Entre los Montes de Toledo y la Mancha se extiende un mosaico de tierras de cultivo que se alternan con relieves montañosos cuyas suaves laderas se presentan tapizadas por especies propias del monte mediterráneo como encinas, quejigos, jaras, brezos y plantas aromáticas que en primavera ofrecen un amplia gama de colores y aromas. Entre dos de las coquetas sierras que se levantan en esta amplia extensión –las de Cubas y la de Malagón–, con sus laderas salpicadas de canchales y rematadas por roquedos graníticos, se abre un pequeño valle que se puede recorrer a pie o en bici de montaña desde la pequeña localidad de El Cristo del Espíritu Santo, hasta la aldea de Piedralá.
La ruta –marcada como sendero de Pequeño Recorrido– transcurre siguiendo el cauce de los arroyos de los Molinos y del Carrizo. El viajero se adentra en paisajes tapizados por especies propias del monte mediterráneo y valles dedicados a cultivos agrícolas y pastos para el ganado, lo que ofrece un mosaico cromático excepcional.
Se inicia la ruta en el santuario del Santísimo Cristo del Espíritu Santo, tomando un camino a la izquierda del mismo. Siguiendo las señales amarillas y blancas, en tres kilómetros aparece el embalse del arroyo de los Molinos, con una arboleda en la parte baja de la presa que puede servirnos de parada para un breve descanso. En la cola del embalse se levanta una amplia alfombra de helechos, especie muy rara en estos ambientes, y que en los meses de primavera –antes de los calores estivales- ofrece un paisaje de verde intenso que contrasta espectacularmente con las aguas embalsadas.
La ruta cruza en varias ocasiones el cauce de los arroyos en un relajado y entretenido paseo que en unas tres horas y media a pie (solo ida), y después de 13,5 kilómetros, alcanza la aldea de Piedralá. Si prestamos atención a los cielos no será extraño poder disfrutar del vuelo de algunas de las especies más características de bosque mediterráneo como buitres leonados o águilas imperiales.
Para enriquecer la ruta podemos acercarnos a las Navas de Malagón. Se trata de tres lagunas de origen volcánico situadas al oeste del núcleo urbano de Malagón, al pie de la sierra. Son lagunas temporales, privilegiado observatorio de aves, que encierran una alta diversidad biológica. Declaradas Reserva Natural, Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), el invierno y la primavera, después de época de lluvias, son los mejores momentos para disfrutar de estos espacios en su máximo esplendor.
Para reponer fuerzas, nada mejor que acercarse a Malagón, localidad indisolublemente vinculada a la figura de Santa Teresa desde el siglo XVI, cuando fundó aquí el Monasterio de San José, el único de sus 17 monasterios que pudo diseñar y edificar desde el principio. Existe una ruta que recorre los pasos de la Santa por la localidad y nos sirve al tiempo para descubrir la historia de los edificios, calles y rincones más emblemáticos.
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