Chinchilla de Montearagón, a escasos 13 km de Albacete, es uno de los pueblos más antiguos de la provincia, una joya medieval que se conserva prácticamente intacta. Encaramada en un promontorio, conserva una serie de edificios que son testimonio de su antiguo e importante pasado y nos brinda unas vistas sobre la llanura manchega que quedarán para siempre grabadas en nuestra retina.
Este viaje propone dedicar media jornada a conocer el patrimonio histórico y cultural del pueblo en un agradable paseo por sus calles y otra media a hacer una ruta de senderismo por la cercana sierra procomunal.
Chinchilla muestra como punto de referencia visual el castillo y la fortaleza, que dominan el paisaje desde el cerro de San Blas.
Este castillo, en una estratégica posición sobre el llano, fue base ibera, romana e incluso árabe en origen, pero el que se yergue sobre el cerro es del siglo XV y se mantiene, tras numerosas reformas, en un excelente estado exterior que nos permite conocer cómo era un castillo adaptado al uso de las armas de artillería, incorporadas como novedad a las guerras en la época. Las murallas varían su altura adaptándose al terreno. El colosal foso horadado en la roca producirá vértigo al visitante: su anchura es de diez metros y su profundidad de seis.
*** Sólo se puede visitar el castillo en su parte exterior***
De especial interés son las casas-cueva al pie de la muralla, enmarcadas por chimeneas blancas. Su origen no está bien definido; probablemente se empezaran a excavar durante los primeros siglos de dominación árabe sobre la Península; sin embargo, debieron construirse de forma masiva a partir del s. XVI, cuando la población musulmana y judía fue expulsada de sus viviendas en época de los Reyes Católicos. De este modo, las cuevas surgen para los marginados, ajenas a los pueblos y ciudades, fuera del control administrativo y orden eclesiástico.
Uno de los atractivos de las cuevas reside en la simbiosis que presenta entre obra humana y naturaleza pura. Su originalidad arquitectónica, en la que todo son formas curvilíneas o abovedadas, su ideal temperatura (constante durante todo el año, entre los 20 grados del invierno y los 18 del verano, por lo que no es necesaria calefacción), su ambiente acogedor, íntimo y rústico, y su completa insonorización las han convertido en uno de los mayores reclamos del turismo rural de esta zona.
Ya en el pueblo, la plaza Mayor es el marco indispensable para la vida de la ciudad; un espacio configurado arquitectónicamente en el siglo XVIII, de planta rectangular, rodeado por los contrafuertes, ábside y torre de la iglesia arcipestral de Santa María del Salvador; el Casino en su lado sur, con galería acristalada, sustentada por columnas de capiteles con zapatas; junto a él la torre del reloj (neoclásica); presidiendo la plaza, el Ayuntamiento, con su fachada barroca y el medallón de Carlos III. Conserva hoy día dos cañones del castillo, que en 1812 fueron mutilados por las tropas francesas.
Antiguamente, el aspecto de la plaza era menos abierto que en la actualidad debido a las casas y soportales que estaban adosadas al muro de la iglesia y por los arcos que daban acceso a las calles de H. Montesinos y Fernando N. Robres. A ella se accedía por el Arco de la Villa, custodiada por los dos cañones anteriormente mencionados y que se pueden observar hoy día. También tenía una lonja de madera como la que conserva hoy, junto a la iglesia, donde están las columnas de piedra.
En uno de los flancos de la plaza, como decíamos, se levanta la Iglesia de Santa María del Salvador, que ofrece el contraste de una portada gótica y un espacio interno enteramente barroco. En la antigua sacristía, de planta rectangular y cubierta por un bello artesonado renacentista de casetones romboidales, se ha instalado un pequeño Museo Parroquial que guarda esculturas, pinturas, hermosos ternos y orfebrería. Del interior cabe destacar también la reja de la capilla mayor, considerada una de las más depuradas obras de estilo gótico de la región; aparece firmada y fechada en 1503 por Antón de Viveros, que, en opinión de los expertos es figura de primer orden en la metalística española.,
Chinchilla de Montearagón fue la cuna de la alfarería provincial. Su Museo Nacional de Alfarería fue inaugurado el 26 de junio de 1980. Hoy encontramos en él fotografías de antiguos artesanos de Chinchilla quienes hasta hace unos años todavía hacían girar sus tornos; se guarda y expone una valiosa colección que representa a 576 alfares españoles, algunos ya desaparecidos; y están bien representados los talleres albaceteños, en especial los de Chinchilla. El museo alberga unas 2000 piezas, de todos los alfares de España, recogidas desde el año 1973.
La Oficina de Turismo se encuentra en el Pósito de los Pacheco, un edificio de estilo renacentista. Allí podremos informarnos de interesantes iniciativas como “Chinchilla por dentro”, que pretende mostrar multitud de espacios que normalmente no pueden verse por estar cerrados al público.
SENDERISMO Y BTT
Chinchilla ofrece una situación privilegiada sobre la inmensa llanura y una singular orografía. Nada mejor para ser conscientes de ello que esta ruta de senderismo o BTT por la sierra procomunal y el denominado bosque de las palabras. Una ruta circular de 15 Km y dificultad media.
*** Extremar la precaución en las partes más expuestas del sendero que discurren junto a cortados, descensos y trialeras ¡Riesgo de caída! ***
Desde de la plaza Mayor nos dirigimos hacia el barrio de Triana, pasando bajo el arco y sus cañones guardianes. Desde el barrio sale una senda que da la vuelta al cerro de San Cristóbal entre pinos y unas vistas inmejorables de Chinchilla. Bajamos luego parte del cortafuegos hasta coger la senda de las perdices que nos lleva hasta una zona de barbacoas. Desde aquí, una pista nos conduce al denominado Bosque de las palabras.
Es este un lugar mágico para detenerse, respirar y pensar. Los tótems de 3 metros de altura sostienen banderas que ondean con mensajes de personas anónimas, deseos para traer felicidad, larga vida y prosperidad a través del viento que lleva las palabras a través de los campos...
Siguiendo el camino, al poco llegamos al Mirador de la Sala, donde tenemos unas vistas preciosas de toda la zona de cultivo de cereales, hacia la zona de Pétrola.
Emprendemos la vuelta, primero por una pista que baja junto a la Rambla del Agua, y después por la cuesta más dura de la ruta hasta el Corral Hundío.
A partir de aquí, lo más bello pero también lo más peligroso. La Senda del Peligro tiene pequeños cortados y es bastante larga, con continuas subidas y bajadas hasta un mirador natural donde disfrutaremos de la merecida recompensa de las mejores vistas de Chinchilla y su castillo.
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