Villaminaya es una pequeña localidad (unos 600 habitantes) de la provincia de Toledo situada en la comarca de los Montes de Toledo, a escasos 9 kilómetros de la preciosa y monumental villa de Orgaz.

Villaminaya ha sido habitada desde la antigüedad clásica, como lo demuestran varios vestigios hispano-romanos: el puente sobre el río Guazalete, la presa de Moracantá y algunas laudas y estelas funerarias encontradas en los alrededores del pueblo.

En el siglo XVIII la mayor parte de las propiedades de las tierras de Villaminaya pertenecían a órdenes conventuales, hasta que pasaron a manos particulares tras las amortizaciones de Mendizábal. Hoy, el casco urbano nos ofrece un agradable paseo por calles anchas y tranquilas salpicadas de casas a veces decoradas con tiestos de color. Destacan la iglesia de Santo Domingo de Silos, construida en el siglo XVI (los brazos, el cabecero plano y parte de la nave son de aquella época), y la plaza con su fuente de pizarra, epicentro de la vida de Villaminaya.

Fuera del casco urbano, entre cultivos de cereales, olivo y vid, aparecen parajes sorprendentes con el agua es el protagonista, como las lagunas (antiguas pozas depuradoras) y la peña “Manaera” o Manadera, un manantial de agua permanente; o “el camino de los pañeros”, que debe su nombre a ser paso habitual de comerciantes textiles.

Para empaparnos de todo este patrimonio natural y arquitectónico recomendamos el sendero PR-TO 39, un camino perfectamente señalizado que se puede recorrer en bici o andando.

Longitud: 10,2 km

Dificultad: Baja

Circular

Tiempo estimado andando: 3:30 h

No hay sombra: llevar agua en época de calor

La ruta comienza en el pueblo, dirección norte por la calle Toledo, que pronto se convierte en una pista de arena. A unos 2,4 kilómetros por la llanura llegamosa a la presa Moracantá, una presa asociada probablemente a una villa romana, como atestiguan los restos encontrados en la zona: tejas, ladrillos, cerámica e incluso una estela funeraria. Recientemente se han encontrado nuevos materiales pendientes de identificar, por lo que nos es extraño ver excavaciones en la zona.

La siguiente parada, a 1 kilómetro, es “las lagunas”, balsas de una antigua depuradora de aguas residuales que hoy es el humedal perfecto para aves, anfibios, reptiles e insectos.

Unos 3 kilómetros hacia el sur encontraremos el puente romano sobre el arroyo Guazalete. Estamos en el paraje conocido como Dehesa de Villaverde, en el límite municipal de Orgaz, en el antiguo trazado del que fue Camino de Toledo a Sevilla, coincidente con la Cañada real a Sevilla.

El puente, de un solo ojo, tiene 70 metros de longitud, 4 de alto y 4 de ancho, construido con dos muros de mampostería y relleno de hormigón, más algunos tramos de sillería. Se conservan restos de la calzada romana en ambos lados del puente y podemos encontrar en los alrededores antiguas tumbas medievales en piedra (del mismo estilo de Malamoneda).

Nuestro último alto en el camino es la cercana Peña Manadera, una roca de la que mana agua durante todo el año. Este lugar servía de abrevadero y descansadero a los ganados trashumantes que viajaban por la Cañada. El sitio perfecto para refrescarnos antes de un último tramo de 2 kilómetros antes de alcanzar el pueblo.