Camino del Cid. Día 3

Guadalajara

Como muchos lectores sabrán, el Camino del Cid es un itinerario turístico cultural basado en un personaje histórico, Rodrigo Díaz, y en una obra literaria: el Cantar de mío Cid. Siguiendo las ...
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56km
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Sigüenza
6.1km
Barbatona
5.6km
Estriégana
5.9km
Alcolea del Pinar
6km
Aguilar de Anguita
10.2km
Anguita
13.4km
Luzón
8.5km
Maranchón

Como muchos lectores sabrán, el Camino del Cid es un itinerario turístico cultural basado en un personaje histórico, Rodrigo Díaz, y en una obra literaria: el Cantar de mío Cid. Siguiendo las huellas de Cid, traza un recorrido de unos 2.000 kilómetros que pasa por 8 provincias españolas, desde Vivar del Cid, en Burgos, hasta Orihuela, en la provincia de Alicante.

 

Al atravesar Guadalajara, el Camino se caracteriza por su diversidad y riqueza natural y paisajística: la serranía de Atienza, a 1.320 metros de altitud, los valles de los ríos Henares y Dulce, el Parque Natural Barranco del Río Dulce y el Parque Natural del Alto Tajo. También por su riqueza patrimonial: algunos pueblos declarados Conjunto Histórico y/o Artístico, de los más bonitos de España, castillos, atalayas y edificaciones defensivas, hitos del románico y el gótico; y, cómo no, fiestas y tradiciones y una rica gastronomía a base de dulces, caza, cordero, cabrito y setas.

 

El tramo de Camino por la provincia de Guadalajara recorre unos 150 km desde Atienza hasta Maranchón, ya lindando con Soria.

 

En coche o moto, el Camino del Cid alcarreño se puede hacer en 1 o 2 días, pero, a nuestro juicio, sin tiempo suficiente para saborear cada parada.

 

Por eso proponemos 3 etapas, realizables en coche, moto, cicloturismo o BTT.

 

Etapa 3

 

52,57 Km

Sigüenza-Barbatona-Jodra del Pinar-Estriégana-Alcolea del Pinar-Garbajosa-Aguilar de Anguita-Luzón-Maranchón

 

Para BTT

 

Un punto requiere la atención del ciclista: entre Alcolea del Pinar y Luzón hay varios tramos por la Nacional 231.

 

Etapa muy recomendable que enlaza los ríos Dulce y Tajuña y recorre extensos bosques de pino, encina o marojo, intercalados con cultivos en las zonas llanas y pequeñas vegas. Aunque en general los caminos resulten cómodos para pedalear, es posible que encontremos alguna dificultad en algún tramo con vegetación alta que ralentice la marcha.

 

Dificultad física: media

Dificultad técnica media

Tiempo estimado 6 h

Tramo señalizado BTT: No

Señalización: GR

 

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Abandonamos Sigüenza junto al castillo. El extenso pinar de Sigüenza dará paso a encinares y marojales, mientras que los cultivos se limitan a las zonas llanas y pequeñas vegas. En la inmediata pedanía de Barbatona, un imponente edificio contrasta con el pequeño tamaño de la población. Se trata del santuario de la Virgen de la Salud, un espectacular edificio del siglo XVIII.

 

En Estriégana destaca la iglesia de San Pedro Apóstol, un sencillo edificio de estilo románico rural de una sola nave y cabecera semicircular. En la entrada a la población, junto al antiguo lavadero, se ha habilitado una pequeña zona de picnic donde poder saciar la sed y descansar a la sombra de unos frondosos chopos. No muy lejos nace el río Dulce.

 

En Alcolea del Pinar tomamos la N-211, obligándonos a extremar la precaución.

