Manzanares es una encrucijada de caminos en pleno corazón de la Mancha ideal como punto de partida y regreso en expediciones a Las Tablas de Daimiel, Almagro, Lagunas de Ruidera... todos ellos, a menos de 30 minutos de la localidad.
Pero además, Manzanares posee un rico patrimonio histórico y cultural, una amplia oferta hostelera y una rica y variada gastronomía, con vinos y quesos de reconocido prestigio. Desde la Oficina de Turismo se realizan visitas guiadas que recorren, principalmente, el casco histórico de la población.
Un paseo para conocer la ciudad puede empezar en la plaza de la Constitución, epicentro de la vida manzanareña, donde el Ayuntamiento, la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, los soportales y el amplio espacio abierto conforman un conjunto arquitectónico de gran belleza. La iglesia, protagonista absoluta del perfil de Manzanares, data del s. XVI y fue declarada Bien de Interés Cultural en 1991. Posee una bellísima portada plateresca, con tímpano y trompetillas en forma de abanico. El interior es sencillo y austero, en una sola nave con ábside ochavado y torre a sus pies.
Durante el siglo XVI, Manzanares creció económica y demográficamente; reflejo de ello son las casas solariegas que construyeron las familias hidalgas y de labradores ricos, casas que aún encontramos diseminadas por la ciudad y que nos sirven de hilo conductor de nuestro recorrido.
Por la calle Monjas seguimos hasta la Casa de los Leones, situada en la esquina con la calle del Manifiesto, que es un magnífico ejemplo de heráldica del siglo XVII. En su fachada podemos admirar dos impresionantes leones protegiendo el escudo familiar. A ambos lados del portón de madera se aprecian las columnas y un dintel perfectamente conservados.
Un poco más adelante, el Palacio de los Ochoa, que conserva el escudo nobiliario de la familia sobre el balcón de baranda forjada. Posee uno de los más bellos patios empedrados al estilo manchego.
Otra de las casonas situadas en esta misma calle es la Casa de Malpica, la cual alberga el Museo del Queso Manchego, Archivo-Museo de Ignacio Sánchez Mejías y la Colección de Arte de Manzanares.
Este complejo museístico es único por sus características y temática. Se distribuye en dos áreas, la agropecuaria, dedicada al Museo del Queso Manchego, y la residencial, dedicada al Museo de Ignacio Sánchez Mejías y la Colección de Arte. Esta última cuenta con una sala de exposiciones temporales y otra permanente compuesta por obras galardonadas en los Certámenes Nacionales de Pintura y Fotografía, así como obra donada de éstas y otras disciplinas artísticas: escultura, dibujo o cartelería.
Muy cerca, la Casa del Santo destaca por su balcón exterior típicamente manchego; en él figura una imagen de San Francisco de Paula. La fachada está encalada y la puerta con dintel da acceso al patio.
La siguiente parada nos lleva al Centro Cultural Ciega, una céntrica y antigua casa solariega donde pernoctó Santa Teresa de Jesús en 1575 y que acoge en sus estancias las sedes de algunas asociaciones culturales y la Escuela de Música Guillermo Calero. En su corral se emplaza el cine de verano. Pero es en su cueva, un aljibe que data del siglo XIII, donde actualmente radica el mayor de sus encantos: el Museo Manuel Piña. Este museo es un homenaje al diseñador manzanareño, figura relevante en la historia de la moda de España. Marcando con su estilo la época de efervescencia cultural y creativa conocida como «La Movida». La idea del museo se debe a los deseos del propio Manuel Piña, que no pudo ver hecho realidad el sueño de ver sus trajes y recuerdos recogidos en un mismo espacio.
Dejando atrás el Centro Cultural Ciega, siguiendo la calle Virgen del Carmen, se sitúa el Palacio del Marqués de Salinas, conocido popularmente como «Casa de Jonte», donde el rey Alfonso XIII y sus hijos situaron el centro de operaciones de sus partidas de caza. En la fachada principal puede verse su pórtico de piedra con escudo heráldico. Destaca la majestuosidad de sus rejas y balcones metálicos, aupados sobre ménsulas y cobijados por cornisas.
También en el centro histórico encontramos uno de los emblemas de Manzanares: el Castillo de Pilas Bonas. La conversión de este castillo en una moderna hospedería nos permite visitarlo y recorrer parte de su interior, e incluso dormir o disfrutar de la gastronomía. Según la mayoría de las teorías, el castillo se construyó en torno a 1239. Las reformas de ampliación y mejora fueron continuas hasta el siglo XVIII y, durante la Guerra de la Independencia, fue utilizado como cuartel general de las tropas francesas.
El Gran Teatro de Manzanares es otro edificio destacable en la fisionomía de la ciudad. Se inauguró en su primera época el 16 de julio de 1911.
Ya fuera del centro histórico, en las cercanías al río Azuer, se encuentra el Molino Grande, que data del s. XVI y es el único molino hidráulico que aún se conserva en Manzanares. El Molino Grande está formado por varias construcciones centenarias y constituye, junto a su canal inmediato, uno de los bienes etnográficos más destacados de la ciudad.
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