Es probable, aunque no seguro, que el mazapán llegase a la península Ibérica en el siglo viii con la invasión musulmana, otras fuentes apuntan a peregrinos y cruzados. Lo que sí se puede dar por cierto y seguro es que en la época de Alfonso VIII aparece el término de mazapán de forma expresa, que en el siglo xvi se hablaba en Toledo de este dulce y que estamos ante una de las delicias más típicas de la gastronomía toledana y castellanomanchega alcanzando fama y renombre universal.
El Mazapán de Toledo –con Indicación Geográfica Protegida– se sigue elaborando de manera artesanal a base de almendras molidas y azúcar a partes iguales. Estamos ante una pasta fina y compacta resultante de la mezcla o amasado de almendras –crudas, dulces, repeladas y molidas– con azúcar. Con un contenido mínimo de materia grasa se elabora en muy diversas presentaciones: delicias, figuritas, pastas, barras o la tradicional anguila.
Aunque es habitual que el mazapán se consuma con más asiduidad en época navideña, en la provincia de Toledo es el dulce por antonomasia y se elabora y vende durante todo el año. La ciudad de Toledo y otros pueblos y villas de la provincia ha hecho de la dulcería un arte elevado y distinguido, cuajado de multitud de sutilezas, armonías y venturosos hallazgos, entre ellos el mazapán, a lo que contribuyeron la herencia árabe y hebrea junto con el buen hacer de las monjas de los conventos de clausura y la esmerada labor de sus confiteros.
Siguiendo el aroma de su exquisita elaboración –que se ha venido realizando de forma tradicional, leal y constante– el viajero tendrá la oportunidad descubrir algunos de los rincones más bellos de la provincia toledana.
En la ciudad de Toledo algunos conventos y muchos comercios mantienen sus obradores a pleno rendimiento, trabajando fiel a la tradición, para ofrecer este exquisito manjar. Perderse por las calles, plazuelas y adarves de la monumental ciudad, Patrimonio de la Humanidad, es casi una obligación. Estamos en una de las ciudades más bellas del mundo, no deja indiferente y se nos clava en la memoria como el lugar al que volver siempre y que nunca terminaremos de conocer.
Más allá de las murallas de la que fuera capital imperial son muchas las localidades de la provincia toledana donde se asientan fábricas y obradores de mazapán y en las que se celebran festejos y tradiciones propias relacionadas con él. Merece la pena acercarse a Sonseca donde sus mazapanes casi gozan de tanto renombre como los de la capital regional.
En Gálvez destaca entre su caserío la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista, del siglo xvi, con su espléndida torre de estilo mudéjar.
Poco que no se sepa se puede decir de Consuegra en cuya silueta sobresalen sus molinos de viento encaramados en el Cerro Calderico, al pie del Castillo de la Muela.
En Polán nos encontramos con lo que debió ser un castillo de considerables dimensiones, originario del siglo xii y la Iglesia Parroquial del siglo xviii con características barrocas y rococó.
Escalona es inconfundible por el castillo-palacio que se alza sobre el río Alberche como guardián de este tranquilo pueblecito protegido por su muralla.
También en Maqueda es protagonista su soberbia fortaleza con cuatro torres almenadas, además de su puerta califal, varias iglesias bien conservadas y la Torre de la Vela.
En Torrijos hay que admirar el Palacio del Pedro i, hoy sede del Ayuntamiento, la Colegiata del Santísimo Sacramento y el Hospital de la Santísima Trinidad. A la salida de la villa se encuentra la fortaleza de Barcience.
Orgaz es un bello pueblo de calles empedradas, entre casas con vanos de cantería, alrededor de su magnífico castillo.
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