 

Aguilar de Anguita está emplazado sobre un promontorio desde el cual se tienen envidiables vistas del valle con cultivos de secano. Viniendo por el Oeste, desde Alcolea, Aguilar ofrece una panorámica singular, ya que parece erguirse sobre una pequeña sierra de dientes de piedra, interrumpida por la carretera. El pueblo es pequeño y conserva buena parte de su arquitectura tradicional de casas por lo general de mampostería.

 

Anguita es un hermoso pueblo situado sobre las parameras frías y boscosas de la Serranía del Ducado, asomándose al hondo valle del Tajuña, que por aquí discurre entre roquedales adustos, con cuevas en sus entresijos en las que dice la leyenda que se refugió el Cid en su camino hacia Valencia. Las cuevas, fácilmente divisables por el viajero, están en una lastra rocosa sobre la que se levanta el pueblo. La ruta continúa hacia Luzón por la bonita hoz del río Tajuña. La zona era un paso obligado para los viajeros medievales que iban a Medinaceli o Molina de Aragón, lo que justifica las diversas atalayas de origen islámico, como las de Anguita y Luzón.

 

Luzón posee dos partes bien delimitadas: una alta, la más antigua, de retorcidas callejas, y otra ancha, asentada en lo bajo, donde se abre la plaza Mayor, con su destartalado Ayuntamiento, su juego de pelota y su iglesia parroquial. En lo más alto podemos distinguir las antiguas escuelas hoy convertidas en un activo museo: el Museo de las Escuelas. Inaugurado en 2009, supuso la recuperación del edificio que albergaba las citadas escuelas y hoy nos permite rememorar cómo eran las escuelas de los años 40 y 50. El museo, además, hace un recorrido histórico por la localidad. Poseyó el pueblo en sus cercanías una torre o fortaleza pequeña que aún hoy se conoce por «el castillo de los moros». Frente a ella, en la orilla izquierda del alto valle del Tajuña, se encuentran los restos de lo que fue una ciudadela celtíbera, conocida hoy por los arqueólogos con el nombre de La Cava, y que demuestra que en esa zona existió gran densidad de población en los siglos de la Edad del Hierro.

 

Por último, Maranchón, antigua ciudad boyante gracias a la trata de ganado, especialmente el mular, ofrece la belleza singular que deja el paso del tiempo por lugares antaño prósperos. Bajo aquella bonanza se construyeron en el pueblo calles anchas, algunas se cruzan en ángulo recto, y casonas o palacetes en las que residían las familias más acaudaladas. Ejemplo de ellas es la Casa de los Picos, llamada así por su fachada llena de rombos en punta; puede que nos recuerde al Palacio del Infantado en Guadalajara.

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Carnaval de Luzón

 

La tranquilidad y quietud de Luzón, con apenas 80 habitantes, se rompe cuando llega el Carnaval. Lo hace con los sonidos de los cencerros (llamados trucos y cañones) que portan los mozos del pueblo cuya cara, cuello, brazos y manos han tiznado con una mezcla de aceite quemado con hollín. Acompañan su peculiar apariencia vistiendo negras vestiduras - una blusa y un faldón – y en la cabeza unos enormes cuernos con almohadilla que se atan a los hombros y la frente, todo ello tapado por un pañuelo hasta la nuca. Los Diablos, tras vestirse en un lugar secreto, bajan corriendo al caserío mordiendo un trozo de patata que les sirve para refrescarse y a modo de dentadura postiza. Lo hacen al caer la tarde lo cual les confiere un aspecto aún más misterioso. Al llegar a la plaza corren entre las mascaritas y disfrazados asustando al personal y tiznando con su negro ungüento, sobre todo a las mozas. Una vez calmada la euforia, los diablos disfrazados recorren las frías calles al caer la tarde en una extraña y llamativa procesión.

Tourist office
Oficina de Turismo de Guadalajara
Pza. de la Aviación Española S/N
Guadalajara
949 887 099
Oficina de Turismo de Sigüenza
C/ Serrano Sanz, 9
19250 Sigüenza
949 347 007
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