Tomillo, romero, espliego, ajedrea… son las materias primas de las que se nutren las abejas para la elaboración de la Miel de la Alcarria. Un producto exquisito, con una sutileza y aroma extraordinarios que recuerdan el origen floral del que proviene. De aspecto cremoso y suave al paladar, la miel de esta comarca natural (protegida por la Denominación de Origen desde 1992) es protagonista de la gastronomía de estas tierras y uno de los mejores embajadores de los alimentos de Castilla-La Mancha.
Disfrutar de este delicioso néctar, de sus propiedades terapéuticas y alimenticias, nos permite, a la vez, descubrir los rincones cargados de historia y de naturaleza desbordante donde se sigue desarrollando, con renovado impulso en los últimos años, la ancestral actividad de la apicultura.
Tierras de páramos, sierras y valles, la zona de producción de la miel de la Alcarria incluye 150 municipios de la provincia de Guadalajara y 70 de la de Cuenca que se extienden entre los macizos secundarios de la Meseta de Sigüenza y la Serranía Conquense al norte; la Sierra de Altomira el este; los valle de la Tajo y Guadiela al sur; y los suaves perfiles de la campiña del río Henares al oeste.
Teniendo en cuenta que la Denominación de Origen se extiende por buena parte del cuadrante noroeste de la provincia conquense, nos atrevemos a proponer algunos rincones imprescindibles.
Una magnífica opción para comenzar la ruta es acercarse Centro de Interpretación de la Miel abierto en el Pósito Real de Huete. Aquí los visitantes pueden hacer un recorrido por la historia de la apicultura y aprender todo lo relacionado con la miel de una forma participativa y didáctica.
Al sur se levanta Uclés, en cuyo monumental perfil destaca el Monasterio de la Orden de Santiago, un conjunto monumental extraordinario a la par que majestuoso, al que se ha dado en llamar con acierto “El Escorial de la Mancha”. No muy lejos se encuentra Saelices con sus casas palacio y su impresionante iglesia, y, a solo tres kilómetros, el Parque Arqueológico de Segóbriga.
Pasando por la ciudad de Cuenca, obligada parada con innumerables encantos monumentales y naturales, nos dirigimos hacia el norte, buscando los valles, bosques y barrancos de la serranía conquense. El camino serpentea por pequeñas y coquetas localidades: Villar y Velasco, Villar de Domingo García, Torralba, Albalate de las Nogueras o Priego. En esta última, portal de la Serranía desde la comarca de la Alcarria, destaca su impresionante Estrecho protagonizado por el río Escabas. El cauce fluvial nos conduce hasta Cañamares y sus playas de aguas cristalinas. Ya en plena geografía serrana, y pasado Cañizares, alcanzamos Beteta y su impresionante hoz labrada por las aguas del Guadiela. Merece la pena acercarse a Cueva del Hierro y visitar su antigua mina.
Desandando el camino, nos dirigimos hacia el oeste pasando por Alcantud -desde la que se accede a las hoces de los Toriles y Tragavivos-, Arandilla del Arroyo, Albendea, Valdeolivas y Salmeroncillos, terminando nuestra ruta en Buendía, localidad situada junto a la Sierra de Altomira y al embalse que lleva su nombre y cuyas calles y plazas encierran un delicado un aroma medieval.
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