Los alrededores de Yeste son un paraíso para los amantes del senderismo y la bicicleta. Ofrece tantas posibilidades que deberíamos recomendar una estancia de una semana para empaparnos y disfrutar a fondo del entorno.

El término municipal se divide en más de ochenta pequeñas aldeas en las que se funden lo murciano, lo castellano y lo andaluz, lo cristiano, lo árabe... como testimonio de largos años de frontera entre los reinos de Murcia, Castilla y Granada, ofreciendo por tanto un patrimonio natural y cultural variado y rico.

Uno de esos pequeños núcleos urbanos es la pedanía Arguellite, a 25 minutos en coche desde Yeste.

Desde Arguellite parte una ruta que es uno de los secretos mejor guardados de la zona, realizable en media jornada. Encontraremos señales al principio de la ruta y en algún otro punto del camino.

Circular

Distancia: 4,2 kilómetros

2:30 horas

Dificultad: fácil

Nuestro primer destino es la aldea del Romeral, para lo cual descendemos por la llamada senda del Romeral, entre chopos y nogales, hasta el Paraje Fuente de las Berras. Una vez en la fuente (que no es tal, sino un lavadero), cruzando el puente, seguimos hasta la aldea del Romeral, que atravesaremos por su única calle.

Siguiendo el curso del arroyo Madera y cruzando un precioso puente pronto se llega a los cortijos abandonados del Saltador, entre cuyos restos destacan dos hornos en buen estado de conservación y una antigua almazara para la molienda de la aceituna.

Dejamos atrás las ruinas de los cortijos y, descendiendo por un sendero, se llega a la bella Cascada del Saltador y su poza, con aguas limpias y frías, aptas sólo para los más valientes incluso en verano. El paraje es espectacular.

A partir de aquí, para volver, desandaremos nuestros pasos hasta El Saltador para coger la senda ascendente de la Olla, paralelos al arroyo Madera, entre nogales, acebuches y pinos. Pasaremos por el cortijo de la Olla de Don Juan y posteriormente por el cortijo Cuesta de Yécar. Seguimos las indicaciones balizadas, pasando por otra calera y enlazando con el camino que trajimos a la ida.