rodrigo, un pequeño y tranquilo pueblo donde el tiempo ha quedado en suspenso. La gran Iglesia parroquial de San Juan Bautista –del siglo XV aunque sometida a varias reformas– domina la plaza.
Pero es sin duda el entorno natural del pueblo lo que sorprende a cualquier viajero con una rica variedad de paisajes en los que se alternan valles, las cumbres de las sierras, hoces, meandros y saltos de agua.
Entre los lugares de notable interés paisajístico nos encontramos con el llamado Estrecho de las Hoces, un hermoso paraje donde el río Guadiana se retuerce entre paredes de más de 100 m de altura, formando una hermosa garganta poblada de madroños, enebros, jaras, encinas y quejigos.
Los bonales son una de las zonas de mayor interés paisajístico y a la vez más frágiles del interior de la Península Ibérica.
El Abedular de Riofrío les encantará a los amantes de la naturaleza, una reserva medioambiental de abedules casi única en la península ibérica.
Para los amantes del senderismo existe un sendero que discurre por uno de los parajes más recónditos de la comarca: Valtriguero.
Longitud: 14.6 Km
Duración: 6 horas
Dificultad: media
La ruta comienza a unos 6 kilómetros del pueblo, en el punto kilométrico 224,5 tomando la carretera N-430 en dirección Badajoz, antes de llegar al pinar de "La Peñuela", donde hay un poste que indica PR-CR 22. Antes de atravesar la puerta canadiense vemos el segundo poste, a la izquierda, que nos indica 8,6 km para el comienzo del sendero.
Tomando una pista asfaltada a la derecha, nos adentraremos en el Valle de Valtriguero y en el Barranco de "Las Galleras".
Gran parte de la ruta discurre por una gran fractura en el relieve, un barranco de fondo cerrado y umbroso, flanqueado a ambos lados por sierras y serratas cuarcíticas cuyas laderas se encuentran tapizadas de encinas, alcornoques y quejigos. El trayecto de ida culmina en un espectacular robledal en la Garganta de los Membrillos, en donde podemos contemplar la ilustre figura de un viejo roble centenario.
Pero sin lugar a dudas el tramo más impresionante de la ruta lo constituye el Barranco de las Galalleras, donde penetraremos en un bosquete que nos evoca a las selvas tropicales, dominando elementos florísticos subtropicales como el madroño, el durillo, el brezo castellano y numerosas especies de helechos. Junto a ellos y, paradójicamente, aparecen taxones botánicos propios de climas atlánticos entre los que destacan por su belleza el mostajo y el arce de Montpellier. Por si esto fuera poco, en algunos remansos de agua aparecen escasos ejemplares de nenúfar amarillo.
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