Estamos en el lugar que inspiró a Cervantes para narrar la aventura más famosa de su más famosa obra y cumbre de la literatura universal: la batalla de Don Quijote contra los molinos de viento. Aquellos gigantes contra los que luchó el ingenioso hidalgo coronan la Sierra de los Molinos de Campo de Criptana.

A mitad del siglo XVIII había censados 34 molinos de viento; hoy encontraremos un total de diez, tres de ellos originales del siglo XVI. Pero aparte de este indiscutible sello de identidad, Campo de Criptana ofrece la cautivadora esencia del Albaicín –paradigma de barrio manchego–, edificaciones civiles y religiosas, bodegas y vinos, gastronomía, fiestas y recursos naturales que merece la pena conocer. Aquí va una propuesta para conocer a fondo Campo de Criptana en 24 horas.

La Sierra de los Molinos será nuestro punto de partida y, desde allí, bajaremos hasta el centro histórico.

En la sierra podemos parar en:

• Molino Infanto: conserva la estructura y mecanismo originales del s. XVI.
• Silo del Molino Infanto: cueva excavada en la roca, al pie del molino Infanto, donde el molinero guardaba el grano y los animales.
• Molino Culebro: museo dedicado a Sara Montiel.
• Casa-Cueva: vivienda de molineros excavada en la roca, del s. XVI y ambientada en la época. La planta superior alberga una tienda de productos típicos y de artesanía.
• Museo Eloy Teno, Espacio de los Artesanos. Alberga exposiciones de Eloy Teno, reconocido escultor del hierro y del acero corten; de Antonio Manjavacas, artista del alambre; y de Severiano Lucas, con sus maquetas de molinos de distintos países, carretas, antiguos oficios, etc.

En el Cerro de la Paz se encuentra una de las ermitas más antiguas de la localidad (la de la Virgen de la Paz). Desde aquí se pueden contemplar una vistas maravillosas de la inmensa llanura manchega teñida de colores ocres. Desde aquí, en apenas 10 minutos andando llegaremos al centro.

La calle Escalerillas es una vía típica escalonada, ideal para iniciar el descenso desde el Cerro de la Paz hasta el centro histórico. Al poco llegaremos a la Fuente del Moco, antiguo manantial procedente de la sierra. En el paseo descenderemos por el barrio del Albaicín y podremos detenernos en las casas-cueva: estamos en el arquetipo de barrio manchego, con sus casas de teja árabe y pintadas en blanco y añil, calles estrechas y en pronunciada pendiente.

Las casas-cueva son viviendas excavadas en la roca que datan del siglo XVI. Podemos visitar la Cueva de Mambrino –dedicada a la artesanía de forja y hierro– y la (ya citada) Casa-Cueva, un fiel testimonio de cómo se vivía antaño. También conservan cuevas los restaurantes que por aquí encontramos.

Pasando por la ermita de la Veracruz y la plaza Mayor llegaremos al Pósito Real. El Pósito es un edificio del siglo XVI ampliado durante el reinado de Carlos III. Sede de un banco agrícola que bajo el control del Ayuntamiento prestaba grano a los agricultores en época de carestía como adelanto del año venidero, era gestionado por el Ayuntamiento. Su finalidad era doble: realizar préstamos en especie a los agricultores, que los reintegraban al año siguiente una vez recogida la cosecha, y regular el mercado del trigo, cuando el precio de éste y el del pan tendían desmesuradamente al alza, con el fin de evitar o atenuar posibles conflictos sociales. En 1991 pasó a ser propiedad municipal y hoy es Museo Municipal, contiene una muestra permanente de arqueología, alberga exposiciones temporales, conferencias y actos institucionales.

En el conjunto patrimonial del pueblo destaca la presencia de varias pequeñas ermitas edificadas entre los siglos XVI y XX. La ermita de la Virgen de Criptana, del s. XVI, y la ermita del Cristo de Villajos, del s. XVII, albergan a los patronos del municipio. Además, cabe citar la ermita de la Madre de Dios, situada en la calle Soledad, a escasos metros de la plaza Mayor, un templo barroco del siglo XVII; la ermita Veracruz, situada en la calle Veracruz, renacentista; la ermita de la Virgen de la Paz, la ermita de San Cristóbal, situada en la Plaza Pozo-Hondo, un templo barroco de principios del siglo XVIII; la ermita de San Isidro, en la Carretera CM-3105; la ermita de la Concepción, en la carretera N-420; la ermita de San Pedro y la ermita de San Sebastián.

Campo de Criptana y La Mancha no pueden entenderse sin degustar su típica gastronomía ni catar sus vinos y aceites. Aparte de los numerosos bares y restaurantes donde hacerlo, las queserías, la almazara y las distintas bodegas conservan este patrimonio gastronómico y su visita es más que recomendable.

En el entorno natural de Campo de Criptana destacan la Laguna de Salicor: aguas salinas y carácter estacional declarada Reserva Natural por la importancia de su flora y fauna, destacando las aves acuáticas y esteparias; y el Centro de la Naturaleza Tierra de Gigantes: en un lago artificial y en una zona de encharcamiento encontramos un observatorio de aves, así como caminos para pasear y un buen número de árboles y especies vegetales.