Cuenca es una de esas ciudades de ensueño que hay que visitar. Estamos en uno de los conjuntos arquitectónicos más bellos de España. A su riqueza histórica, patrimonial y artística se une un enclave privilegiado con buena parte de su casco histórico asomado a las hoces de los ríos Huécar y Júcar.
En el paseo por sus callejas y plazas llama la atención la cantidad, calidad y variedad de los espacios museográficos que encierra la ciudad. Muchos de estos espacios ya merecen por sí solos una vista al peñasco sobe el que se levanta el caserío. El Museo de Arte Abstracto Español en las famosas Casa Colgadas; el Museo Tesoro de la Catedral; la Casa Zavala, sede de la Fundación Antonio Saura; la Fundación Antonio Pérez, en el antiguo Convento de las Carmelitas Descalzas; el Museo de las Ciencias; el Museo de la Semana Santa; o el Museo de Paleontología de Castilla-La Mancha son algunos de los más visitados.
Pero si lo que queremos es empaparnos de la historia conquense, no hay que dejar de detenerse en el Museo Provincial, que tiene su origen en el que Francisco Suay, alcalde y maestro de Valeria, creó en esa localidad recopilando objetos de esa ciudad romana y de otras procedencias.
El Museo se ubica en el casco histórico de la ciudad, en la llamada Casa del Curato, ya que en el siglo XIX y hasta 1930 fue Casa Rectoral de las parroquias de San Martín y Santiago. Es un edificio del siglo XIV que conserva restos de su primitiva construcción gótica y de un artesonado del siglo XV decorado con las armas de las familias Luna y Albornoz, y que en el siglo XVI fue albergue del Tribunal de la Inquisición conquense.
Las colecciones del Museo de Cuenca se agrupan en tres secciones: Arqueología, Bellas Arte y Enología, pero en sus tres plantas de exposición permanente, debido a la falta de espacio, solo se exponen piezas arqueológicas y alguna de Bellas Artes. La exposición recorre la historia de la provincia de Cuenca desde el Paleolítico al siglo XX.
Podemos observar restos paleolíticos de los yacimientos de Valmayor, Carrascosa o El Provencio; neolíticos de Verdelpino; varios ídolos y estelas del Calcolítico y la Edad del Bronce, como el de Chillarón y la Hinojosa, la espada de Carboneras, las cerámicas campaniformes del Alto del Romo y las de tipo Dornajos del yacimiento homónimo, las cerámicas del Hierro I de las necrópolis de Carrascosa del Campo y Pajaroncillo, y los poblados de Reillo o Enguidanos, los materiales del Hierro II de tipo céltico e ibérico de las necrópolis de Villar y tesorillos de plata como los de Valeria y Salvacañete.
Las diversas fases de la presencia romana en la provincia se manifiestan en la romanización de lugares de origen autóctonos con materiales romanos tempranos, como Contrebia Carbica (Villas Viejas), la explotación de las minas de lapis especularis (conocido popularmente como espejuelo), la las tres grandes ciudades romanas de Segobriga, Valeria y Ercavica, y la etapa tardorromana que se manifiesta en la decadencia de esas ciudades, villas como la de Noheda y necrópolis como las de Almodóvar del Campo.
De la etapas visigoda, destacan los restos de las sedes episcopales sobre las res ciudades romanas citadas y diversas necrópolis. De la medieval islámica, medieval cristiana, destacan los restos hallados en localidades como Huete, Uclés, Valeria y la propia ciudad de Cuenca.
La etapa moderna y contemporánea también está presente en la exposición con la presencia de algunas obras de la sección de Bellas Artes y otras halladas en las excavaciones de distintos edificios y obras, destacando las de la propia ciudad de Cuenca, con hallazgos como los procedentes del solar del convento de las Angélicas, actual Escuela de Arte Cruz Novillo y de la plaza de Mangana, donde se halló un tesoro de monedas de oro desde Carlos III a Isabel II.
El visitante debería tener un momento para al menos disfrutar de alguna de las obras maestras que encierran las salas de ese museo entre las que podemos destacar: el ídolo de Chillarón (1800 - 1500 a. C.); el cetro ecuestre del siglo V a. C. de Puebla del Salvador ; la lastra de Ercávica de comienzos del siglo I; la cabeza de Lucio César tallada en mármol de comienzos del siglo I de Ercávica; la Venus de Noheda de la segunda mitad del siglo IV; los pendientes de oro, plata y bronce, con vidrio y pasta vítrea del siglo VII procedentes de la necrópolis de los Balconcillos; el capitel islámico del siglo X y procedente de la plaza de Mangana de Cuenca; el Tránsito de San Julián obra de Giuseppe Simonelli del último tercio del siglo XVII
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